Planta baja: “Haiku”, 2009. Foto: Kick The Machine
Planta baja: “Haiku”, 2009. Foto: Kick The Machine

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Apichatpong Weerasethakul: periferia de la noche

El Fabra i Coats Centre d’Art Contemporani de Barcelona exhibe desde el 19 de febrero y hasta el 22 de mayo “Perifèria de la nit”, exposición del cineasta y artista tailandés Apichatpong Weerasethakul consistente en trabajos audiovisuales producidos desde el año 2001. Son piezas en las que se mezclan espiritualidad, transmutación, indagación, reflexión política, vida cotidiana y la propia creación.

Tres niveles. Varios filmes, vídeos, fotografías, ambientes y sonidos. Imágenes, sombras y siluetas. Proyecciones sobre pantalla, cristal o pared. Piezas de una exposición. La de Apichatpong Weerasethakul. Cineasta, cierto, pero esta no es una exposición de un director que juega a exhibir cosas distintas a las que hace cuando rueda una de sus películas. El autor de “Tropical Malady” (2004), “Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas” (2010) y “Memoria” (2021) propone en la íntima e inmersiva –bellísima y en duermevela– “Perifèria de la nit” un deslizamiento por los motivos habituales de su cine a través del sistema expositivo. De hecho cada pieza audiovisual está ligada de un modo u otro a alguno de sus filmes. Un trabajo que da sentido total al concepto, relevante en las últimas décadas, del cine en los museos a través de una redefinición de lo que es el cine y, también, de lo que es un museo.

Los espacios de la antigua fábrica textil de Fabra i Coats son ideales para esta periferia nocturna. Joana Hurtado, directora del centro y comisaria de la muestra, ha debido adaptar a esos espacios –porque el lugar en el que se disponen las piezas y la interacción entre ellas es tan importante como las piezas mismas– una exposición realizada el pasado verano en el Institut d’Art Contemporain Villeurbanne/Rhône-Alpes. Espaciosas salas blancas y, de repente, las imágenes y los sonidos grabados por Weerasethakul, quizá en sus vidas pasadas.

Planta baja: “Sakda (Rousseau)”, 2012. Foto: Kick The Machine
Planta baja: “Sakda (Rousseau)”, 2012. Foto: Kick The Machine
Planta baja. Planta 1. Planta 2. Subir por el edificio e ir descubriendo esa forma de narrar –historias, ambientes o sensaciones– que tiene el director de “Syndromes And A Century” (2006). Al entrar, el vídeo “Haiku” recuerda a las personas desaparecidas durante anteriores golpes de Estado en Tailandia. El fuego siempre crepita en su obra y una misma y tenue música une dos pantallas colocadas una a la espalda de la otra. Por un lado se proyecta “Ashes”, que realizó en 2012, el año de “Mekong Hotel”, filme también citado aquí. Por el otro, “Sakda (Rousseau)”: “Yo antes me llamaba Rousseau y ahora me llamo Sakda. Mi cuerpo no pertenece a nadie, ni a mí”. La transmutación de las almas, el intercambio de los cuerpos, los vivos y los muertos, humanos y animales, el gran tema de su obra. En un rincón de la pared, diminutas siluetas de perros en movimiento proyectadas sobre la cal blanca como esquirlas centelleantes o espíritus en la noche. La pieza se titula “The Palace”: el origen de la imagen.

Planta 1: “Fiction”, 2018. Foto: Eva Carasol
Planta 1: “Fiction”, 2018. Foto: Eva Carasol
En el primer piso aparece de nuevo el poder del fuego. En la instalación titulada “Phantoms Of Nabua” unos jóvenes juegan con un balón en llamas y acaban incendiando una pantalla de cine, un lienzo en blanco en medio de la selva. El sonido de la pieza es importante, pero aún lo es más el envoltorio sonoro de las tres salas de la exposición, tan cuidado como en las películas del autor, lo que permite penetrar en la realidad de la naturaleza virgen. En el otro compartimento de esta primera planta, la joya de la corona: una película holográfica proyectada en una pantalla plana de cristal con la luz que proyecta sobre el suelo lo que se ve en dicha pantalla, tanto delante como detrás de ella. El efecto es embelesador. Se divide en dos partes: “Fiction”, plano fijo de una mano que escribe en un cuaderno mientras los insectos e incluso un gato van adueñándose, tranquilamente, del plano. Después, “Fireworks (Archives)”, un estallido de fuegos artificiales desde la distancia. La pantalla de vidrio es una puerta al mundo –al real y a sus reflejos– y, a través de ella, se fija el paso del tiempo.

Planta 2: “Power Boy”, 2021. Foto: Kick The Machine
Planta 2: “Power Boy”, 2021. Foto: Kick The Machine
En la segunda planta se ubican once mini-proyectores con otras tantas imágenes colocadas en dos líneas, extractos de los videodiarios del autor registrados en lo que llevamos de siglo. Motivos diversos que dispuestos de esta manera más bien parecen antiguas diapositivas en movimiento. Al fondo, contemplando estas imágenes y a los espectadores que las miran, la fotografía sobre adhesivo de un individuo a contraluz recortado sobre el inicio del crepúsculo: la imagen central en la disposición geométrica del espacio. En uno de estos videodiarios está Tilda Swinton, protagonista de “Memoria”, quien también aparece, dormida, en una última instalación consistente en dos pantallas donde vemos imágenes de gente y animales que duermen: sobre el sueño y el poder gira otro de sus filmes, “Cemetery Of Splendour” (2015), aunque estamos también en el terreno del Andy Warhol cineasta de “Sleep” (1964). Cuando aparece a la izquierda la Swinton durmiente, en la pantalla de la derecha van sucediéndose imágenes a veces a ritmo vertiginoso. Antes de abandonar este paseo espiritual y reflexivo, una ventana con un filtro rojo invita a mirar al exterior, y lo que vemos iluminado en ese tono rojizo de ciencia ficción marciana parece un mundo distinto, u otra vida, antes que las calles de Barcelona. ∎

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