Revelaciones muy personales. Foto: Alfredo Arias
Revelaciones muy personales. Foto: Alfredo Arias

Entrevista

Lorena Álvarez: “Intento comunicarme con un lugar profundo que está también en los demás”

Lorena Álvarez ha tejido una obra que oscila entre la raíz popular y la revelación íntima. Ahora, con “El poder sobre una misma”, la asturiana se adentra en un territorio más místico y sensual, donde la introspección se convierte en herramienta de libertad. Su voz, serena y terrenal, busca –como ella misma dice– “conectar con el corazón, donde están guardados los secretos del mundo”.

Protegida por unos grandes cascos, Lorena Álvarez (San Antolín de Ibias, 1983) se enfrenta a su propia voz acompañada por una cerveza en una bucólica terraza de la madrileña calle Bailén. Ha descendido de su Asturias natal, del pequeño pueblo en el que vive alejada del bullicio urbano, para celebrar el estreno de su último disco: “El poder sobre una misma” (Montgrí, 2025). Allí, en la recóndita localidad, dice sentirse conectada con lo importante; despiojada de la vociferante avalancha de egos y prisas que atropellan a los que habitan la ciudad. Y es cierto que, contra el cacareo guiri-políglota que picotea como un pájaro carpintero a su alrededor, se la ve risueña y aliviada. Zen. En escurridiza armonía. Aunque, más allá de su tranquilo código postal, también puede deberse a su recién estrenado estado. Al fin y al cabo, Lorena Álvarez está, dicho vulgarmente, recién parida.

¿Qué es, si no, vamos a ver, la gestación de un disco más que una forma de procreación? En el caso de Lorena, un vástago con alma de indie folk mutante que respira vida propia y se alimenta de intuición, experiencias y raíces. También de mucha introspección y de la gravilla de los días. Cada canción nace de la observación y del pulso cotidiano, de esa mezcla entre lo que pasa dentro y lo que sucede fuera. Su forma de crear no responde a fórmulas ni a estrategias, sino a la necesidad de contar algo que le ronda la cabeza hasta que toma cuerpo en una melodía. Y traduce una atmósfera un poco hippie. Un poco animista. Un poco como la propia Lorena.

“Los pensamientos”, vídeo realizado por Laura Moreno.

Han sido tres años de embarazo hasta llegar aquí, ¿cómo se siente por fin escucharlo terminado?

Lo estaba escuchando ahora y digo: ¡qué alivio! ¡Por fin! ¡Por fin he dado a luz! Este embarazo tan largo... ay. Entonces ya es como lo que siempre digo: para mí ya es el fin de este proceso, que para la gente es el principio automáticamente de otro, pero para mí es el fin. Y ya ahora digo: “Vale, ya me he liberado”.

¿Y qué te pasa después de ese parto musical? ¿No hay un vacío, una especie de “miembro fantasma”?

A mí para nada. Para mí es una sensación de alivio total, porque se me hace muy largo y muy duro todo el proceso de llevar eso a la realidad. A mí lo que me gusta es estar en mi casa componiendo tranquila. Todo lo que viene después de la grabación, de la producción, del diseño, de ponerlo todo en orden, de que eso se haga físico y material, se me hace siempre muy cuesta arriba. Entonces es como: ¡ah, he terminado! Estoy muy contenta.

Viendo este disco, da la sensación de que hay una mirada importante hacia ti. Pero tú dices que lo más importante de la música es compartirla. ¿Hasta qué punto piensas en el oyente cuando compones?

Yo siempre voy en la misma línea. Todos los trabajos que hago están basados en mi experiencia personal, en las vivencias que tengo, en las cosas que aprendo, y siempre intento extraer de todo eso lo que es el esqueleto de esas situaciones. Nunca hablo de detalles personales; creo que nadie podría conocer mi vida escuchando mis canciones. Intento extraer algo general y común al resto de las personas. Siempre digo que mi cometido es intentar llegar a un lugar profundo, conectar con el corazón, donde están los secretos del mundo guardados. Hago un proceso de inmersión, de búsqueda, para traer eso a este mundo físico y compartirlo con los demás. Es un recordatorio, porque esas cosas las tenemos todos dentro.

En tus canciones se nota cierta espiritualidad. ¿Cuál es tu relación con la fe?

Tengo una relación con la fe inquebrantable porque, si no, no me dedicaría a hacer canciones. Este disco lo describo como un disco místico y sensual.

“Todos los trabajos que hago están basados en mi experiencia personal, en las vivencias que tengo, en las cosas que aprendo, y siempre intento extraer de todo eso lo que es el esqueleto de esas situaciones. Nunca hablo de detalles personales”

¿Místico y sensual?

Sí. Es un disco que por una parte tiene los pies muy anclados en la tierra –hablo de cosas mundanas, de deseo– pero con la mirada y el corazón dirigidos hacia las estrellas, hacia algo más espiritual. Creo que las personas que nos dedicamos al arte tenemos una relación con esa mística: tienes que poner tu cuerpo y tu mente en un estado especial para conectar con esas cosas. La mística para mí es esa conexión con Dios sin dogma, sin religión, sin necesitar siquiera un Dios como tal, sino como concepto. Siento mi trabajo en la música de una manera monacal: es un compromiso que adquieres, tu vida gira en torno a eso, y la fe tiene que ser inquebrantable. A veces fallas o dudas, pero esa fe persiste a lo largo de tu vida.

¿Cuándo comenzó esa llamada artística?

Yo siempre la he sentido. Algunas personas la toman, otras no. Cuando la acoges no es que todo se vuelva fácil, al revés: ahí empieza el compromiso y ese trabajo monástico. No es una cosa que decidas un día, es algo que ocurre. Lo que sí decides es adquirir ese compromiso y llevarlo a cabo. Siempre he tenido esa pulsión, pero con los años he tomado más conciencia de lo que significa. La diferencia de este disco con los anteriores es que ahora soy más consciente de esa decisión, y he podido poner en palabras lo que antes solo intuía.

En este álbum parece que te sitúas en un lugar más tranquilo, más meditativo.

Sí. Llevo practicando meditación desde hace unos años y este disco está muy influenciado por esa manera de estar en el mundo. Me he situado un poco más en contacto conmigo misma, observando lo que pasa y dejándolo pasar. Se llama “El poder sobre una misma” porque tiene que ver con eso: con conectar con la calma interior. El Om, la vibración primigenia, te recuerda que todo vibra, que todo fluctúa.

Lejos del mundanal ruido. Foto: Alfredo Arias
Lejos del mundanal ruido. Foto: Alfredo Arias

¿No temes que mirar tanto hacia dentro te haga olvidar el mundo exterior?

No, porque nunca me quedo en mis detalles personales. No creo que a nadie le importe mi vida, ni quiero compartir eso. Intento comunicarme con un lugar profundo que está también en los demás, ofrecer un espacio de pensamiento libre, fuera de la presión del mundo. Vivimos con un velo que nos cubre los ojos y yo intento correrlo, tener momentos de visión del meollo de la cuestión. Cuantas más personas estén en contacto con ese meollo, más difícil será engañarnos.

Tus letras son muy cuidadas, casi poéticas. ¿Por qué elegir la música y no la escritura?

Me lo han propuesto, pero me encuentro cómoda en los límites de una canción. Lo otro se me hace grande. Me gusta la pequeñez de la canción, aunque luego se abra y sea enorme. Las letras sin música no dirían tanto. La melodía es vibración, respiración, plegaria. Conecta conmigo y reverbera.

Yendo a temas del disco. En “Una mirada oscura” hay unos coros muy especiales, casi litúrgicos. ¿Qué buscabas con ellos?

Exacto. En esa canción busco una sensación litúrgica, pero también pagana. Habla del deseo femenino y del sexo. Quería una congregación femenina que hablara de una manera espiritual del deseo y del sexo. Me imaginaba una logia de mujeres.

En este trabajo se percibe una conexión profunda con la feminidad y con la posición de la mujer, aunque en un primer momento me parecía una propuesta más amplia, más allá del género. ¿Fue intencional?

Sí, lo fue. El disco pretende tener una mirada amplia, pero inevitablemente escribo desde mi condición femenina. Soy una mujer y hablo desde ahí. Desde un lenguaje propio. En este álbum sentí que por fin encontraba ese lenguaje, más femenino y menos reactivo que en mis trabajos anteriores.

“No creo que a nadie le importe mi vida, ni quiero compartir eso. Intento comunicarme con un lugar profundo que está también en los demás, ofrecer un espacio de pensamiento libre, fuera de la presión del mundo”

Ese lenguaje femenino del que hablas, ¿lo entiendes como una reivindicación o como una apertura hacia algo más universal?

Más bien como una apertura. Lo femenino no es solo femenino, también pertenece a lo humano. Me interesa esa parte que incluso en los hombres ha sido menospreciada. En este LP he querido reconectarme con esa energía, sin intención reivindicativa, sino como una forma más libre de expresión.

En el disco también hablas de pensamientos y de introspección. ¿Padeces pensamientos intrusivos? ¿Crees que hay que saber acallar la mente para llegar a algo más profundo?

Claro, por supuesto. Pero para mí todos los pensamientos son intrusivos. Tengo una mente muy activa. Hace poco estuve en un retiro de silencio y fue curioso, porque estoy acostumbrada a estar sola, pero no en silencio con otras personas. Al principio es raro, pero cuando atraviesas esa superficie accedes a un lugar tranquilo y reparador, donde ves todo con claridad. Acallar la mente es muy difícil: mucha gente cree que meditar es dejarla en blanco, y eso es imposible. La mente es una máquina que siempre está funcionando. Lo que sí puedes hacer es observarla, no identificarte con todo lo que piensas. De eso hablan las canciones: de darte cuenta de que no eres lo que estás pensando constantemente.

Si tu propósito en la vida no es simplemente llevar a cabo tus deseos, ¿cuál dirías que es entonces el propósito de una vida, por ejemplo, para una música como tú?

No lo sé. Hoy en día parece que todo el mundo tiene respuestas para todo, y yo prefiero no saber. Hay una frase del “Volando voy” de Camarón, con letra de Kiko Veneno, que me encanta: “Yo no sé quién soy, ni lo pretendiera”. Me siento muy identificada con eso. Mi propósito, si tengo que decirlo, es mantenerme en contacto con la inspiración que me guía y seguir explorando ese camino, casi de forma monacal. Es un compromiso con mi arte, con llevarlo a cabo. Pero cada uno tiene que encontrar el suyo, yo no tengo una respuesta universal. ∎

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