Álbum

Stromae

Racine carréeMosaert-Island-Universal, 2013
Reconozco que no soy parcial: creo a pies juntillas que el mega-hype francófono del belga Stromae (número 1 en iTunes en Francia, Quebec y Suiza este verano) es más que merecido y que en años venideros seguiremos viendo clips como el de “Formidable” en su actuación en “Ce soir (ou jamais!)” de France 2 con algo de la devoción con que repasamos viejos vídeos de Jacques Brel en YouTube.

Stromae, alias de Paul Van Haver, comparte con el dios de la chanson el verbo corrosivo, la angustia existencial (con la obsesión recurrente de la desestructuración de la familia moderna) y un carisma escénico brutal; Stromae declama, canta o rapea con la misma elegancia y claridad, pero lo envuelve en cadencias eurodance con toques africanos generalmente irresistibles.

El problema de nuestro poeta hipster, presente también en “Cheese” (2010), su debut, y muy a mi pesar, es cierta tendencia al autoboicot, traducida en un exceso de album filler, que te deja la misma sensación que cuando el alumno más brillante de la clase te hace los deberes en cinco minutos. Si en “Cheese” el nivel de “Alors on danse” (megatube de hace dos veranos) o “Te quiero” se derrumbaba en canciones-chiste de pereza y ritmos esqueléticos, en “Racine carrée” el brillo y ambición de “Papaoutai” (rajada al padre ausente, emocionante como “Luka” de Suzanne Vega) y “Formidable” (incluida su destructora lección de vida conyugal para niños) quedan empobrecidos por tonterías como “Humain à l’eau”. Otras, como el entrañable homenaje a Cesária Évora “Ave Cesaria” o la simpática “Moules frites”, ganan con las escuchas. En cualquier caso, tener a Brel on the dance floor no pasa cada día: à découvrir absolument. ∎

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