De Led Zeppelin teníamos “The Song Remains The Same” (Peter Clifton y Joe Massot, 1976), un filme-concierto montado a partir de tres actuaciones de 1973 en el Madison Square Garden de Nueva York al que se añadieron imágenes de estudio de calado más o menos fantástico u onírico. La película –quedó en el número 11 en la lista de los 40 mejores filmes-concierto de la historia publicada en el número 398, en papel, de Rockdelux– documentaba la energía blues-rock, o rock duro-blues con psicodelia, de la banda. “Becoming Led Zeppelin” (2021; se estrena hoy) abarca desde la infancia de los cuatro componentes del grupo hasta 1970, cuando el éxito de su segundo álbum, “Led Zeppelin II” (1969), los convirtió por fin en Reino Unido en las estrellas que ya eran en Estados Unidos. El final es un tanto abrupto, pero se ha preferido concluir en el momento de esplendor y ahorrar los posteriores fastos del éxito, la disolución en 1980 tras la muerte del batería John Bonham y los esporádicos retornos.
El filme realizado por Bernard MacMahon empezó su gestación en 2019 y se completó dos años después; se presentó fuera de concurso en el festival de Venecia de 2021. MacMahon tiene un crédito anterior excelente, la miniserie “American Epic” (2015), un buen recorrido por las raíces de la música americana. Aquí se muestra más correcto, ya que buena parte de la película surgió de la posibilidad de entrevistar a Jimmy Page, Robert Plant y John Paul Jones. Las filmaciones en primer plano, la mayoría de las veces viendo los fragmentos documentales que MacMahon les muestra y que constituyen el resto del metraje, ocupan el sesenta por ciento del filme. Pero hay dos aspectos relevantes. El primero atañe a la condensación de información sobre los primeros tiempos antes de la existencia de Led Zeppelin. Lo segundo, bastante inusual en los documentales rock de estas características, es que MacMahon monta canciones enteras en directo. No se limita a mostrar unos minutos de esta o aquella interpretación, sino que las respeta en su integridad, que es la mejor forma de apreciar la fuerza, la excitación, las circunvalaciones sonoras, aceleraciones, pausas e improvisaciones del grupo cuando subía a un escenario. Otro detalle a tener en cuenta es la claridad con que Page, el verdadero arquitecto de la banda, explica qué pretendía con los arreglos, las capas de sonido o los riffs de guitarra.
Nacidos durante la segunda guerra mundial o al finalizar la contienda, los cuatro músicos fueron hijos de la posguerra británica. Eso se explica bien, así como el posterior conformismo musical en las islas, en contraste con lo que llegaba de Estados Unidos, hasta la aparición de Lonnie Donegan. Cada uno habla de sus héroes y primeras vivencias musicales. Page ya tocaba la guitarra en la escuela. Jones era hijo de unos músicos de vodevil: con solo 14 años se convirtió en organista y director del coro de la parroquia, y con el dinero ganado se compró su primer bajo Fender. Plant quedó fascinado por Little Richard y decidió hacerse cantante cuando iba para contable. De Bonham se escucha el audio de una de las pocas entrevistas que concedió: su héroe era Gene Krupa. Las influencias cambiaban mientras ellos maduraban. Bonham alucinó con el sonido de los baterías de James Brown, y Plant halló una influencia aún más marcada en el cantante y armonicista Sonny Boy Williamson. Música negra para unos adolescentes británicos educados en el rhythm’n’blues, rock, skiffle y blues.
Cuenta el filme cómo en aquellos años funcionaban por parejas. Page y Jones, los que tenían una idea más profesional de la música, tocaron en las sesiones de Shirley Bassey del tema principal de “James Bond contra Goldfinger” (Guy Hamilton, 1964). Page participó en grabaciones de The Kinks, The Rolling Stones, The Who, David Bowie, Donovan y Petula Clark, y Jones hizo arreglos para canciones de Donovan, Lulu y Herman’s Hermits. Aunque la esposa de Bonham no quería ver ni en pintura a Plant, los dos formaron Band Of Joy, una banda de blues y psicodelia. Harto de tocar como músico de sesión, Page se fue a los Yardbirds de Jeff Beck, y cuando este abandonó el grupo, Page pasó a ser el guitarra solista. MacMahon no desaprovecha la posibilidad de incluir la mítica escena de “Blow Up” (Michelangelo Antonioni, 1966) en la que, durante una actuación, Beck destroza su guitarra ante la impertérrita mirada de Page.
Y más o menos aquí concluiría el primer acto del documental, siempre guiado por las declaraciones en primera persona, y comenzaría el segundo, el de la gestación y primer triunfo de Led Zeppelin. En una toma en directo de “Dazed And Confused”, en la versión de Yardbirds, ya se puede ver a Page tocando las seis cuerdas eléctricas con el arco de un violín. La guitarra pintada por él mismo: la define como su Excalibur. Sería uno de los temas medulares del repertorio Led Zep junto a “Whole Lotta Love”, “Rock’n’Roll”, “What Is An What Should Never Be”, “Immigrant Song” y “Stairway To Heaven”. Para pasmo de Page, el resto de los Yardbirds decidió acabar la aventura. Búsqueda de un nuevo vocalista: entra Plant, que se trae a Bonham. Después habló con Jones y este le propuso ser el bajista. Page se quedaría con el nombre de The Yardbirds y empezaron a tocar. MacMahon recoge una excelente actuación para la televisión danesa en la primera gira que hicieron por Escandinavia, en 1968. Al volver registraron el primer álbum, “Led Zeppelin” (1969). Cuando la cosa se puso seria, Keith Moon, de los Who, les sugirió que pasasen a llamarse Led Zeppelin. La grabación del tema que abre el disco, “Good Times Bad Times”, aparece montada con imágenes de hechos políticos, sociales y culturales relevantes de ese año explosivo que fue 1968.
“Becoming Led Zeppelin” revela los planteamientos de Page en relación con la industria. No querían publicar sencillos, solo álbumes, y lograron el control absoluto sobre su obra y que en las emisoras pincharan una cara entera de cada disco. Page vuelve a ser muy gráfico cuando explica cómo boicoteó la posibilidad de que “Whole Lotta Love”, de su segundo disco, se editara en formato single colocando en la mitad del tema una sección más experimental con ondas electrónicas y guitarras desafinadas. El álbum como concepto, y con “Led Zeppelin II” (1969) superaron en ventas al “Abbey Road” (1969) de los Beatles. Atrás quedaba la dureza de la gira estadounidense, que iniciaron como teloneros de Vanilla Fudge y terminaron tocando en San Francisco mano a mano con Taj Mahal y Country Joe And The Fish, la unión perfecta de blues y psicodelia americana. Seguirían cinco álbumes más, entre ellos el más ambicioso de todos, el doble “Physical Graffiti” (1975), pero esa es ya otra historia para MacMahon. ∎