Sin alzar demasiado la voz, pero sin dejar de hacerse notar, Claud lleva varios años mejorando y perfeccionando un ideal de canción (indie) pop que en su esperado álbum de debut, “Super Monster”, alcanza importantes cotas de belleza y emoción.
Ya no está demasiado claro si podemos llamar a lo suyo “pop de dormitorio”, etiqueta que no gusta a Claud y que cuesta aplicar a un álbum con tanto colaborador señero por medio o mezclado en los mismísimos Electric Lady Studios. Su pop disfrazado de indie rock (o viceversa) suena más grande, espacioso, brillante que nunca; fácil de imaginar sonando en todas partes si Claud contara con una máquina promocional potente a su alrededor.
Primer álbum de Saddest Factory, el sello de Phoebe Bridgers con Dead Oceans, “Super Monster” es una colección de hits potenciales con el amor como principal inspiración. Empieza fuerte y feliz con “Overnight” (compuesta a medias con Cole MGN, brazo derecho de Beck desde “Morning Phase”, de 2014), pero enseguida abraza la decepción más emotiva en “Gold” (mano a mano con Bram Inscore, hitmaker con Troye Sivan, BTS o Chloe x Halle), en la que el nivel de delicada precisión puede remitir a Yumi Zouma.
Claud se mueve entre sentimientos y sonidos con total confianza: “Soft Spot” y, sobre todo, la rotunda “Cuff Your Jeans” (con un gran uso de las variaciones en el pitch vocal) se agarran a las guitarras del shoegazing para apuntalar sus relatos de anhelo; el segundo, más esperanzado que el primero. En “Pepsi”, con Josh Meling (su viejo colega en Toast), la guitarra parece tocada por Romy Madley-Croft. “Ana” subraya un elemento emo que siempre ha estado ahí. A mitad de la preciosa “Guard Down” llega un rap desesperado y ansioso sobre salir a solas, casi una reescritura del “How Soon Is Now?” de The Smiths; al final solo quedan una voz y una guitarra lo-fi. Todo es posible, todo funciona, todo puede tocar la fibra, en el mundo Claud Mintz. ∎