Para entender de dónde viene la reacción airada de las redes sociales, sin embargo, hay que adentrarse antes en una concatenación de noticias que nos ha tenido bien ocupados en los últimos tiempos. Para empezar, Osborne lanzó disco el pasado 8 de diciembre. Se titula “Ranchero” y es una recopilación de (obvio) rancheras clásicas que ha pasado sin pena ni gloria y que (presuntamente) ha vendido menos que un puesto de sopas calientes en verano. A eso le siguió una polémica avivada por el hecho de que Bertín se resistió a admitir la paternidad del hijo de Gabriela Guillén hasta que las pruebas oficiales lo obligaron a ello. Ah, y el mismo artista lleva meses construyendo una narrativa según la cual la COVID persistente le dejó para el arrastre.
Volviendo a la música, hace más de un mes que empezaron a sonar ciertas alarmas que advertían que el show que Bertín Osborne debía ofrecer el 21 de julio en los Jardines de Viveros de Valencia había vendido tan solo 155 entradas de un total de 2000 disponibles. Todo ello en un ciclo de conciertos en el que The Cult, por ejemplo, ya había vendido más de 4000 tickets. ¿Resultado? Ayer mismo se anunció su cancelación. Pero retrocedamos un poquito en el tiempo, porque antes de esta cancelación, el artista tenía programada otra actuación en la localidad madrileña de San Agustín de Guadalix para la que solo se había vendido el 5% del aforo. Osborne, sin embargo, se subió al escenario dispuesto a ofrecer su show. Qué héroe, dirás tú. Pues no, porque el tío cantó quince minutos, vio que solo había cuatro gatos y decidió cortar por lo sano alegando que los responsables del sonido eran unos impresentables.
Ambas fechas, por cierto, estaban programadas en ciudades con gobiernos de derecha. Algo que puede parecer casual, pero que no lo es. Igual que no es casual que, ante la acumulación de todas estas noticas / collejas una detrás de otra, Bertín Osborne haya anunciado que cancela su gira de verano porque “está cansado”. Cansado de que nadie vaya a sus conciertos, añado yo.
Sea como sea, la maquinaria de las redes se ha puesto a funcionar a plena potencia y ha empezado a arrojar conclusiones elocuentes como que “a los conciertos de Bertín Osborne no va ni Bertín Osborne”, que “Bertín Osborne ha decidido dejar de cantar por culpa de los rojos”, que “poca diferencia hay entre un concierto de Bertín Osborne y un Congreso Nacional de Ciudadanos”, que “el nivel de despoblación de los pueblos de la España profunda debería medirse en aforos de un concierto de Bertín Osborne” o que, atendiendo a su público reducido, “BERTÍN OSBORNE … ¡ES INDIE!”.
Me toca pedir perdón por adelantado, porque me está quedando un Scroll un poco rojeras comunista bolivariano. Pero es que lo de la fachosfera contra Nocilla no lo vi venir, y hay que hablar de ello. La cuestión es que la marca de crema de cacao ha lanzado un anuncio en el que un abuelo se intenta tomar la temperatura en la frente usando el satisfyer de su nieta… Y nadie mejor para describir lo que ha ocurrido que el mismo Pablo Echenique: “Me dicen que este anuncio de Nocilla está lesionando gravemente los sentimientos de los fachas. Así que os pido por favor que no lo difundáis”.
Y, oye, vaya por delante que lo primero que he pensado ha sido: “¿No se nos está yendo de las manos esto de asumir que la fachosfera siempre es lo peor y que sobrerreacciona ante las cosas más absurdas?”. Pues resulta que no, porque un paseo rápido por Twitter / X arroja reacciones furibundas de señoros con la bandera española en su nickname, de señoras con cruces cristianas en su nickname, de más señoros con la bandera española en su nickname que se graban tirando tarros de Nocilla a la basura y de humanos que declaran que “hay un plan para corromper y degenerar la sociedad y el que no quiera verlo que no lo vea” y se quedan tan panchos.
En el otro lado de la balanza, tenemos usuarios que han lanzado encuestas en las que, de repente, a trescientas personas les parece ofensivo el anuncio pero a más de tres mil personas no.
También tenemos a personas que ironizan sobre lo curioso de que a la fachosfera esto les parezca una afrenta pero que, por el contrario, les parezca fetén aquel otro anuncio de Nocilla en el que cuatro niños encarnaban los ingredientes de la crema: leche = niño blanco, avellanas = niño blanco, azúcar = niño blanco… cacao = niña negra. Hay quien señala el poderío de esta denuncia social que pone en relieve que “los abuelos llevan tanto tiempo sin que les den cita en la Sanidad Pública que ya no reconocen ni un termómetro”. Pero, sobre todo, hay quien agradece a Nocilla haber alienado a la fachosfera al completo. Yo, como siempre, no puedo hacer nada más que verme representado en cualquier cosa que diga Mikel “El Comidista” López Iturriaga.
No sé si tú ves “Los Bridgerton”, pero yo no. Y, aun así, sé perfectamente quién es Nicola Coughlan porque, más allá de su papel como protagonista de esta serie de Netflix, la tía ha conseguido brillar en otros campos como la moda… o, ahora, también la música. Más o menos.
Me explico: durante la gira de presentación de la nueva temporada de “Los Bridgerton” en el mes de mayo, Coughlan hizo unas declaraciones que corrieron como la pólvora. En ellas, la actriz afirmaba que el trabajo de sus sueños es lanzar canciones pop “exclusivas para hombres gays” como las que suelen salir en el reality “Real Housewives”. Ya en aquellas declaraciones improvisó una posible letra que decía tal que así: “shoes, private yachts, caviar… more shoes”… Y resulta que aquella posible letra se ha acabado convirtiendo en un single de verdad titulado “Shoes… More Shoes”.
La canción está producida por Ellis Miah (que tiene en su currículum colabos con Miley Cyrus, BTS, Big Freedia y Jennifer Lopez), y lo que es mejor de todo: la recaudación irá a parar a las asociaciones Not A Phase y The Trevor Project, ambas centradas en ayuda para la comunidad LGTBIQ+. Porque ahí está la gracia: Nicola Couhglan al final ha hecho una canción “exclusiva para hombres gays” y la ha lanzado en pleno Orgullo. Si es que incluso Trixie Mattel, una de las ganadoras más célebres de la franquicia “RuPaul’s Drag Race”, ha pinchado el single en las celebraciones del Pride en pleno Central Park.