Los habrá que pensarán que se trata de una salvajada. Que el fin no justifica los medios. Y menos cuando los medios ponen en peligro parte de nuestro legado pictórico. También tendrán parte de razón los que digan que para qué narices sirve la cultura si no es para escandalizar. En lo que estarán todos de acuerdo –chiste– es que con puré de patatas no, por favor. La última obra intervenida en pro de un mensaje político ha sido un cuadro de Monet, “Los almiares”, en Alemania. Sucedió ayer, 23 de octubre, en el Museo Barberini de Potsdam. Los responsables del acto, activistas climáticos.
Como se han esforzado en subrayar los medios, no se trata de la primera ni la última pieza de museo que protagoniza sucesos semejantes: “La Gioconda” o “Masacre en Corea” ya pasaron por ahí. “El arte siempre es vulnerable porque provoca respuestas, porque inconscientemente puede devenir en prototipo”, explicaban a ‘La Vanguardia’ las expertas en iconoclasia Beatriz Yoldi y Dimitra Gozgou, autoras del estudio “La destrucción del arte” un lustro atrás, en aquel momento por el ataque de Estado Islámico al templo de Bel. Una tradición, la de atacar símbolos, que ya practicaron –recordaban las expertas– las culturas mesopotámicas.
El vídeo ha viajado sin pasaporte por redes sociales y los medios de comunicación se han hecho eco de él. Sin mucho contexto. Como ya pasó unos días atrás con un –así se calificó– “atentado” sobre “Los girasoles”, de Van Gogh. “¿El arte o la vida?”, bramaron las activistas en Londres. Afortunadamente, algunos profesionales sí han tomado perspectiva y han explicado por qué suceden estas acciones y si tienen las consecuencias deseadas.
‘Télam’, por ejemplo, publicó un interesante artículo que arrojaba, mal verbo para el tema tratado, preguntas clave sobre la intervención contra el cuadro: ¿cuándo una obra de arte se resignifica y se transforma al ser intervenida? Como hemos dicho –en medios y también en plataformas hay posturas a favor y, claro, en contra (“Se está hablando del gesto, ¡no de qué reivindican!”)–, hace años que la pregunta campa sin resolver, solo avivada por actos que para algunos van en contra de la historia de la Humanidad y que para otros se desarrollan por el bien de la misma.
Como –¡por suerte!– no solo de puré de patatas y sopas vive la persona con contradicciones, nerviosa por no tener una opinión ante sucesos como el de este domingo, viramos hacia otro espacio donde lo político ha tenido siempre cabida popular para surgir: la música en directo. Algunos han sabido hacer de su carrera un combo entre lo político y lo emocional. Haciendo pasar una cosa por otra (y la otra por la una). Fito Páez, buen ejemplo de ello, tocará en Madrid este martes 25 de octubre y el sábado 29 en Barcelona. Por otra parte, un festival con gusto por los compromisos variados, como el Cruïlla Tardor, ha anunciado novedades en su programa, en el que destacan Kodaline, Viva Suecia y Dorian. Subliminal, ganador de los concursos Sona9 y Maleducats, será el encargado de abrir el concierto de Rayden del 26 de noviembre, mientras que Aiko el grupo y Banani actuarán antes de Carolina Durante el 1 de diciembre. Más anuncios: Iggy Pop, Rancid y Lucinda Williams, entre otros, encabezan el cartel de Azkena Rock Festival, que se celebrará en Vitoria-Gasteiz del 15 al 18 de junio de 2023 y acaba de hacer el primer anuncio de un plantel en el que también destacan Steve Earle, Calexico, Melvins y Os Mutantes. Para los que quieran un directo de alto voltaje sin salir de casa, rescatamos un Tiny Desk Concert reciente –valiosísimo, para variar, este directo de NPR– con reivindicación queer y sonido directo a nuestras caderas. Tokischa, papá.
Si hay algo más político que “La vida és ara” (2020), disco con el que Pau Vallvé nos describió a todos a la perfección durante la pandemia, es “:)”, sucesor del primero. El álbum se publicó el pasado viernes, es de los que no caducan aunque la vida corra a golpe de storie y habla sobre los cuidados y en colectivo, ya sea en forma de samba o en plan “balada ‘Carrie & Lowell’”. A rescatar. Como otra de las novedades que recibimos al inicio del fin de semana: el delicioso “Estrany triangle amorós”, versión de New Order a cargo de Sandra Monfort.
Fans de lo oscuro, más enhorabuenas: The Cure estrenaron el pasado viernes, durante su concierto en Cracovia, un nuevo tema, “I Could Never Say Goodbye”, que formará parte de su próximo álbum, “Song Of A Lost World”. Y Ade Martín, a la que hasta hace poco solo conocíamos como bajista de Hinds, se presentó en primavera como Shanghai Baby con “EP01”, retrato de una etapa personal convulsa. Ahora lo publica en físico y anuncia concierto para el 31 de octubre en la sala madrileña Siroco. Además, esta edición física llega acompañada con la publicación de un nuevo sencillo, en este caso una versión de “Leon On Me”, de Bill Withers.
Terminamos con más buenas noticias para los amantes de formatos tangibles: Mute reeditará como vinilo de edición limitada, caja de CDs y también en digital la discografía del trío de synthpop belga Telex, formado por Dan Lacksman, Michel Moers y el difunto Marc Moulin. Homenaje merecido a una banda imprescindible de la electrónica de latido pop: “Moskow Diskow” en el salón de casa (<3).