Parece fácil pero nunca lo ha sido a este nivel. Escribir canciones con un par de acordes e interpretarlas de manera convincente. Esto es lo que vienen haciendo The Innocence Mission desde su álbum de debut en 1989 publicado nada menos que en A&M, la mítica discográfica de Herb Alpert y Jerry Moss, los descubridores de Carpenters con otra Karen de ensueño a bordo. “Midwinter Swimmers” es su decimotercer disco largo –decimocuarto si consideramos “Christ Is My Hope” (2000), confusamente referenciado como EP–, el tercero en Europa para Bella Union.
Los Peris, Karen –voz, guitarra, teclados– y Don –guitarras, batería, voz–, el matrimonio indie más reputado de Lancaster, Pensilvania, regresan con un LP de canciones nuevas después de cuatro años –el autoeditado “Geranium Lake” (2022) era una colección de directos y rarezas de la época de su álbum “Glow” (1996)– con un hermoso título, de esos que devuelve la fe en la belleza de las palabras, y once gemas escritas por ella –de quien Sufjan Stevens admira su talento compositivo– excepto la primera, “This Thread Is A Green Street”, al alimón con su marido. Una canción que contiene gran parte de las claves de un álbum que se enmarca sin tapujos en el indie folk de guitarras que seguramente se inventaron The Velvet Underground.
La mayor parte de las piezas de “Midwinter Swimmers” se centran en el formato clásico de voz –Karen canta con un rango vocal alto pero muy cálido–, guitarra y batería –no reconocemos esta vez el bajo de Mike Bitts, tercer componente de la banda– que The Innocence Mission revisten de arreglos elegantes y sencillos con gran presencia de los teclados de Karen. Una de las dos portadas editadas del álbum expresa la felicidad total de esta sólida artista frente al piano. La ñoña edición japonesa confunde las intenciones en absoluto lánguidas de “Midwinter Swimmers” –y quizá también la estación– optando por un dibujo con la silueta más tópica de Audrey Hepburn en los años sesenta abrazando un puñado de hojas de arce como estrellas caídas. El consuelo es siempre la canción extra, “Moving Around”, habitual en el mercado nipón.
Ecos de Love –“A Different Way”–, Mazzy Star –“John Williams”–, de algo disonante que no desentona y se transforma en una melodía sinuosa con vientos a lo John Barry –en “Cloud To Cloud” Karen combina “groceries” (“comestibles”), con “guitarras y flores”–, influencias de Nick Drake –“A Hundred Flowers”: fingerpicking, las estaciones y su imperturbabilidad subyacente, el amor como última palabra–, Belle & Sebastian –“Sisters And Brothers”–, Echo & The Bunnymen –“The Camera Divides The Coast Of Maine” tiene un punteo que recuerda a “The Killing Moon”–, The Pastels –“Midwinter Swimmers”, pandereta incluida– o del Daniel Johnston más entrañable y recompuesto –“We Would Meet In Center City”– no deben despistarnos de un hecho: la capacidad de Karen y Don Peris para mostrarnos su propio universo, una búsqueda interior de plenitud y una añoranza donde su piedra filosofal convierte los materiales inmediatos –no por ello más comprensibles– en sol del atardecer en lugar de oro –las estampas crepusculares de “Orange Of The Westering Sun”– y donde la lírica íntima triunfa sobre los grandes enunciados.
La frescura y delicadeza que les viene de serie a The Innocence Mission parece multiplicarse esta vez en “Midwinter Swimmers”. Aunque es difícil decidirse, seguramente el mejor disco de esta última tanda con distribución europea, donde no inventan pero tampoco malogran –el peor riesgo es siempre estropear lo que mejor sabes hacer– y, lo más importante de todo, con canciones que te hacen regresar a este nuevo álbum y (re)descubrir el resto de su discografía. ∎