Retorno al formato de canciones vocales del norteamericano tras el sugerente “screen time” (2021), álbum instrumental en el que experimentaba con texturas de guitarra y teclados en los aledaños del ambient sin serlo. Algo de esa etérea atmósfera se ha colado en las nuevas canciones. Un paso adelante respecto al notable “By The Fire” (2020), donde creaba una especie de versión accesible de la música de Sonic Youth, su extinta banda, para aficionados al rock alternativo con espíritu menos aventurero –algunos, quizá espantados por la audacia de Kim Gordon en sus últimos trabajos–.
Afincado en Londres desde hace unos años, forma tándem creativo con su nueva esposa (Eva Prinz, de soltera, y Radieux Radio de alias artístico). De ella son el diseño de la portada y la mayoría de las letras del disco, acerca de los peligros que acechan al planeta, alrededor del cambio climático principalmente, pero de una forma poética y algo críptica más que sermoneadora. En lo musical, cuenta en su banda con Debbie Googe de My Bloody Valentine al bajo, Jem Doulton a la batería y dos músicos cuyo protagonismo ha aumentado en este álbum; James Sedwards, encargándose de teclados y sintetizadores además de la guitarra, y Jon Leidecker, creando las texturas electrónicas, que, sin ser perceptibles de forma inmediata, forman parte del hilo que cose la colección.
Un inquietante rasgueo de guitarra y un arrastrado compás marcado por unos bongos abre “New In Town” con una atmósfera de película de miedo (la tensión se mantiene, sin explotar). “Sans limites” presenta una envolvente apertura de casi tres minutos que parece sacada del mencionado “screen time”, con un diálogo entre guitarra y teclados del que brota, con la entrada de la batería, una majestuosa canción de pop atmosférico en la que Moore recuerda al John Cale de esta década, y en la que cuenta con Laetitia Sadier para cantar, sugerente, las dos palabras del título. Tras tantos años al frente de su mítica e influyente banda, es imposible despegarse completamente de su sonido; el inicio de “Shadows” nos trae el recuerdo de su faceta insinuante, con el único amago de todo el disco de estallido eléctrico hacia el final, e “Hypnogram” la de su lado más claro y melódico, en la onda de “The Diamond Sea” de “Washing Machine” (1995).
En el trío final de temas entra en el trance onírico y cadencioso del principio. “We Get High” transmite esa flotante oscuridad de los no muy recordados Piano Magic. En “Rewilding” el misterio se construye sobre un elaborado patrón rítmico de batería, su reconocible punteo de guitarra y unos delicados toques de marimba; Moore recita más que canta, cual narrador de un escabroso cuento. El tono enigmático, ralentizado, se mantiene en el número final, “The Diver”, que discurre amenazante y sin prisa durante ocho minutos, para contar la historia de un buzo que se ahogó en el lago Lemán, de Ginebra, cerca de donde se estaba grabando el disco y en la misma época. Cuando se habla de un LP que crea un ambiente, este sería un buen ejemplo. Los amantes de lo oscuro y planeador disfrutarán pegados a la telaraña sonora tejida con maestría. Tras tantos años de carrera, Thurston Moore aún es capaz de cambiar el paso, sin la necesidad o el atrevimiento de ser tan rompedor como su ex o Alan Sparhawk de Low, pero con el interés y la inquietud de probar y de hacer música por gusto. ∎