Billie Eilish, observada por decenas de fans en el concierto.
Billie Eilish, observada por decenas de fans en el concierto.

TOP 2020

2020: el año que fuimos a conciertos virtualmente

Un recorrido por algunos de los shows que hemos vivido este año... desde nuestras casas. Pandemia mediante, nos hemos agarrado al livestream igual que a las videoconferencias.

En el capítulo inaugural del pódcast “Fluxpod”, el crítico Rob Sheffield, un clásico de ‘Rolling Stone’, comentaba cómo no poder ir a conciertos durante 2020 le había arrebatado “la experiencia de ver cómo una canción te afecta en diferentes lugares”. Durante estos últimos meses, nuestra relación con las canciones y los discos se ha desarrollado básicamente entre unas pocas paredes, es decir, no sabemos cómo mucha de esa música suena de viaje, en una fiesta, en un festival, en un concierto. La mayoría ha quedado fosilizada en un tiempo y un lugar de los que, sobre todo, queremos escapar. 2020, tu casa.

¿Quién no ha dicho alguna vez “mira que esta canción en el disco me daba igual, pero en concierto me ha flipado”? Puede que ni siquiera sea cuestión de cambios en la composición. Puede que sea más el entorno, puede que sea más la compañía; no solo de tus amigos, sino de todo el resto de la gente. Algunas canciones no cobran vida hasta que escuchas cantarla a alguien que no es el artista ni eres tú mismo. 

En un año sin esa conexión más o menos directa, nos hemos agarrado al livestream igual que a las videoconferencias. Primero con ilusión, después con una temerosa normalidad, más adelante con cierta penuria. Y eso que el género ha evolucionado con tanta rapidez como las fórmulas de Pfizer y Moderna. En tiempo récord hemos pasado de las pequeñas emisiones de dormitorio y las beat-battles de Verzuz (protagonizadas por gente rica, pero con sus fallos técnicos) hasta una megaproducción de presupuesto millonario como “Studio 2054” de Dua Lipa.

Dua Lipa, en uno de los momentos de su espectacular concierto <em>online</em> “Studio 2054”.
Dua Lipa, en uno de los momentos de su espectacular concierto online “Studio 2054”.

Entre medias ha habido toda clase de experimentos. En abril llegó “One World: Together At Home”, especie de “Live Aid” para el que Charlie Puth ni siquiera se preocupó por adecentar un poco su cuarto. Los Jugadores Más Valiosos del evento fueron, seguramente, los surcoreanos SuperM: imborrable verles cantar “With You” mientras mostraban sus hobbies de confinamiento, como cocinar, colorear o montar maquetas náuticas. Un par de meses después, el 14 de junio, sus paisanos BTS batían el récord Guinness de “mayor número de espectadores de un concierto en streaming con “Bang Bang Con: The Live”: 756.000 espectadores desde más de un centenar de países. 

Dua Lipa tendría algo que comentar sobre esa cifra, pero no adelantemos acontecimientos. Antes de su “Top Of The Pops”deluxe, artistas y grupos algo menos obligados a epatar a base de espectáculo se las ingeniaron para seguir en contacto con sus fans a través de conciertos online. Entre lo más sonado, la serie “Cosmic Streams” de Angel Olsen, una serie de “experiencias visuales en streaming” filmadas por su colaboradora habitual Ashley Connor. Sin gran pompa, pero con embrujadora circunstancia, Nick Cave se sentó delante de un piano en el salón victoriano del Alexandra Palace y grabó “Idiot Prayer”, recital extrañamente íntimo a pesar del inmenso espacio o de las distancias. Es Cave tocando para sí mismo, como si no hubiera nadie al otro lado de las pantallas.

El septeto coreano BTS batió todos los récords con su espectáculo “Bang Bang Con: The Live”.
El septeto coreano BTS batió todos los récords con su espectáculo “Bang Bang Con: The Live”.

A finales de octubre, cuando esto del livestream empezaba ya a clamar al cielo (en parte porque las entradas tampoco son baratas), llegó Billie Eilish con “Where Do We Go? The Livestream”, un punto y aparte que invita a soñar en el concierto virtual como su propio arte, su propio género de entretenimiento; algo que podría seguir existiendo cuando acabe todo esto y las giras globales de superestrellas pop vuelvan a ser realidad. El escenario es una gran pantalla verde (de unos dieciocho por ocho metros) que permite situar a Billie, Finneas y resto de banda en los más diversos escenarios de realidad extendida: la persecución de una araña gigante en “you should see me in a crown”; lo profundo del mar y sus tiburones en “ilomilo”; unos forcejeos con un cochazo futurista en “bad guy”. 

Hablamos del livestream siempre como interesante añadido, nunca como un sustituto de la cosa real. Cuando escuchas un directo mítico grabado antes de que nacieras, envidias a los que aplauden. Con estos conciertos en streaming  pasa un poco lo mismo: despiertan la nostalgia por lo no vivido, o por esa vida anterior en la que un concierto significaba hacer cola, esperar, ser pisado y corear. ∎

El <em>livestream</em> de Billie EIlish, entre bambalinas.
El livestream de Billie EIlish, entre bambalinas.
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