“En mi sueño, cae una lluvia violenta de fuego y sangre y el mundo se abre como una herida en la tierra”, dice un soldado con el corazón lleno de oscuros presagios en la primera historia de “Monica”, la nueva novela gráfica de Daniel Clowes que publican Fulgencio Pimentel en castellano (traducción de Alberto García Marcos y César Sánchez) y Editorial Finestres en catalán (traducción de Montse Meneses) antes incluso de que aparezca la edición estadounidense en octubre. El pesar que invade al soldado antes de la batalla funciona casi como una música ominosa que tiñe el tebeo, quizá el más misterioso de Clowes. Un poco al estilo de “Fabricar historias” (2012), de Chris Ware, las nueve historietas independientes que componen “Monica” forman una especie de retrato fractal de una mujer a la que seguimos a lo largo de su vida en algunas de las historias y perdemos de vista en otras, abriendo así interrogantes en los que reside buena parte del disfrute de una obra que reclama la participación activa del lector para rellenar huecos y trazar correspondencias.
Además, Clowes (Chicago, 1961) inscribe las historias en géneros clásicos del cómic, saltando del horror truculento de la EC al noir criminal, el bélico o los tebeos románticos. No es un juego completamente nuevo para el dibujante, ya que, en cierta manera, remite al baile de máscaras formal de “Ice Haven” (2005; Reservoir Books, 2006) y “El Rayo Mortal” (2004; Reservoir Books, 2013). Pero aquí el gesto cobra otro significado, tal vez porque todo en “Monica” va precisamente de dotar de sentido un relato de vida incompleto, marcado por el abandono infantil. Igual que la protagonista busca dar significación y objetivo a los hechos sobrenaturales, accidentes y éxitos inesperados que le han sucedido, el lector intenta encajar las piezas de las diferentes historias en un puzle de vidas rotas, sectas decadentes, psicofonías radiofónicas y terrores sin nombre.