Álbum

Syd dePalma

parisraso., 2025

Aquí hay una nostalgia post-punk que se actualiza desde una visión contemporánea. Y sin el monolitismo que irradian otros cancioneros de músicos de la misma hornada. Muchas cosas bien dispuestas, desde luego. Y con quejío, crujío y tronío. “Príncipe”, el corte de apertura del este primer álbum del proyecto del cantante, compositor, multinstrumentista y productor granadino (residente en Barcelona) Milton Castellar (ex-Galera), puede recordar tanto a Depresión Sonora como a La Dama Se Esconde (incluso a proyectos foráneos similares que quizá nunca haya escuchado, como The Bolshoi o The Essence), y eso ya es señal de que este disco puede apelar a un público que medie entre los 20 y los 70. Y no creo exagerar. Porque cuando irrumpe el psych-pop de “Entre cemento, luz rota y”, te convences de que su seductora atmósfera se alinea con lo que en los últimos tiempos formulan bandas como Bum Motion Club, Gazella o Vera Fauna. Y para cuando llega “cristal gris.”, que luce como unos Cocteau Twins meciéndose sobre un zapateado flamenco, se evidencia que Syd dePalma es un talento marcadamente singular.

Capítulo aparte merecen las colaboraciones, que en realidad vienen a reafirmar su amplitud de miras, tanto por edad como por adscripción genérica. El lamento desgarrado de Niño de Elche ayuda a que “vuela, y sus pupilas se dilatan”, inspirada en la película “El pico” (Eloy de la Iglesia, 1983), emblema del cine quinqui de los primeros ochenta, y en su banda sonora, se resuelva como una espléndida pieza de flamenco pop lisérgico, con cierto anclaje sonoro en aquella época, pero sin sonar rancio. Florent Muñoz (o sea, Florent y Yo), de Los Planetas, inyecta electricidad malsana a una “confianza, la noche me dejaste ser triste” que convence gracias a una atmósfera febril a lo The Cure (ese bajo, esa guitarra española) muy bien trabada. Y el folk-rock etéreo sin bridas, como si Mazzy Star se colocaran en la rampa de despegue de una nave space rock, tiene en la voz de Heather Cameron (de los barceloneses Heather) una perfecta aliada en “plataformas y sexo”.

“Cola del vicio” indaga en su veta más magnéticamente shoegaze; particularmente, una de mis favoritas. “ojos, sus ojos” se despereza con hechuras de post-punk sombrío, casi gótico: es más un mantra, un estado de ánimo, que una canción con cara y ojos. Y el cierre, “ansiedad de loleylola”, revela el hechizo casi indefinible de las aleaciones sonoras que encuentran su razón de ser en los caminos menos trillados: moruna, agridulce, con un saxo que justifica que haya quien se acuerde de Morphine, remata un debut sobrado de personalidad y desafío. ∎

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