Literatura con poder. Foto: Alfredo Arias
Literatura con poder. Foto: Alfredo Arias

Sintonizando a…

Belén Gopegui: “Rebelarse depende de hacer estallar la contradicción en el momento adecuado”

La obra de Belén Gopegui ha establecido varios diálogos con la música. En algunos casos, como la novela “Deseo de ser punk” (2009), esa relación se estrechó para convertirse en hilo conductor. Y el año pasado el grupo Prolýmbux puso música a textos contenidos en su libro infantil “Fuera de la burbuja”. La reciente publicación de la novela “Te siguen” nos permite conversar con ella sobre libros, escritura, política y música.

Belén Gopegui (Madrid, 1963) ha construido una trayectoria literaria sólida en la que divisa las dimensiones sociales de sus personajes y los enfrenta con las situaciones límite del mundo contemporáneo. Su escritura contiene enjundia, tránsitos, transformaciones, diversos pulsos vitales. Se estrenó con “La escala de los mapas” (Anagrama, 1993), y su tercera novela, “La conquista del aire” (Anagrama, 1998), fue llevada al cine en 2000 por Gerardo Herrero como “Las razones de mis amigos”, con guion de Ángeles González Sinde. En 2004, Francisco Umbral destacó, en la contra del diario ‘El Mundo’ en 2004, su manera de hacer “con verdadera vocación, al margen de la literatura ocasional”. A la vez resaltaba su manera de calcular, “la aparente lentitud de su prosa” y “el don de complejidad que maneja”.

Gopegui colabora en medios como ‘El Salto’ y puntualmente en ‘La Marea’, ‘Ctxt’ y otros medios alternativos. Admite que el medio que más le gusta, después de la novela, es la radio. Pero no se ve en una periodicidad semanal porque reconoce que necesita “estar callada más tiempo”. Su última novela es “Te siguen” (Random House, 2025), en la que habla sobre el control social en nuestro mundo hiperconectado de pantallas.

¿Cuál crees que es el nexo o el flujo de esta selección musical que has elaborado para Rockdelux?

No he pretendido que hubiera un nexo temático o de otro tipo. Empezó como un monólogo interior; quizá es así como pensamos la música, las cosas vividas, las que angustian, las que dan placer, las que aíslan y las que vinculan con el mundo que son los demás. Y poco a poco se fue convirtiendo en un flujo de conciencia; las criaturas, las canciones, aparecen y se van sin demasiado orden aunque sí que hay un orden, algo parecido a cuando se mira la vida en el fondo del mar.

¿“Te siguen” nace de una necesidad de mostrar el mundo cibernético y tecnológico de control y sus personajes?

“Te siguen” es una novela, nace de la necesidad de contar una historia, la de unos personajes que desde sus distintas situaciones, y según el caso, saben, intuyen o se preguntan hasta qué punto la vida propia –que siempre tiene algo, mucho, de vida común– puede ser transformada.

¿Qué piensas de la implantación sistemática y sin pausa de la IA en nuestra vida cotidiana?

El grupo de estudios de la gran corporación AMX afirma en un momento de la novela que “somos expertos en instalar la ideología de lo imparable, tecnologías imparables, guerras imparables, hechos que no se pueden evitar y a los que hay que seguir asistiendo como el espectador secuestrado que no pudiera gritar, patear, abandonar la sala ni, por supuesto, subir al escenario e interrumpir la actuación”. Así se está vendiendo la implantación de la IA, a la que en realidad conviene llamar, como señala la lingüista computacional Emily Bender, tecnología de automatización. Lo lógico sería preguntarse qué procesos pensamos que vale la pena automatizar −en algunos sí es útil− y cuáles no, además de considerar la gran cantidad de errores que, hasta el momento, se están produciendo con esas automatizaciones. Lo que no es lógico es considerarlo imparable o, para usar un ejemplo de César Astudillo, que la única opinión autorizada sobre si necesitamos o no un corte de pelo sea la del gremio de la peluquería.

“Se está vendiendo la implantación de la IA, a la que en realidad conviene llamar, como señala la lingüista computacional Emily Bender, tecnología de automatización. Lo lógico sería preguntarse qué procesos pensamos que vale la pena automatizar −en algunos sí es útil− y cuáles no”

¿Vivimos en un mundo hipercontrolado? ¿Cómo configuras la libertad, ese concepto tan raído en los últimos tiempos desde la política?

La libertad no se tiene, sino que se conquista. El hecho de que ciertos políticos reduzcan la libertad a prácticas de consumo no debería llevarnos a renunciar a aquello que nos constituye, la emancipación de obligaciones viles, tales como la de someterse a la dominación de otras personas o la de ser cómplices estructurales del abuso y la explotación. El control, hoy tan generalizado, quita responsabilidad, quita capacidad de ver al otro y de ser visto, el control nos enajena.

¿Es el vínculo humano y social uno de tus grandes ingredientes? ¿Radica ahí la esencia de muchas cuestiones capitales?

Escribió Irene Némirovsky en su biografía de Chéjov: “La complejidad, la belleza, la profundidad de lo real depende de los numerosos vínculos que van de una persona a otra”. Coincido con ella. De lo que se trata hoy, creo, es de evitar que esos vínculos queden en manos de empresas cuyo único interés es convertirlos en fuente de beneficios.

Vínculos y afectos. Foto: Alfredo Arias
Vínculos y afectos. Foto: Alfredo Arias

Otro elemento destacado es la fragilidad. En “Deseo de ser punk”, tu novela de 2009, retrataste la juventud y la música desde esa perspectiva urgente. ¿Las nuevas generaciones están estableciendo unas líneas rojas sobre los abusos y sobre la diferencia?

Las generaciones están atravesadas por contradicciones y diferencias a la vez que por algunas experiencias comunes. No quisiera generalizar porque no tengo suficiente conocimiento, pero sí puedo hablar de personas jóvenes que se parecen al personaje de Martina en “Deseo de ser punk” y saben, como ella, que “a veces un grito no es un sonido sacado de quicio; ni es levantar la voz con descompostura y vanidad. A veces un grito es abrir el cajón, sacar una verdad hecha pedazos y ponerla encima de la mesa”.

En la playlist que has seleccionado resaltas todo el poderío femenino en voz de artistas clásicas como Patti Smith, Nina Simone, Mavis Staples o Rita Lee, pero también acudes al talento femenino más contemporáneo con Christina Rosenvinge, Bala o Primas Hermanas. ¿Qué encuentras en estas voces?

Las mujeres han tenido un papel fundamental en la historia de la música, hay una continuidad en ello. La voz ha conseguido que ese papel sea evidente, que no pueda borrarse. Quizá por eso prefiero no limitarlo ahora asignando adjetivos porque eso nos llevaría otra vez a la oposición ficticia entre lo general, masculino, y lo particular, femenino, es decir, señalaría las voces femeninas como si fueran una pequeña provincia en el sonido y no algo que crece entremezclado a lo largo del tiempo. Por otro lado, cada voz cuenta su historia; no solo con las tonalidades, ni quiera solo con la actitud, la cuenta además por el modo en que se queda en quienes la escuchamos.

“Las mujeres han tenido un papel fundamental en la historia de la música. Quizá por eso prefiero no limitarlo ahora asignando adjetivos porque eso nos llevaría otra vez a la oposición ficticia entre lo general, masculino, y lo particular, femenino”

La literatura siempre ha sido un espacio de posibilidades. ¿Ha perdido la ciudadanía la capacidad crítica de rebelarse ante las injusticias?

“Ciudadanía” es otro concepto que habría que precisar. Kant describía la independencia civil como “no deber la propia existencia y conservación al arbitrio de otro”, y muchas personas pensamos que sin esa independencia la ciudadanía está incompleta, pues gran parte de los derechos no pueden ser realmente ejercidos. Si tu existencia depende del arbitrio de otro, para conservar esa existencia tal vez votes lo que no querrías votar, o evites hacer la huelga que querrías hacer, vivas con miedo, etc. Al mismo tiempo, solo se puede actuar desde el lugar en el que estamos y buscar las contradicciones que permitan modificarlo. Y recordar que la capacidad de rebelarse a veces depende de la posibilidad de hacer estallar la contradicción en el momento adecuado.

En tu playlist conviven el folk, el lado cantautor y el songwriting más personal con el punk, el jazz o la música de raíces, incluyendo distintas latitudes geográficas y diversas lenguas. ¿Son estos géneros tus lugares preferidos en los que quedarte?

Para bien o para mal, los géneros musicales ya están desdibujados en la propia realidad. El declive del concepto álbum y la vuelta a la canción aislada ahora difundida por redes, la hegemonía de los solistas sobre los grupos o bandas, hacen, me parece, que esos artistas ya transiten por los géneros y piensen de canción a canción, quebrándose el sentido unitario, salvo en la representación audiovisual o en los relatos que lanzan. En este panorama, se pierden muchas cosas valiosas aunque se abren otras posibilidades. Muchas personas aún pensamos en géneros musicales, pensamos en los términos musicales que nos configuraron, como la música física, la producción analógica, pero ¿hasta qué punto esa realidad material sigue existiendo en la actualidad? Y, como te decía, la lista no obedece a un esquema, sino a una especie de estado.

Volvamos a “Te siguen”. Ese mundo de espionaje y de grupos de inteligencia ha sido caldo de cultivo de películas y de series. ¿Qué te inspiró para escribir esta novela?

Graham Greene y John le Carré están siempre ahí, por eso entregué la frase de la faja a un personaje, George Smiley, quizá el mejor espía que ha dado la literatura. “Yo aún tengo una fuerte sensación de que debo. ¿Tú no? Siempre he agradecido a este servicio de espionaje que me diese la posibilidad de pagar”, comenta Smiley en una ocasión; algo de eso hay en esta novela, una deuda que viene de la cadena inextricable que une las vidas.

La narrativa fluye en ti de una manera nutrida y caudalosa. ¿Te apetece también adentrarte en el ensayo y otros géneros como la poesía o la no ficción?

Me gusta el ensayo de vez en cuando, aunque muchas veces termino dándole forma narrativa porque, de algún modo, es en la ficción donde mejor encuentro el sentido de escribir. Por ejemplo, el ensayo menor “Pequeñas heridas mortales” (Debate, 2024) tiene una voz narradora de ficción, y no pude ponerme a escribirlo hasta que no la encontré.

El valor de la dignidad. Foto: Alfredo Arias
El valor de la dignidad. Foto: Alfredo Arias

“Lo real”, publicado por Anagrama en 2001, revisaba nuestra historia reciente. ¿Los juegos de poder, el tráfico de influencias, son ahora más radicales? ¿Dónde han quedado la dignidad y los valores?

Aquel principio de “Historia de dos ciudades” (Charles Dickens, 1859) parece ser cierto en cada década: “Era el peor de los tiempos, era el mejor de los tiempos”. No obstante, diría que, por un lado, la crisis de recursos para la vida en que estamos inmersos debido a los límites del planeta y al abuso, y, por otro, la experiencia de la pandemia abrieron la veda a una chapuza política y empresarial, y a veces institucional, a un “a vivir que son dos días” y “que cada palo aguante su vela”. Lo cual no significa que no haya cientos de miles de conjuntos de personas organizadas de miles de modos diferentes porque no aceptan el horror eficiente y buscado, o simplemente personas que luchan para poder hacer bien su trabajo.

La autoayuda ¿ayuda? ¿Por qué este género se ha convertido en un superventas?

La autoayuda o cualquier otra denominación que quiera darse a la proliferación de un género que promete a sus lectores que sus vidas cambiarán simplemente si cambian la manera de mirarlas, o de “relatarlas”, sin tener que transformar la materia que los rodea y sin tener en cuenta a las demás personas, es un síntoma de la necesidad de autoengaño; esa necesidad es una consecuencia, a mi entender, de unas relaciones sociales a menudo impuestas, basadas en el cálculo, el dominio y la violencia.

Entre las artes existen muchos trasvases. ¿Qué piensas cuándo el cine adapta una novela y lleva la literatura a la gran pantalla? ¿Cómo viviste la adaptación de “La conquista del aire” que hizo Gerardo Herrero en “Las razones de mis amigos”?

César Aira cita a Wallace Stevens para proponer que en lugar de forma y contenido se hable de imaginación y realidad, creo que ambas contraposiciones son confusas y, me parece, insuficientes, pero quizá la segunda un poco menos. En todo caso, una historia imaginada cinematográficamente será, se quiera o no, distinta de una imaginada como novela. Por eso pedí a Gerardo Herrero que usara un título distinto; película y novela son dos historias que, podríamos decir, comparten un sustrato de acciones y personajes, y que se distinguen por su manera de imaginarlos. A veces en la música, en la que no suena sino que, como dice Martina, te atraviesa el cuerpo de parte a parte, queda más claro que no hay trasvases, sino momentos únicos de energía y materia.

“Una historia imaginada cinematográficamente será distinta de una imaginada como novela. Por eso pedí a Gerardo Herrero que usara un título distinto; película y novela son dos historias que comparten un sustrato de acciones y personajes, y que se distinguen por su manera de imaginarlos”

¿Consideras que tus principales temas a la hora de escribir son siempre los mismos? ¿Han cambiado los intereses con el paso del tiempo?

No suelo trabajar por temas. Las historias crecen como un ecosistema donde todo está relacionado: personajes, tono, acciones, dilemas, escenarios, el tacto de las palabras. En general, me ha interesado dinamitar algunos binarismos –público o privado, razón o emoción, general o particular– y he procurado sacar algunas ideas y palabras del campo semántico impuesto por la ideología y por algunas tradiciones para, mediante la narración, indagar en los significados ausentes, en lo que no se dice cuando se dicen. En un ensayo o en una mera afirmación algunas palabras pueden sonar a hueco incluso aunque se les dé un contexto histórico, porque es difícil contar las tensiones del significado sin los hechos y la dialéctica que construye la ficción.

Encontrar una voz propia es quizá el mayor reto de cualquier escritor. En tu caso, ¿cómo lo lograste?

Aquí voy a acudir a unas palabras ajenas, porque creo que es difícil decirlo mejor: “Hay que aceptar el hecho de que ninguna palabra es nuestra. Hay que renunciar a la idea de que escribir es la milagrosa emisión de una voz propia, un tono propio: en mi opinión, esta es una manera desganada de hablar de la escritura. Por el contrario, escribir es entrar en un vasto cementerio donde todas las tumbas esperan ser profanadas. (...) No debemos dejarnos halagar por quien dice ‘ahí va una que posee su propio tono’. En la escritura todo lleva más bien una larga historia a la espalda. Incluso mi insurrección, mi desbordamiento, mi desazón forman parte de un ímpetu que me precede y que va más allá de mí”. Pertenecen a Elena Ferrante, si és que hi ha paraules d’algú, que podría decir Sisa.

Una voz propia. Foto: Alfredo Arias
Una voz propia. Foto: Alfredo Arias

En tu novela “Existiríamos el mar” (Literatura Random House, 2021), hablas de la complicidad y de la vida en común de compañeros de piso. Compartir piso a veces se plantea como la única alternativa para mucha gente. ¿Qué piensas de las comunidades como manera de resistencia? ¿De los movimientos sociales y de los centros sociales okupados? ¿Se ha perdido cierto sentido colectivo o sigue bien presente?

Las vidas de los personajes transcurren, como las nuestras, entre la necesidad y la voluntad. La necesidad lleva a los personajes de “Existiríamos el mar” a convivir en un mismo piso. La voluntad los empuja a invertir el principio de agresividad desplazada, según el cual cuando el más fuerte grita, la persona que recibe el grito ataca a su vez a otra más débil. Estos personajes tratan en cambio de que la agresividad laboral que reciben encuentre en los lazos tejidos en el piso un muro; les importa replicar al más fuerte en vez de ampliar el malestar. Sobre los centros sociales okupados escribí una vez: “Lo que un espacio autogestionado quiere no es el valor de cambio del lugar que solicita, es el valor de uso. Cuando unas personas se unen para trabajar en común en un barrio y piden que se les deje usar, exactamente usar, y no comprar ni vender un sitio, lo que están diciendo es que se comprometen a ser capaces de cuidarlo en común. Y cuando quieren que sea autogestionado y disponer de la llave en vez de pedir que otros lo cuiden, lo barran, lo mantengan y lo abran y lo cierren, lo que dicen es que quieren ser responsables de ese espacio. Dicen que no se irán sin un motivo justo, no lo dejarán abandonado, se ocuparán de que su uso sirva a la comunidad”. Esos centros contribuyeron a mi formación y no solo cuando era joven, sino también muchos años después. El sentido de lo colectivo sigue, y seguirá, existiendo, a pesar de los pesares y de las formaciones políticas que preferirían que desapareciera.

“La necesidad lleva a los personajes de ‘Existiríamos el mar’ a convivir en un mismo piso. La voluntad los empuja a invertir el principio de agresividad desplazada, según el cual cuando el más fuerte grita, la persona que recibe el grito ataca a su vez a otra más débil”

También has abordado temas escabrosos como el tráfico de sangre o el mundo de los hackers, entre otros. Tu literatura toca mucho la actualidad y temáticas que afectan a los valores, a los asuntos capitales del vivir: vivienda, trabajo, educación, colectividad… ¿La literatura debe interpelarnos?

Me gusta la expresión “escabroso”, que viene de la descripción en un terreno áspero, abrupto, quebrado. La opongo a “truculento”, que sobrecoge o asusta por su morbosidad, su exagerada maldad. Cuando he abordado acciones que estaban, por así decir, fuera de la ley, he procurado hacerlo sin rehuir lo abrupto y, al mismo tiempo, sin incurrir en el morbo y la exageración de la maldad. Me interesa la maldad que, como digo en esta última novela, “echa sus cuentas”, creo que es la más común. Y sin embargo nos inundan con narraciones sobre los abismos de la condición humana, supuestos abismos insondables, impenetrables, digo supuestos porque no creo que lo sean ni creo que se deba dedicar tanta imaginación a unos modelos de comportamiento que refuerzan la idea de un yo separado y terrorífico en lugar de explicar de dónde vienen, por ejemplo, la mezquindad, el desprecio y la consiguiente soberbia. En cuanto a si la literatura debe interpelarnos, el “debe” está muy mal visto y además depende del poder de quien lo diga. La cadena que compra guiones de películas y de series no habla del “debe”, pero lo pone en práctica. Quienes escribimos podemos hablar de lo que nos interesa. Por ejemplo, libros con los que dialogar y a la vez imaginar, libros que, como dicen que hace el canto, infundan energía al cerebro, entendiendo por cerebro la inteligencia que está también en las yemas de los dedos, en lo vivido, en lo percibido.

¿Qué hay en los clásicos de la música que te sigue atrapando?

Desde el punto de vista de personas a quienes aprecio, y también desde el mío, un clásico no es solo quien es ampliamente conocido y compartido, sino quien ha pervivido en algún lugar, porque sigue interpelando a alguien.

¿Qué tiene que tener un músico actual para que te cautive?

Algo como lo que describen Neil Young & Crazy Horse, no solo con la letra, cuando dicen “Somewhere I can walk alone and leave myself behind” (se refiere a un fragmento de la canción “Country Home”).

En España se publica mucho pero se lee poco. ¿Qué podría activar la lectura?

Mejorar lo que está fuera: casas con luz accesibles, trabajos que no machaquen la vida, menos angustia económica, menos angustia, menos violencia sin justicia, más tiempo de no hacer nada, más seguridad con respecto a la protección de la salud, menos privatizaciones, más y mejor educación pública, menos desigualdad, menos control, más responsabilidad asumible, menos destrucción del medio en que vivimos, más posibilidad para cualquier persona de llevar a cabo acciones relevantes que eviten la destrucción de la vida y de las vidas. ∎

Playlist / Sintonizando a… Belén Gopegui


  1. Patti Smith Group “Hymn Rock’N’Roll Nigger” (de “Essential Patti Smith”, 2001)
  2. Gilad Atzmon & The Orient House Ensemble “Jenin” (de “Exile”, 2003)
  3. Silvio Rodríguez “Tonada para dos poemas de Rubén Martínez Villena” (de “Quería saber”, 2024)
  4. Nacho Vegas “Big Crunch” (de “Mundos inmóviles derrumbándose”, 2022)
  5. Prolýmbux “Montón” (de “Fuera de la burbuja”, 2024)
  6. The Cramps “Fever” (de “Songs The Lord Taught Us”, 1980)
  7. Rita Lee “Pagu” (de “3001”, 2000)
  8. Christina y Los Subterráneos “Tú por mí” (de “Que me parta un rayo”, 1992)
  9. Grazhdanskaya Oborona “Долгая Счастливая Жизнь” (de “The Best. Pt. 2”, 1990)
  10. Iggy And The Stooges “Gimme Danger (Feb 9 1974)” (de “Metallic’KO”, 1976)
  11. Nina Simone “I Wish I Knew How It Would Feel To Be Free” (de “Silk & Soul”, 1967)
  12. Neil Young “One Of These Days” (de “Harvest Moon”, 1992)
  13. Plasmatics “Put Your Love In Me” (de “Coup D’Etat”, 1982)
  14. Primas Hermanas “Como un tigre” (de “Miss Medolías”, 2019)
  15. Bala “Equivocarme” (de “Besta”, 2024)
  16. The Mynah Birds “It’s My Time (single version)” (de “It’s My Time/Go On And Cry”, 2012)
  17. Mavis Staples & Levon Helm “The Weight” (de “Carry Me Home”, 2022)
  18. Mikel Laboa “Txoria txori” (de “Bat-hiru”, 1974)
  19. Marcel Khalife “Ode To A Homeland” (de “Ode To A Homeland”, 1990) ∎
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