“Ir y quedarse, y con quedar partirse / partir sin alma, y ir con alma ajena”. Este crítico no cree que Dash Shaw (Los Ángeles, 1983) haya leído a Lope de Vega (que, ojo, todo puede ser), pero “Todo abruma” (2024; Blackie Books/Apa-Apa, 2025, traducción de Txuso Fernández Abella), el último trabajo del dibujante angelino publicado en nuestro país, juguetea con esta idea que sobrevuela en estos versos del Fénix de los ingenios: en la vida hay que tomar decisiones y se puede uno equivocar, pero habrá que seguir tirando. Durante casi 500 páginas, el extenso elenco de diez personajes de la obra monta su particular teatrillo de la vida en un relato de vidas cruzadas tan del gusto de la ficción posmoderna, de Raymond Carver a Paul Thomas Anderson. Podríamos apuntar que estos modelos de narración fragmentada, con todo tipo de flashbacks y retruécanos formales, dicen más del exhibicionismo de sus autores que de otra cosa. Pero para ser justos, no es este el caso, ya que Shaw tiene la suficiente inteligencia para frenar el manierismo y apuntalar su relato sobre una estructura férrea de cuatro viñetas por página que ayuda, por legibilidad, a digerir el trago de sus, repetimos, casi medio millar de páginas, que ya son páginas.
Shaw describe con trazos incompletos a sus protagonistas, también gráficamente, en una etérea tinta azul. Cada uno de ellos se encargará de contarnos momentos prosaicos de sus vidas, decisiones inocentes (elegir una camisa para una boda o un sabor de helado) que sirven de catalizador para llegar al gran tema, que siempre es el amor, tenerlo o no tenerlo, o sea, como decíamos al principio, ir y quedarse, y con quedar partirse. Aquí es cuando se despliega el arsenal de recursos de Shaw, un dibujante inteligente que es consciente de sus limitaciones y que sabe aprovechar sus puntos fuertes; ciertos hallazgos tomados de la animación (disciplina también explorada por el autor) como los efectos de desplazamiento están muy conseguidos. Y sí, sus personajes son inexpresivos y el espacio en que se mueven es difuso, pero así es el siglo XXI.