Serie

Batman. El cruzado enmascarado

Bruce Timm(T1, Prime Video)
https://assets.primaverasound.com/psweb/d9ps6a84f8cllacvtbi9_1727263403500.jpg

El primer episodio de “Batman. El cruzado enmascarado” (2024) arranca sin demasiado contexto. Todos conocemos de sobra al personaje y no es necesario que volvamos al callejón junto al cine, el collar de perlas de la señora Wayne y el sótano de la mansión plagado de murciélagos. El territorio parece perfectamente conocido, especialmente para los seguidores de la clásica “Batman. La serie animada” (1992-1995) que cocreó Bruce Timm (junto a Eric Radomski), aquí de nuevo a los mandos. Tenemos, eso sí, a un Bruce Wayne más joven, dando sus primeros pasos, a la manera de la última película de Matt Reeves (que también figura en los créditos a modo de productor ejecutivo), experimentando qué supone el traje y cómo puede ayudar a los ciudadanos de esta Gotham anclada en unos años cuarenta permanentes.

Sin embargo, la serie no tarda en ofrecernos un quiebro: el Pingüino que posee el night club de moda en la ciudad, la persona sobre la que cuchichean los típicos rufianes, no es el Pingüino que todos conocemos. De hecho, es una Pingüina.

Este cambio de género en un personaje clásico es una decisión valiente en cuanto a la esperable reacción de un fandom especialmente conservador y paranoico ante la supuesta amenaza woke, pero podría parecer superficial. Sin embargo, resulta especialmente revelador como presentación de las intenciones y direcciones de este nuevo proyecto.

https://assets.primaverasound.com/psweb/lu9bfw4gcabfyloi69d1_1727263437079.jpg

Si hay algo que separa a Batman de la gran mayoría de iconos del siglo XX, de los supermarios, mickeymouses, darth vaders o incluso de los superhéroes más populares como Superman, Spider-Man o Lobezno, es que el personaje de Bob Kane y Bill Finger lleva en deconstrucción y autocuestionamiento casi media vida. Desde que a alguien se le ocurriese la brillante idea de que este héroe solitario de pasado traumático podía estar tan perturbado como sus estrafalarios villanos y desde que, durante los años ochenta, esta idea cristalizase sobre todo en las célebres páginas de Frank Miller y Alan Moore, no fue posible mirar atrás. Pasaron 47 años entre el número 27 de la revista ‘Detective Comics’ (1939) y la publicación de “El regreso del caballero oscuro” (1986), y en los 38 que llevamos desde entonces nadie parece tener muy claro qué es exactamente Batman: si un fascista encubierto, un filántropo tratando de lidiar con sus privilegios, el padre de una gran familia encontrada, un adolescente emo o simplemente absurdo divertimento camp.

Harta del peso de la historia de su protagonista, “Batman. El cruzado enmascarado” trata de eludir esta cuestión de forma muy consciente. Bruce Timm rescata de su seminal “Batman. La serie animada” la estructura episódica y el gusto noir de la Gotham art decó, pero se aleja de su predecesora de formas excitantes. Ya que esto es un producto nostálgico para millennials (y ya que parece que respeta al público y al material), Batman no puede ser el aventurero naíf de los noventa; pero, como al menos debe simular ser una serie infantil, tampoco puede entregarse a esta esquizofrenia de autoconcepto que comentábamos. La solución parece sencilla y resulta muy elegante: Batman da un paso al lado y apenas sale.

https://assets.primaverasound.com/psweb/84vf23m4r3bdo7zxrua4_1727263465129.jpg

En su lugar, en prácticamente cada uno de los diez episodios encontramos una historia de origen de distintos villanos del catálogo del hombre murciélago, que suponen uno de los atractivos principales de la serie. Si su predecesora, “La serie animada”, brilló en este apartado dándole un nuevo significado a Mr. Freeze o presentándonos por primera vez a la famosísima Harley Queen, esta nueva serie no tiene ningún miedo a reinterpretar en forma de estupendas miniaturas casi autoconclusivas a iconos de la talla de Dos Caras, Catwoman, Cara de Barro o la misma Harley Queen en la forma de psicóloga que castiga a sus clientes millonarios, ya que, efectivamente, no necesitas terapia sino sindicato.

A ellos se enfrentará el cruzado homónimo, pero a quienes seguiremos más de cerca es al equipo de policía de Gotham, y en este sentido resulta interesante que hayan participado en los guiones dos autores de cómic de la talla de Greg Rucka y Ed Brubaker, que crearon hace veinte años la interesantísima “Gotham Central” (2003-2006). Estos agentes serán los que nos introduzcan en la difícil vida diaria de una ciudad asolada por el crimen estrafalario pero también por la corrupción más pedestre, y en ellos veremos de forma manifiesta los debates en torno a los límites de la justicia institucional, el monopolio de la violencia o la posibilidad de reinserción en un ambiente podrido. Sus reacciones, sospechas y colaboraciones con Batman suponen algunos de los mejores y más humanos momentos de la serie.

Porque de fondo está Batman, el gran misterio, esa figura amenazadora que en esta ocasión apenas recurre a inventos ni tecnologías, sino al elemental miedo de la noche. Y aún más al fondo está Bruce Wayne, a quien apenas llegamos a conocer pero podemos empezar a intuir a través de sus múltiples máscaras, peleando contra estos criminales y descubriendo sus complejos contextos sociales y psicológicos, aprendiendo de sus amigos y de sus enemigos cómo ser un mejor héroe para todos ellos. ∎

El superhéroe emo.
Etiquetas
Compartir

Lo último

Contenidos relacionados