La guerra sin fin. Foto: Óscar García
La guerra sin fin. Foto: Óscar García

Entrevista

La Polla Records: punkis sí, pero no gilipollas

“El capitalismo recicla lo que le conviene”, sentencia Evaristo, que ha decidido devolverle el revés –o sumarse al reutilizaje– y resucitar a La Polla Records con “Ni descanso, ni paz!”, un refrito de canciones de “Salve”, “Revolución!!” y “No somos nada” que suena como un trueno y que presenta en una gira multitudinaria.

Evaristo Páramos (Tui, Pontevedra, 1960) es uno de los pocos que ha conseguido vivir del punk. Cuando le preguntas por qué algunos lo consideran “un vendido”, responde: “Ni idea... ¿envidia de pene?”. Y, sin embargo, se ha mantenido siempre dispuesto a hablar y no esconde un carácter abiertamente politizado. Si en su entrevista de 1989 para el programa ‘Plàstic’ de TVE-2 llevaba un parche de “Boikot Olimpiades”, ahora optaría por un “Boikot a todo”, aunque para la ocasión ha elegido una camiseta del Palestino. “Es un equipo de fútbol chileno que le cae simpático a todo el mundo. Es curioso, porque cuando dices que eres antiisraelí te acusan de antisemita, pero nos olvidamos de que los árabes también son semitas. Lo son todos los hijos de Sem, Cam y Jafet. Además, fíjate, es roja, blanca y verde. Parece la ikurriña... ¿qué más quieres?”.

Mientras para unos Evaristo es un vendido, otros lo aúpan como un emblema del punk. Para ellos también tiene respuesta: “Intentaron que todos fuéramos el Cojo Manteca, un chaval que merece todos mis respetos, pero que no representaba la idea del asunto. Es lo que siempre pasa: tú puedes decir mil cosas muy sensatas, que enseñen a la gente y muevan cabezas, pero, si sueltas algo tipo Chiquito de la Calzada, te van a sacar el ‘comorl’ y, en cambio, todo lo demás no. Con él sucedió lo mismo: lo tergiversaron, como hacen ahora con los okupas. Siguen escribiendo ‘ocupa’ con k cuando hablan de una mafia que le quita el piso a una vieja... ¿no es incorrecto en castellano? Pueden ponerlo con c como lo han hecho toda la vida. ¿Es eso en realidad un okupa o estamos jugando? Con lo del Cojo Manteca ocurrió igual: hacen que el punk sea aquello que ellos decidan. Así es como va la jugada: consiste en darle la vuelta al asunto y meterlo en la cabeza de quien les conviene, de esa mayoría silenciosa que le gusta tanto a Inés Arrimadas”.

Evaristo ahora vuelve a estar en boca de todos por su regreso con La Polla Records y el álbum “Ni descanso, ni paz!” (Cultura Rock, 2019), un refrito de canciones de “Salve” (Soñua, 1984), “Revolución!!” (Soñua, 1985) y “No somos nada” (Txata, 1987). Pero también formó parte de The Kagas –con miembros de RIP– y de The Meas, y aún continúa con su banda Gatillazo, con Raúl Lasa “Txiki” e Iker Igeltz “Tripi”, que integran la segunda formación de La Polla, completada con Manuel García “Sumé” y Abel Murua. En sus inicios, intentaron ponerlo al frente de una etiqueta (rock radikal vasco) “que les sirvió a algunos como arma arrojadiza. Pero ya no dispara, mamonazos”. Vivió la época de las avalanchas sobre los escenarios (“lo normal era subirse porque todos tenemos derecho y bla, bla, bla”), la de los lapos (“parecía una obligación escupir y ser escupido. Yo las obligaciones no las aguanto, y si te lo hacen en la calle, hay hostias... ¿a que sí?”) y también la del famoso “sonido frontón”: “En los frontones es donde salió la famosa frase de ‘tranquilos, esto con peña cambia’. Si solo el ruido que mete la pelota ya te vuelve loco, imagínate con vatios”. Porque antes de llenar estadios con su recién inaugurada gira de retorno, La Polla Records había pasado por todo tipo de festivales que quedan bien retratados en sus memorias “Qué dura es la vida del artista” (Desacorde, 2018).

Con la camiseta del Club Deportivo Palestino, equipo de fútbol de Santiago de Chile. Foto: Óscar García
Con la camiseta del Club Deportivo Palestino, equipo de fútbol de Santiago de Chile. Foto: Óscar García
Lo que todos conocen como La Polla Records tenía el sobrenombre interno de Comando Paco Martínez Soria: “Sus películas eran la esencia del español cateto y nosotros éramos muy de pueblo, por muy aspecto estrafalario que luciéramos con esas crestas. Los bares de carretera de toda la península se llevaban unas sorpresas increíbles cuando nos veían entrar con todo aquello. ¡Daba un mal rollo visual! Imagínate a una especie de rockeros raros, sucios, que tampoco eran los punks que ya habías visto en la tele o en tu pueblo; notabas que eran otros. Y luego, encima, empezábamos a gritar ‘¡oye!’ y ‘¡aiba!’. Nos comportábamos en todos lados como si estuviéramos en nuestro pueblo –Agurain, Álava–. Eso era el Comando Paco Martínez Soria”.

¿Y por qué no decidieron llamarse Comando Paco Martínez Soria cuando tuvieron problemas legales con el nombre de La Polla Records? “Porque teníamos que pelear por nuestro nombrecito y porque Paco Martínez Soria, ahora, una vez muerto, es mucho más fácil reivindicarlo... La movida empezó con nuestro técnico, que nos denunció por abandono de hogar o algo así, porque no lo echamos, sino que directamente nos escapamos de él. Ensayábamos en un local que era de su familia y se lo dejamos ordenadico. Ahí hubo acusaciones y malentendidos de todo tipo, pero en el pueblo se solucionan las cosas entre nosotros, no hay problema. Con levantar un poco la voz y decir ‘no te metas’ o ‘no hables de lo que no sabes’ es suficiente. La cuestión es que la situación duró doce años; el chaval era insistente. Nos prohibieron usar el nombre completo. Y luego no valía con La Polla; pues LPR. Hicimos eso de poner patentes y registrar marca por si después del juicio nos quitaban también la mitad del nombre que nos quedaba. Al final se acabó la banda –su último disco fue “El último (el) de La Polla” (Maldito, 2003)–. Me quedé solo con la movida y dije ‘pon La Polla Records y que les den por culo’. Ahora hemos recuperado el nombre. Con la de dinero que se había robado allí o que quedaría por robar, ¿cómo es posible que nadie lo hubiera patentado? Y nadie, nadie. La puta potra del Comando Paco Martínez Soria. También hemos recuperado no sé qué derechos, que ya me aclararé antes de morirme, si puedo. Tampoco me interesa mucho”.

Un caso parecido de falta de interés –o de información– les pasó con el millón de copias vendidas de su debut, “Salve”. Evaristo se enteró de que ganaron el Disco de Oro leyendo la prensa en el quiosco de Agurain donde trabajaba en aquel entonces: “Fíjate que la librería cambió de dueño y yo seguí ahí como una institución. El nuevo no me pudo echar. Lo de los discos lo leí no sé si en el ‘Pronto’ o en la ‘Súper Pop’ y, cuando fuimos a reclamar, nos dieron una mierda de pasta. Ahí aprendimos el significado de la palabra stock. Nos dijeron que era el número de discos que habían distribuido, pero que las tiendas todavía no les habían pagado. ¿Para qué te van a dar dinero? Si te vicia y corrompe tu arte, si tú no lo necesitas, entonces, claro, mejor se lo quedan ellos...”.

“Aprendimos el significado de la palabra stock. Nos dijeron que era el número de discos que habían distribuido, pero que las tiendas todavía no les habían pagado. ¿Para qué te van a dar dinero? Si te vicia y corrompe tu arte, si tú no lo necesitas, entonces, claro, mejor se lo quedan ellos...”

Evaristo Páramos

El conflicto con el nombre no fue el único caso de censura que han vivido. Desde hace más de una década, Evaristo canta en sus conciertos al frente de Gatillazo una jota contra las fuerzas del orden. Pero en 2018, en el festival Primavera Trompetera de Jerez de la Frontera, irritó a la policía y le pidieron los papeles, además de explicaciones: “Tampoco tenían ningún motivo. Estaba cantando esa jota que dice ‘policía hijo de puta’... ¿y ellos qué saben si hablo de mi ‘cuñao’?, ¿saben a qué policía en concreto me refiero? Esa jota se llama ‘tiempo libre’, es decir, cuando tienes tiempo libre sacas una chorrada. Además, ni siquiera es mía, pero no quiero que el autor vaya a la cárcel; por favor, dejémoslo en ‘jota popular’. Y quiero aprovechar la ocasión para resaltar que yo, entre mis colegas, nos hemos llamado muchas veces ‘hijo de puta’ y tampoco hemos sido tan tiquismiquis. ¿Qué pasa con las fuerzas del orden? ¿Estamos perdiendo la confianza? Si nada más que por esa chorrada te pones así...”.

Al final Evaristo lleva cantando –sean himnos, jotas u otro tipo de canciones– desde que estudiaba en los Trinitarios de Algorta, donde ganó varios concursos con versiones de Camilo Sesto, Emilio José o Juan Pardo. Ha llegado incluso a componer cánticos para los hinchas del Alavés. “Era muy entretenido. Después de hacer dos conciertos durante el fin de semana, yo era el que peor voz tenía de los trescientos que estábamos en el estadio. Recuerdo alguno de los himnos antiguos que no he hecho yo, pero que me han llamado la atención, como ese de ‘queremos la cabeza del linier’... ¡Joder, qué brutos!”. La última canción que ha compuesto es “Ni descanso, ni paz!”, “porque aquí no se puede descansar de ninguna manera y por fin nos dimos el gusto de hacer una letra con pocas frases. ¡Esas son las guapas!”. Pero si le preguntas si va a componer otras, responde: “Ahora nos preocupa más sonar como un cañón en la gira. Además, si te pones a escribir canciones nuevas es porque eres un grupo que vuelve para seguir, ¿no?”. Da la impresión de que se plantee poner, al fin, una lápida sobre La Polla. ∎

Numerología para crédulos

Parece que hayan pasado de puntillas sobre el hecho de que el regreso de La Polla Records a Madrid sea el 12 de octubre, Día de la Hispanidad. Aunque la fuerza de este primer anuncio se diluía con la confirmación de un segundo concierto justo el día anterior. Dicen que lo que ahora será una jornada de celebración para los dos bandos –los que asistan y los que se queden fuera– es fruto de la casualidad, pero no nos andamos con rodeos. ¿Evaristo cree en las casualidades? “La casualidad no existe, te lo concedo. Se acepta casualidad como animal de compañía”.

Hablar de la celebración de una supuesta unidad también nos lleva a hablar de autonomías: “Si nos pusiéramos a ello habría que hacer un montón para quitar a los vascos, a los catalanes, a los andaluces e incluso a los canarios, que tuvieron a Antonio Cubillo de la MPAIAC, o a los gallegos con los GRAPO”. Resulta curioso que, años después de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, volvamos a tener otro 1 de octubre entre las fechas estigmatizadas. “Hay cosas que también caen siempre en día 11. El 11 de septiembre de 1973 fue cuando mataron a Salvador Allende”. ¿Cree entonces en la numerología? “No, esto son órdenes de los de arriba”. Y sin darnos cuenta hemos llegado a un punto caliente de la entrevista. ¿Casualidad? “Esto suele pasar. Es como las canciones guapas, salen siempre de la nada”. Que se lo digan a él: cuenta la leyenda que la de “No somos nada” le pilló sin sitio donde apuntar y terminó escribiendo la letra en la puerta de un armario. ∎

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