Película

La red social

David Fincher

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David Fincher ha filmado hasta la fecha historias de violencia. Lo ha hecho por la vía epidérmica –“Seven” (1995)–, casi ascética –“Zodiac” (2007)–, como alegoría social –“El club de la lucha” (1999)– o fiel al género –“La habitación del pánico” (2002)–. Incluso un melodrama fantástico como “El curioso caso de Benjamin Button” (2008) era, a su modo, una historia de violencia: la incapacidad que tiene uno de los amantes de envejecer, una quimera, un ansia, la de ser eterno, que se vuelve en este caso en contra de su propia felicidad. Fincher ya tiene categoría de autor, por lo que puede hacer encargos, como cualquier director de Hollywood, pero también elegir a conciencia las historias que lleva a la pantalla.

Por ello sorprende un poco la decisión de rodar “La red social”, un filme sobre el nacimiento de Facebook escrito/dialogado por un guionista-autor, Aaron Sorkin (“El ala oeste de la Casa Blanca”). Ese es el motor de la historia, a la que Fincher no traiciona: como en toda película “basada en hechos reales”, al final se nos cuenta cuánto dinero debió pagar Mark Zuckerberg, el creador de lo que en la película se define como una idea única en toda una generación, a quienes lo demandaron por haber robado sus ideas, y se nos ofrecen datos como que hay quinientos millones de afiliados a Facebook o que la empresa genera 25.000 millones de dólares de beneficios.

Lo que interesa en “La red social” no es tanto la explicación del nacimiento de nuevos conceptos de relación entre las personas –Facebook, bloguear– como el dibujo de alguien que no es un gilipollas, pero se esfuerza a tope para serlo, en otra acertada definición del filme. Ese es Zuckerberg, un personaje que le sirve a Fincher para un nuevo retrato del sueño americano y su reverso: triunfo, arribismo, poder, amistad traicionada: otra (distinta) historia de violencia. Todo con una caligrafía neutra, como en “Zodiac”, con alguna “escapada” virtuosa, como la filmación de la regata en la que participan los dos hermanos que demandaron a Zuckerberg, una fuga visual a tanta tensión contenida. ∎

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