El nuevo modelo de prescriptor de la crítica musical.
El nuevo modelo de prescriptor de la crítica musical.

Entrevista

Anthony Fantano: “Las opiniones de los periodistas se han desvirtuado con las redes sociales”

El creador de “The Needle Drop” es algo más que el youtuber-crítico musical más famoso del mundo. El autodefinido como “‘nerd’ musical más ocupado de internet” ha expandido su canal a plataformas como TikTok y Twitch y no deja de aumentar su relevancia. Hablamos con él en vísperas de su participación en Primavera Pro –el 30 de mayo– donde dialogará con su colega Margeaux Labat en una sesión titulada “Nuevos prescriptores. Entre el caos digital y las voces humanas”.

Las circunstancias me llevan a empezar la entrevista con una broma. No funciona mi audio en la videoconferencia, así que ironizo con mi torpeza como crítico musical de prensa escrita forjado en la era predigital, un hombre de 53 años que intenta ganarse la vida como mejor puede desde 1999. Lo mejor de todo es que a Anthony Fantano –nacido en Wolcott, Connecticut, 38 años, en activo desde 2009 y definido por ‘The New York Times’ como “el único crítico musical que importa, si tienes menos de 25 años”– le fallará el audio después.

En ambos casos, solo me río yo y me sorprende. Fantano se caracteriza, en sus críticas de discos que cuelga en formato youtuber en su propio canal, “The Needle Drop”, por el sentido del humor y una gestualidad espontánea que acompaña a sus comentarios. En la conversación se muestra inesperadamente serio, pero mantiene su extraordinario sentido de la oratoria, encadenando ideas a toda velocidad. A veces en sus vídeos, incluso, dialoga con otro personaje interpretado por él mismo, un tipo aún más friki que él llamado Cal Chuchesta. Y ahí ya se ríe un poco. “En esto de ser un crítico, incluso aunque lo hagas bien o aunque des la opinión más positiva que puedas ofrecer, siempre va a haber un grupo de gente a quien no le gustes, que diga: ‘¿Por qué ese tío hace eso? Seguro que es un puto gilipollas, o es cargante, o es aburrido, o es un crítico robótico y desalmado, no tiene sentimientos’, o lo que sea. Supongo que la motivación para introducir ese elemento en mis vídeos era darle a la audiencia un poco de humor, un poco para recordarles por qué hago lo que hago, y que me tomo la música muy en serio, pero a mí no tan en serio”, expone. Que yo tenga una opinión, un punto de vista o lo que sea, no significa que tenga razón o que tenga que comunicártelo de un modo externo, sino que puedo ser ridículo. Que mi tono no consista en pontificar desde arriba”, sostiene el crítico, quien informa que su audiencia mayoritaria tiene entre 16 y 35 años, reside en las costas este y oeste de Estados Unidos, principalmente en ciudades grandes y sobre todo son varones.

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¿Cómo te enamoraste de la música por primera vez?

Todo fue a través de la radio y la MTV en la era grunge. Yo tenía un pequeño boombox y grababa algunas canciones de la radio en casete, con 11 o 12 años. Ya en la universidad empecé a comprar CDs y me metí más en la música underground.

¿Cuándo te diste cuenta de que te querías dedicar a la crítica musical?

En la universidad había un periódico donde podía escribir sobre los grupos que me gustaban, como hobby; también hacía un programa de radio donde ponía muchas cosas alternativas, pero en aquella época me interesaba más la información política (estudió Ciencias Políticas, Periodismo y Comunicación Audiovisual), y empecé a trabajar en la ‘NPR’ (la radio pública estadounidense). Justo cuando la música se empezó a alejar más de mi rutina diaria fue cuando me di cuenta de que la echaba de menos, así que se me ocurrió la idea de hacer un programa sobre música. A partir de ahí, todo fue un proceso de prueba y error hasta que encontré el formato que me gustaba.

¿Había algún periodista musical a quien admiraras o siguieras?

A mí me ha inspirado más alguna gente que veía en internet hablando de otras cosas, que analizaban videojuegos, películas, cosas literarias, filosóficas o políticas. Pensé que yo podría hacer eso hablando de música porque en aquella época no había ningún youtuber superimportante dedicado a ese campo.

“Han despedido a periodistas que llevaban décadas en el juego, o se les ha dejado de lado o ellos mismos han visto que ya no pueden vivir de ello. Y la gente joven y apasionada que busca un hueco no encuentra la manera de entrar ahí o ve que está muy mal pagado. La economía del periodismo musical ha sido completamente destruida”

¿Qué encontraste en el vídeo que no hubiese en la forma escrita o el pódcast?

En Estados Unidos no hay demasiadas críticas en radio o pódcast. Se dedica mucho tiempo a la música, pero muy poco a hablar sobre ella, a explicar por qué nos gusta ese disco o qué no nos convence de él. Se me ocurrió hacer un programa de análisis de la música ante la cámara. Yo no era uno de esos chicos que leían muchas revistas de música ni nada parecido. Toda la información me llegaba a través de amigos, preguntándole a los dependientes de las tiendas de discos o viendo lo que unas personas recomendaban a otras en internet, en foros y cosas así. Creo que eso era lo que le faltaba, para mí, al periodismo musical, que fuese una carretera en dos direcciones, un diálogo abierto entre unos y otros. Creo que la democratización del gusto cambió el paradigma en ese sentido.

Se te tiene como un modelo de éxito justo cuando todo el mundo dice que la crítica musical está en crisis. ¿Qué opinas de ello?

Estoy de acuerdo con que la crítica musical está en crisis, pero no creo que sea por falta de buenos críticos, ni por falta de interés del público por ello. Muchas de las mejores publicaciones que en Estados Unidos han sido el faro de todo esto, como ‘Pitchfork’ o ‘Complex’, han sido vendidas a grandes corporaciones que las han despedazado. Han despedido a periodistas que llevaban décadas en el juego, o se les ha dejado de lado o ellos mismos han visto que ya no pueden vivir de ello. Y la gente joven y apasionada que busca un hueco no encuentra la manera de entrar ahí o ve que está muy mal pagado. La economía del periodismo musical ha sido completamente destruida. También es cierto que las opiniones de los periodistas se han desvirtuado con las redes sociales, donde todo el mundo puede opinar sobre cualquier cosa. Ahí a veces es difícil hacerse un nombre o construir un grupo notorio de seguidores. No obstante, ese no es el principal motivo de que las cosas se estén yendo a la mierda. El principal motivo es que a la persona que dirige esas compañías, o al capital que las posee, les da completamente igual la calidad de su producto. Solo quieren un contenido mínimo y muchos clics para que la plataforma pueda continuar haciendo dinero. Eso es más importante para ellos que publicar buen periodismo musical.

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¿Cuánta gente trabaja para ti ahora mismo?

Tengo dos editores de vídeo para mis dos canales de YouTube, otro editor de streaming que saca clips de mis canales, otra persona que copresenta conmigo mis “Live Music Fridays”, y otra persona a media jornada que planifica y edita mis contenidos en forma corta para TikTok, Instagram y todo eso.

¿Te genera mucho estrés el tener que estar publicando constantemente, el no poder dejar de alimentar a la máquina?

Sí, me estreso con bastante frecuencia, pero no diría que sea un estrés negativo, tiene que ver más con los plazos de entrega y con tener que mantenerse al tanto de lo que está sucediendo. El mundo se está moviendo ahora a una velocidad superloca, y hay siempre esa tensión de mantenerse en la onda. Yo cubro un montón de cosas, pero solo son una porción mínima de todo lo que está sucediendo. Invierto muchas horas en escuchar nueva música, y soy una sola persona, así que tengo que ser muy estratégico a la hora de decidir lo que critico en pantalla, cómo lo hago y por qué lo hago.

“Yo tengo que contarles a mis seguidores hasta qué punto el disco de Taylor Swift vale su tiempo. Una gran crítica les debería orientar, hacerles ver qué les va a gustar y qué no, pero también hacerles pensar a un nivel más profundo y, si hay suerte, incitarlos a escuchar otra música que, de otra manera, nunca se habrían parado a hacerle caso”

Me despierta curiosidad cómo grabas tus vídeos. Veo que hay bastante edición en ellos, pero ¿organizas mucho previamente la información que vas a transmitir o tiendes más a improvisar, a ponerte a hablar y que te salga espontáneamente?

Improvisaba más al principio. Ahora utilizo algo más cercano a un guion formal, pero intentando que haya cierta simbiosis. Hubo un tiempo en que guionizaba mis vídeos más exhaustivamente, palabra a palabra, pero no me gustaba cómo quedaban porque parecía que estaba leyendo un libro o algo así, así que fui rehaciendo el método y dejando más espacios para salirme del guion y dejar que el vídeo sonase más natural. Ahora es como que en mi cabeza ya tengo la voz, lo que voy a comunicar, el tono que le quiero dar a lo que digo, y de este modo queda menos robótico. Pero, al final, realmente no hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo, lo importante es lo que estés contando.

¿Qué debe tener para ti una nueva crítica?

Yo veo la crítica como algo que le debe servir al público, darles una idea de qué es lo que se van a encontrar en ese disco y captar su interés. El acceso de la gente a la música es ahora muy diferente que cuando comenzaron las críticas en revistas. No se trata de recomendar un disco para que la gente lo compre, porque ahora está escuchando música en streaming todo el día, así que tiene que ver más con la jerarquización del tiempo. Yo tengo que contarles a mis seguidores hasta qué punto el disco de Taylor Swift vale su tiempo. Una gran crítica les debería orientar, hacerles ver qué les va a gustar y qué no, pero también hacerles pensar a un nivel más profundo y, si hay suerte, incitarlos a escuchar otra música que, de otra manera, nunca se habrían parado a hacerle caso. Mi prioridad siempre es dar exposición a las cosas que creo que merecen atención.

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¿Recibes mucha presión por parte de la industria?

Al igual que tú, recibo muchos emails de promoción, pero realmente no me comunico mucho con estas personas salvo que necesite alguna información extra para mí crítica. Las únicas personas de las que me tengo que preocupar si están contentas o no son mis seguidores. Estén o no de acuerdo con lo que yo diga, siempre busco que mis argumentos tengan peso e interés porque vengan de un lugar genuino.

¿Cómo ves el futuro del medio, con la amenaza de la IA?

Es difícil para una IA recrear buen periodismo musical de manera que sea convincente para el público. Me preocupa más lo que te comentaba de la dinámica de las grandes compañías, que la forma de arte del periodismo musical sea hecha trizas. Ese es el verdadero peligro para la industria y para el futuro de los medios. Creo que la sindicalización es, posiblemente, uno de los pasos necesarios para revertir la situación en esas empresas, o en lo que queda de ellas. Después de mí, otra cosa surgirá, no sé si un nuevo colectivo que hable sobre música u otras personalidades haciendo su propia cosa independientemente, pero no tengo la respuesta. Tampoco creo que ser un youtuber musical sea la mejor dirección posible. A mí me encanta lo que hago, pero no creo que yo deba ser la única fuente, ni siquiera para la gente que me sigue con más fidelidad. Hay ahí afuera todo un mundo de posibilidades por explorar. ∎

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