Amigos para siempre. Foto: Juan Miguel Morales
Amigos para siempre. Foto: Juan Miguel Morales

Concierto

Maria del Mar Bonet y Quico Pi de la Serra, una historia verdadera

Maria del Mar Bonet y Quico Pi de la Serra son dos seres de mirada encendida y actitud íntegra. Más de cincuenta años de amistad y oficio los consagran como referentes absolutos de la cançó. Rockdelux quiso ser testigo de su reencuentro, que sirvió de concierto inaugural del 40 aniversario del Festival Internacional de Música Popular y Tradicional de Vilanova i la Geltrú el pasado viernes, 9 de julio.

Un viaje a Vilanova i la Geltrú obliga a saldar cuentas pendientes. Todas ellas placenteras, no vayan a pensar: en primer lugar, una cita con el maestro Francesc Burrull, residente histórico de esta localidad mediterránea y, a sus 86 años, preparando el lanzamiento de una nueva propuesta discográfica. La cita, a la que también acude la cantante Laura Simó –milagro de mujer al servicio del arte–, es en la terraza del restaurante Marina, donde el maestro, que tiene trato preferente, ha vivido no pocas digestiones felices. Con la cazuela de arroz caldoso ya en la mesa, después del refrescante xató, se oyen los primeros acoples y golpes de bombo. Provienen del escenario que está justo al otro lado del paseo, donde ya están poniendo a punto el sonido para el concierto que, a las diez de la noche, inaugurará la edición número 40 del Festival Internacional de Música Popular y Tradicional (FIMPT).

Es entonces cuando le cuento a Burrull que los preparativos son para el encuentro entre Maria del Mar Bonet y Quico Pi de la Serra, dos nombres a los que él acunó artísticamente. “Quico era el más músico de aquellos ‘Setze Jutges’ y Maria del Mar tenía una voz tan fresca y personal que la hacía única”, recuerda. En aquel entonces Burrull era el director musical del sello Concèntric y, como tal, el encargado de vestir musicalmente el discurso de aquellos voluntariosos activistas de la cançó. “La verdad es que para ellos no hice mucho, porque ya tenían un discurso musical propio, a diferencia de otros. Recuerdo, eso sí, arreglos de piano para la versión de ‘L’àliga (àguila) negra’ de Maria del Mar y las escuchas de Guillem d’Efak con Quico, que era un muy buen aficionado al jazz y al blues y que contrató al guitarrista René Thomas para que pusiera su guitarra en ‘L’home del carrer’”.

Le explico que lo que ofrecen es una revisitación del disco conjunto que publicaron en 1979 con Ariola, “Quico - Maria del Mar”, donde llevaron al estudio el repertorio que los había unido ese mismo año en una propuesta de directo que se tituló “Per Corpus al Romea”. “Más allá del talento y la personalidad artística de cada uno, lo que tienen en común Quico y Maria del Mar es que son auténticos y genuinos en todo lo que hacen. Por eso, que hicieran aquello juntos era algo tan natural como fructífero”, sentencia Burrull, antes de añadir: “Me alegra saber que, más de 40 años después, sigan estando ahí, y si no fuera porque me debo a mi siesta si quiero seguir soplando la tarta, iría a saludarlos. Dales recuerdos de mi parte”.

Así lo hice tan pronto los vi, y los dos me dedicaron una sonrisa entrañable y cargada de complicidad. Pocas palabras, porque ya estaba la prueba de sonido a pleno rendimiento y era necesario repasar las partes del repertorio donde comparten estrofas, entradas, salidas, solos y todo ese protocolo. Encargados del andamiaje musical, los flancos quedaban cubiertos en el extremo de Maria del Mar por el polifacético Dani Espasa (piano y acordeón), responsable también de la dirección musical, y, por el del Quico, por el prodigioso y entregado Joan Pau Cumellas (armónica). Como encargados de la sección rítmica, los serviciales Toni Cuenca (contrabajo) y Marc Vila (batería). En el aire, en la atmósfera, en las partículas sonoras y el espíritu emocional de este nuevo reencuentro planeaba la ausencia-presencia del malogrado guitarrista y mano derecha de Quico, Amadeu Casas.

El reconocimiento mutuo entre dos artistas únicos. Foto: Juan Miguel Morales
El reconocimiento mutuo entre dos artistas únicos. Foto: Juan Miguel Morales

Dos horas de prueba dejan poco margen para reponer fuerzas y ponerse las mejores galas. Cada uno se retira a sus aposentos, que en este caso se encuentran en el hotel Cèsar, más o menos a un kilómetro de distancia, y es allí donde Maria del Mar reconoce que “es mucha la admiración y el respeto que siento por Quico, pero el amor que nos tenemos aún es más fuerte, y aquí nos tienes, 50 años después compartiendo escenario. No puedo ser más dichosa”. Y en el mismo sentido es como se expresa Quico: “Cuando nos conocimos, ella ya me atrapó y yo nunca más me he soltado. Cada uno hemos hecho nuestra carrera a nuestra manera, sin estar pendientes de corrientes ni modas. No sabemos hacer otra cosa que ir a la nuestra y a mí siempre me ha gustado juntarme con artistas que cantan mejor que yo, cosa que tampoco es muy difícil, pero es que yo de Maria del Mar siempre aprendo”.

Pasan veinte minutos de la hora anunciada, pero ya se sabe que en estos tiempos de prevención, distancia y mascarilla, acomodar a mil personas en un espacio abierto como la Plaça del Port de Vilanova requiere una atención particular. Finalmente, aparece Quico con el clásico blues de Big Bill Broonzy “Hey Hey Baby” y, acto seguido, Maria del Mar entra para dar rienda al primer tema compartido extraído del histórico “Quico - Maria del Mar”: “Repoblació forestal”. La ovación será tremenda y los aplausos ya no cesarán hasta el final del espectáculo, que se alargará hasta poco después de la medianoche. Por el camino, caerán otras citas al mencionado disco, como la canción que Quico escribió para Maria del Mar, “Nocturna”; también “Petita festa”, de Toti Soler, “Es fa llarg, es fa llarg esperar” de Pau Riba, “Cada dia tinc manies”, “L’amor tot s’ho val” (versión de “All In Love Is Fair” de Stevie Wonder), “La cançó de l’atzar” y la jazzística “Jim”, de la que se ella se enamoró cuando la escuchó en voz de Billie Holiday y él le ofreció su adaptación al catalán.

Entre las aportaciones extra por parte de Quico destacar, por un lado, las “brassenianas” “Igual que ahir” y “L’home del carrer”, y temas tan exponenciales de su dualidad creativa (poética y crítica) como “La cultura” y “Suau”. Maria del Mar, por su parte, fijó a piano y voz el “Abraça’m” (“Embraceable you”) de Cole Porter y la “Dolça remor de cada tarda” (“As Tears Goes By”) de The Rolling Stones. El tramo final se encauzó compartiendo la devoción por Guillem d’Efak y su “M’agrada el blues”, y dando rienda suelta a himnos acuñados en tiempos pretéritos, aunque para muchos aún hoy vigentes, como “Què volen aquesta gent?” i “Si els fills de puta volessin”. El público, en pie, agradeció generosamente la entrega y la complicidad de estos dos colosos de la cançó, pero, sobre todo, sintió y apreció que allí no había artificio ni impostura; aquella era una historia verdadera. ∎

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