Tras un paréntesis de quince años y obras maestras a sus espaldas como
“Daredevil. Born Again” (1986) o
“Ciudad de cristal” (1994) –con Frank Miller y Paul Karasik a los guiones, respectivamente–, de
David Mazzucchelli (Providence, 1960) se esperaba la nueva gran novela gráfica norteamericana. Y el resultado ha sido una fábula de autoconocimiento y redención con momentos interesantes, incluso brillantes, pero más bien artificiosa y vacía en su conjunto.