Punto de equilibrio casi perfecto en la hibridación del rock independiente y las vanguardias de la Nueva York de la época –mixtura decantada hacia el ruido
avant la lettre en la etapa previa de la banda y tendente a un lenguaje más convencional en adelante–, el ciclo de canciones de
“Daydream Nation” (1988) marcó época por una cornucopia de factores. Entre ellos cabe destacar tres: el abandono de las filas de SST tras la edición de
“Sister” (1987), que afianzó las líneas identitarias del grupo; el extenso rodaje en directo de las canciones previo a la grabación –mucho más determinante en el trabajo de estudio que la intervención desde fuera de la pecera del productor Nick Sansano–, y la disposición de la banda a no poner cortapisas a la posibilidad de salir con un álbum doble bajo el ala, favorecida por la edición de dos obras maestras del meridiano de la década de los ochenta: “Zen Arcade” (1984) de Hüsker Dü y “Double Nickels On The Dime” (1984) de Minutemen. La alquimia que volvió en una cumbre de la música moderna a la convergencia de estas y otras circunstancias, sin embargo, solo se explica apelando al genio de
Sonic Youth.
Ahora bien, para escépticos, fácilmente confundibles o conversos con ganas de más dogma, la edición de lujo del álbum, además de las esclarecedoras tesis de Byron Coley, viene con un rescate de la grabación –una obviable
demo casera de
“Eric’s Trip”– y con un CD con cuatro versiones (The Beatles, Mudhoney, Neil Young y Captain Beefheart) y quince tomas en directo (entre agosto de 1988 y marzo de 1989) del mismo cancionero del original, apéndice que respalda con fuerza doblada la evidencia de que aquí hay obra maestra. ∎