Por amor a la vida. Foto: Nico Bustos
Por amor a la vida. Foto: Nico Bustos

Entrevista

Jane Birkin, una ventana abierta al mundo

La gira del álbum de versiones de las canciones más célebres escritas por su compañero Serge Gainsbourg la lleva por los escenarios del mundo desde hace dos años. En ese tiempo, ha publicado un libro, ha escrito otro que está a punto de salir y ha comenzado a componer un disco nuevo. Superviviente del suicidio de su hija mayor y de la leucemia, Jane Birkin sigue asomada a la vida.

Esta mañana de junio Jane Birkin contesta al teléfono desde Bretaña, donde se ha refugiado, entre compromiso y compromiso, para terminar de escribir la continuación, cuando se publique, de la primera entrega de su biografía, “Munkey Diaries. Journal, 1957-1982” (2018). El volumen está dirigido a su confidente, su juguete favorito de infancia, el mono de peluche ganado en una tómbola que fue testigo de su vida y con el que posó para la portada de “Histoire de Melody Nelson” (1971) y que, como desvela en el dietario que inició a los 12 años, depositó en el féretro de Serge Gainsbourg (1928-1991). “Durmió a mi lado. Compartió mi vida con John (Barry), Serge y Jacques (Doillon). Fue testigo de todas las alegrías y todas las tristezas. Frente a la devastación de mis hijas, deposité a Munkey en los brazos de Serge en el ataúd donde descansaba, como un faraón. Mi mono para protegerlo en el más allá”.

“Aquí está lloviendo muchísimo”, dice, mientras pregunta dulcemente en su inglés con marcado acento francés si se distingue el sonido de la lluvia a través del hilo telefónico. Le recuerdo entonces que hace justo un año estaba en Barcelona compartiendo cartel con su hija Charlotte Gainsbourg en el Primavera Sound. Aquel atardecer dorado enmarcó uno de los momentos más sublimes de la edición de 2018. “Yo también lo tengo grabado en la memoria”, admite. Ella, su pianista Nobuyuki Nakayima y la Orquestra Simfònica del Vallès –dirigida por James Ross–, una excentricidad deliciosa y embriagadora en medio de un evento de músicas contemporáneas. “No importa qué lengua hablemos cada uno. A los espectadores les conmueve y quizá eso lleve a la comprensión de los textos de Serge, aunque es todo tan bonito que no pasa nada si no entiendes la letra. Con sus melodías y los arreglos preciosos de Nobu, la gente recuerda su juventud, ese momento preciso en que escucharon ‘Je t’aime... moi non plus’. Con quién, dónde. Desde luego que se trata de nostalgia, pero todos se sienten transportados a algún otro lugar durante una hora y media”, reflexiona, a propósito de la cuestión de la extraordinaria recepción de estas canciones orquestadas, también por el público joven del festival.

“Es tan doloroso como cierto que tuve la mejor versión de Serge Gainsbourg hasta su muerte. Este es el resumen de nuestra relación, personal y profesional, después de que ya no viviésemos juntos. Y cuando canto ahora ‘Une chose entre autres’, en cierto modo y por extraño que parezca, yo soy él. Siento su pena y su alegría y, al mismo tiempo, me conmueve profundamente”

La dinámica con la que pasea su última criatura, “Birkin Gainsbourg. Le symphonique” (Parlophone, 2017), la ubica en cualquier lugar del mapa con una orquesta dispuesta a tocar el disco. Es el arreglista japonés, colaborador de Ryuichi Sakamoto en numerosas bandas sonoras para cine y televisión, quien entabla contacto con la dirección del conjunto seleccionado, que, primero, recibe las partituras y ensaya por su cuenta. Se encuentran pocos días antes del concierto y en la última prueba se incorpora la cantante. “Yo llego a la parte divertida”, bromea. “Me encanta encontrar cada noche una ciudad, un público, una orquesta y un director diferentes. De lo contrario, ¡estos dos años tocando exactamente la misma música hubiesen sido aburridísimos! En el fondo, somos un equipo pequeño quienes nos movemos por el mundo... ¡formamos una pandilla! Y lo mejor es que podemos hacerlo en cualquier sitio”, explica con entusiasmo. Bajo la dirección artística de Philippe Lerichomme, compañero de la icónica pareja desde los años setenta, Nakayima supo rastrear la huella de la música clásica en Gainsbourg y los sabores de otros gustos del francés. Ambos se responsabilizan de la elección de los temas, pero los ropajes a lo Bernstein o más próximos al jazz son cosa del pianista nipón. “Llego a sentirme, por momentos, como interpretando un musical. Siempre le decía a Serge que me hubiera encantado hacer ‘The King And I’ o ‘My Fair Lady’, así que imagina lo maravilloso que esto es para mí”.

Optimista, a pesar de todo. Foto: Nico Bustos
Optimista, a pesar de todo. Foto: Nico Bustos
Por suerte, ni el ajetreo ni los zarpazos acumulados en sus 72 años de vida la frenan. Cuenta que cuando en 2013 se suicidió la hija que tuvo con el compositor John Barry, la fotógrafa Kate Barry, dejó de escribir su diario, se le secaron las lágrimas y le invadió la tristeza. Pero ese dolor inmenso o el diagnóstico de leucemia que le sobrevino después –y que ha podido controlar– no pudieron con ella. Resulta que las canciones del amor de su vida vinieron al rescate y volvió al estudio para grabar un disco después de nueve años sin editar. La terapia de conciertos, aviones y hoteles ha funcionado, porque Birkin vuelve a querer comerse el mundo. A otro ritmo, a su velocidad, disfrutando de cada momento, paladeando las sensaciones. “A mi edad, es una grandísima suerte tener tantas ventanas abiertas al mundo. Cuando muchas personas encaran el final de sus días, yo puedo vivir, trabajar, viajar, conocer. Es una oportunidad inmensa de la vida y pretendo seguir explorándola”. Mucho por hacer, esa es la actitud. De hecho, está empezando a escribir un disco nuevo para el que, de momento, dice que tiene apenas un puñado de canciones y acaba de concluir otro libro, el segundo tomo de sus recuerdos, que se detendrá en la trágica pérdida de su primogénita a los 46 años, al precipitarse por la ventana de su apartamento parisino. A raíz de su fallecimiento, Birkin mantiene su compromiso con el centro para toxicómanos creado por la mayor de sus tres hijas.

“Fuimos afortunados por vivir en una época anterior a internet porque no debíamos tener cuidado con nada. Eso nos permitió vivir a nuestra manera, sin las intromisiones y ataques públicos que se producen ahora, cuando vivimos un momento muchísimo más difícil en el que muchas personas no expresan lo que piensan con sinceridad porque tienen miedo”

Y mientras canta pedazos de la historia íntima de muchas personas cuando desgrana “Baby Alone In Babylone”, “Ces petits riens”, “Lost Song”, “Fuir le bonheur de peur qu’il ne se sauve” o “La Javanaise”, ajusta cuentas con la suya propia con quien fue su otra mitad durante una década. “Je t’aime... moi non plus” no está en el disco y tampoco la interpreta en directo. Pero sí que la evoca la orquesta en un pasaje majestuoso, hacia el final del recital, que la artista aprovecha para retirarse del escenario, descansar unos minutos y “fijarme en las caras de la gente”. “No la he vuelto a cantar sin él porque era perfecta tal cual la hicimos, pero no es esta, ni mucho menos, la canción más especial. Serge me escribió las mejores después de nuestra separación y hay una que es un mensaje personal, más que ninguna otra, aunque de hecho todas lo fuesen”. Se refiere a “Une chose entre autres”, cuyos versos dicen: “Une chose entre autres que tu ne sais pas, tu as eu plus que d’autres le meilleur de moi” (“Una cosa que no sabes, has tenido más que otros lo mejor de mí”). La voz fina de Birkin ahora se vuelve transparente.“Es tan doloroso como cierto que tuve su mejor versión hasta su muerte. Este es el resumen de nuestra relación, personal y profesional, después de que ya no viviésemos juntos. Y cuando la canto ahora, en cierto modo y por extraño que parezca, yo soy él. Siento su pena y su alegría y, al mismo tiempo, me conmueve profundamente, porque no dejo de saber que soy yo esa persona a quien él se dirige. Es duro, sí”.

Es el envés de la joie de vivre que encarnaron Birkin y Gainsbourg, un legado que ella custodia y proyecta al futuro, en tanto que impulsora de sus reelaboraciones. Permanece fiel al recuerdo, abrillanta sus frutos más bellos y no niega –pero tampoco amplifica– las sombras. Su respeto salva de la espectacularización una figura fácilmente caricaturizable, la de él, con quien atravesó varias líneas rojas. “Fuimos afortunados por vivir en una época anterior a internet porque no debíamos tener cuidado con nada. Eso, unido a que, lo reconozco, nunca representamos una amenaza para nadie, nos permitió vivir a nuestra manera, sin las intromisiones y ataques públicos que se producen ahora, cuando vivimos un momento muchísimo más difícil en el que muchas personas no expresan lo que piensan con sinceridad porque tienen miedo. Es cierto que, como mujer, percibo una revolución necesaria que tiene que pasar, obligatoriamente, por la igualdad en los salarios. Tengo que decir que a mí siempre me trató todo el mundo muy bien y siento de verdad que fuimos una pareja muy querida”. ∎

Encuentro con dos directoras de orquesta

Uno de los grandes romances del siglo XX lo es, entre muchas cosas, por su transversalidad. Sedujo a Rufus Wainwright, admirador declarado de la pareja, quien fue el invitado especial de Birkin en el Carnegie Hall de Nueva York, y deslumbró en Pontevedra el 27 de octubre de 2018, bajo la batuta de Javier Viceiro-Filgueira en la dirección de la Orquestra Filharmónica de la ciudad. El público español tendrá dos oportunidades más este verano de comprobar el hechizo. Y pueden ser las últimas, si, como prevé la cantante, pone punto y final a esta larga gira a comienzos del año que viene.

El próximo 17 de julio estará en la programación de las Noches del Botánico, en el jardín de la Universidad Complutense, con la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid, compuesta por hasta noventa instrumentistas profesionales, todas mujeres, dirigidas por Isabel López Calzada. La segunda se celebrará el 31 de julio en el Auditorio Parque de Almansa para el concierto de inauguración del 50º aniversario del Festival de Teatro, Música y Danza de San Javier, y, de nuevo, con otra mujer al mando, Virginia Martínez, al frente de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia.

Birkin recibe la noticia con sorpresa: “No puedo creerlo. ¿Dos mujeres directoras?, ¿estás segura?”. Pide que se le detallen los nombres de las directoras y de las orquestas, para abundar en la veracidad de la información. “¿Cómo es posible que a estas alturas yo no supiese esto que me estás contando? ¡Es maravilloso, nunca me había pasado! Intentamos en varias ocasiones contactar con orquestas dirigidas por mujeres y, aunque estuvimos a punto de conseguirlo en Estados Unidos, nunca lo logramos. Entre mujeres, podemos ser nosotras mismas, no hay nada que disimular, no hay ninguna sospecha. Es fascinante que por fin vaya a suceder”. ∎

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