Sara Fontán decidió que, aunque los años de gran esfuerzo de carrera en música clásica sí daban buenos resultados –fue reconocida como expediente del año–, aquella vida no era saludable, no le compensaba y abandonó Inglaterra tras varios años. Previo paso por Vigo, su ciudad, acabó en Barcelona, estudiando en ESMUC, “pensando que el jazz era la libertad”. Resultó no ser cierto. “Es lo mismo, pero en vez de leer en horizontal o en paralelo al suelo, leo en vertical. Leo acordes, tengo que tocar John Coltrane en el violín, es un delirio. No teníamos poco con Paganini, sácate el solo de John Coltrane y pásalo a partitura y tócalo con el violín. Ultrabsurdo, porque John Coltrane lo tocó ese día así”.
Giro de guión. “Manos de Topo fueron un poco la salvación. Pensaba: ‘Son punks, no tienen ni puta idea de tocar, se lo pasan increíble. ¿Yo qué estoy haciendo con mi vida? Soy imbécil, porque no me estoy divirtiendo, toco muy bien pero a nadie le interesa. Y esta gente, que uno toca con colorines y el otro no puede hacer una cejilla, conectan con la gente’. Ahí empezó todo para mí”, recuerda.
La violinista publicó con el grupo sus tres últimos trabajos, además de colaborar con otros artistas como Mishima y Joan Colomo. Y también con La Orquesta del Caballo Ganador, colectivo musical basado en la improvisación, en cuyo núcleo duro se encontraba Edi Pou, conocido por ser batería del dúo experimental Za!, la otra parte de Los Sara Fontán.
Sara viene de la clásica y Edi de la escena hardcore. ¿Os habéis adaptado a partes iguales?
Sara: Hay un violín, igual eso hace que sea una cosa más mía. No porque sea algo mío, sino porque yo antes tocaba de una manera diferente.
Edi: Totalmente. He aprendido mucho. He tenido que aprender la dinámica, sobre todo. En todos los grupos en los que he tocado lo he intentado, pero con Za! nos cuesta porque somos muy intensos, de todo muy arriba. Con Sara he aprendido mucho la dinámica, texturas distintas, y a generar otro tipo de sentimientos en un directo. Esto también lo agradezco mucho.
Sara: Y yo aprendí de él esa energía y ese tocar de una manera más divertida también. A jugar. Que no sea tan importante exactamente cómo lo haces.
El proyecto existe desde hace más de cinco años en los que no habéis parado de tocar, pero hasta hace poco habíais decidido no publicar material discográfico. ¿Cuáles eran los motivos?
Edi: Era un reto de Sara, cuestionar cómo se hacen las cosas y cuestionarnos a nosotros mismos. Son los dos motores. Esta cosa de la rueda de la industria, que parece que hay que hacer las cosas de una forma y creo que es aplicable a toda la vida, no solo a la música. Estamos en un momento en que quizá tenemos más opciones que nunca en ciertos ámbitos para hacer cosas de formas distintas, y al final todo, del trap hasta la clásica, acaba siendo la misma rutina. De disco, promo, gira, pausa, single, videoclip, no sé qué. La cosa era intentar hacerlo de forma distinta. Un grupo puede girar, puede tocar, puede tejer una comunidad de gente y tirar para delante sin tener que grabar. Y sí, hemos estado cinco años haciéndolo. Nos hemos demostrado que sí y hemos llegado a un punto en el que nos planteamos si hemos de seguir así porque tenemos que ser consecuentes con nosotros mismos, o no, porque ya lo hemos hecho y tenemos ganas de probar otras cosas.
Y aquí viene el cambio y la decisión de grabar.
Sara: Por contradecirnos, porque tenemos un espacio en casa donde poder grabar, porque no tenemos hijos y algo hay que dejar, porque nos hacemos mayores. Y esta cosa efímera de que solo lo podemos hacer en directo, si quieres oírlo tienes que venir, lo escuchas y ya. Hay un momento que dices “hostia, y si me muero, ¿qué? No dejo nada, esto se acaba”. También es superbonito poder acompañar a la gente fuera del escenario y que establezcan vínculos contigo en otros lugares.
Es como transitar una delgada línea entre el underground, donde tenéis mucha experiencia –especialmente Edi– montado giras autoorganizadas, y la industria. ¿Estáis cómodos en ella?
Sara: Mientras sea una parte de la industria más o menos ética, estamos bien. Cuando no es del todo ético, entonces creo, honestamente, que es una cuestión económica, que nos tienen que pagar muy bien. A veces cedes a hacer ciertos conciertos porque tenemos también que vivir, como todo el mundo. Se valora cuánta publi hay, hasta dónde llega su imagen, nuestra imagen.
Edi: Hay que preguntar, negociar y que la puesta en escena, la situación para el público, para nosotros, para todo el mundo, no desvirtúe al final la experiencia que tiene que ser el concierto. Yo no nos veo en un macrofestival y no creo que toquemos. Nunca se sabe, también decíamos que no sacaríamos un disco.
¿Se ha activado algún mecanismo de la industria que se resistía a ponerse en marcha sin un disco en el mercado?
Sara: Sí, las entrevistas. Hasta que no sacas un disco no te entrevistan.
En cierta manera puede ser normal.
Sara: Bueno, pero ¿el periodismo funciona solamente con la noticia o funciona por la propia curiosidad del periodismo, de ir a un concierto, descubrir…? Y no solo a nosotros, sino a toda la gente que hay haciendo cosas que no están dentro de la rueda. Porque ahora nos entrevistan porque también sacamos un disco, pero llevamos muchos años tocando. Sigue costando que te hagan caso, pero de alguna manera sí que te hacen un poco más.
Edi: Yo creo que sí, que se activan ciertos mecanismos a los cuales no teníamos acceso, como esto, pues entrevistas, incluso ciertos conciertos, también el hecho de tener un disco hace que puedas entrar en la cabeza de cierto programador.
Sara: Porque te puede escuchar, pero yo ahí lo entiendo un poco más. En nuestro entorno nos han ido programando por el de boca en boca.
¿Cómo ha sido el proceso de grabación? Habéis montado un estudio en casa, supongo que habéis podido trabajar con calma.
Sara: Totalmente, descubriendo el método de grabar. Cómo hacemos para grabar algo que solo existía en directo. Tomando decisiones, cómo hago este loop, grabamos por capas, primero las baterías, cómo se graba una batería… Nos ha ayudado Santi Garcia un montón. Vino a casa, nos dejó los micros, los colocó, nos echó una mano y ahí estuvimos dos semanas encerrados con calma. También mucha edición, que me fascina, y a Edi también. Es algo que ya hacíamos con bandas sonoras, hemos grabado mucho en la vida. No era algo completamente nuevo el grabar, solo la batería. Pero producir sí que, claro, nos hemos producido nosotros.
“Queda pendiente” es una celebración de vuestros conocimientos, influencias, gustos y colaboraciones previas.
Sara: Es un buen caos de disco. Me cuesta definir lo que pasa ahí dentro. Aunque sí, nunca hubiésemos hecho una canción tan folk como “Quérome” si no hubiésemos tenido estas experiencias vitales de colaborar con Tarta Relena, Cocaña o Amorante y tocar otros estilos.
Pienso en “Magaluf”, con un comienzo de banda sonora y final para fans de Aphex Twin. ¿Me ayudas a reconocer qué parte viene de ti y de la clásica, Sara?
Sara: Trabajamos de dentro hacia fuera. Es una máxima que le escuché a Laurie Spiegel, una música de sintes. Explica que en la actualidad estamos muy influenciados e intentamos hacer un estilo, cuando hay que escuchar hacia dentro y reconocer lo que a ti te sale. Cuando la escuché reconocí que eso es lo que nos pasa. Hago una música y pienso “¡qué cursilada!”. ¿Por qué? O “¡qué agresivo!”. Bueno, abrázalo, porque es lo que nos sale, no lo luchamos. Si sale raro, sale raro.
Edi: También cuando intentamos hacer el proceso inverso, pasa como en “Talbot Samba”, que inicialmente intentamos hacer una samba y de samba solo tiene el nombre. Se convirtió en “Talbot Samba”, un modelo de coche, porque se parece más a una ruta en coche. Es muy bonito que se quede así, todo lo contrario. Esta es nuestra samba.
¿El título del disco se relaciona de alguna manera con vuestra hiperactividad?
Edi: Somos hijos de nuestro tiempo, siempre hay tareas pendientes y cuando las tienes hechas piensas que podrías hacer algo más. Al final somos autoempleados. Es esta paradoja del crecimiento eterno que llevamos dentro. Hay que intentar luchar contra ello y cerrar etapas. Después también se nos ocurrió en una pendiente en los Pirineos, cruzando la frontera entre Andorra y Francia yendo a tocar (risas). Además, la humanidad vamos por una pendiente, sin freno, así como una bolita de nieve.
Sara: Sí, queda bajada todavía. ∎