Libro

David Sheff

YokoLibros Cúpula, 2025
La figura de Yoko Ono (1933) se ha convertido durante décadas en un campo de batalla. En un lado del ring, una inmensa mayoría que la veía como la manipuladora bruja que provocó la ruptura del mejor grupo de la historia de la música pop; en el otro, un sector mucho más reducido que valoraba su autonomía como valiosa artista de vanguardia, conectada al movimiento Fluxus y reconocida incluso con el León de Oro de la 53ª Bienal de Venecia de 2009, además de pacifista, activista y feminista. El caso es que la vida de esta mujer, nacida en Tokio en el seno de una poderosísima familia y bautizada con un nombre que significa “niña del océano”, se ordenó a partir de 1966 en torno a la figura de un John Lennon (1940-1980) erigido, con todas las consecuencias, para bien y para mal, en permanente referencia de su crónica.

A falta de biografía en español sobre la artista japonesa, este volumen suscribe un acto de justicia que concede a nuestra protagonista la justa y necesaria entidad, más allá de la alargada sombra de Lennon. Sus 464 páginas, dedicadas a Kyoko y Sean Ono y traducidas al español por Pau Gros, se despliegan en tres bloques donde la figura del Beatle es, obviamente, primordial aunque prioricen la trayectoria vital y creativa de Ono: “Above Us Only Sky 1933-1966”, “The Ballad Of John And Yoko 1966-1980” y “Solo Yoko 1980-2024”.

Partiendo de una desdichada infancia y adolescencia, salpicada de episodios de abusos sexuales e intentos de suicidio, y de dos matrimonios previos, Yoko se hizo un nombre en la vanguardia artística neoyorquina de comienzos de los sesenta como pionera del arte conceptual. En noviembre de 1966 conoció a Lennon y de ahí en adelante, sus catorce años de vida en común, incluyendo los dieciocho meses del “Lost Weekend”, han quedado holgadamente retratados. David Sheff (Boston, 1955) no se recrea en este período, sino que otorga un generoso y obligado espacio a las décadas posteriores a la muerte de Lennon, con una Yoko Ono tan interesada en gestionar su rentable legado como en reinventarse creativamente; también en recuperar relaciones familiares y sentimentales, como la de su hija Kyoko o la que la ligó durante casi dos décadas al diseñador y pintor Sam Havadtoy, en suavizar su antes huraño carácter, y en esquivar el permanente dardo público, plagado de chantajes y amenazas –una de tantas procedente de, uh, el club de fans de Mark David Chapman–, eso sí, siempre dependiente de mecanismos de defensa asociados a videntes, astrología o tarot.

Pero no nos engañemos: “Yoko” (2025) es una biografía alimentada, que no revisada, por nuestra protagonista; Sheff ha tenido acceso ilimitado a diálogos y a una profusa documentación privada, además de contar con el respaldo de su hijo Sean. El autor señala que “cuando un escritor es amigo del sujeto de su libro, el resultado es inherentemente distinto al de un biógrafo imparcial”, aunque confiesa no haber “maquillado la verdad con el fin de dibujar a Yoko ni como una santa ni como una pecadora”. Y en gran parte hay que darle la razón, ya que describe con amenidad y precisión sus aciertos y fracasos, angustias y conquistas, por más que evite la sangre en ciertos episodios controvertidos. En el arqueo, “Yoko” termina configurando la imagen ecuánime de una mujer dominante, cuya autenticidad resultaba hiriente, pero que a menudo también pedía a gritos ayuda de los demás. Una superviviente que hoy, a sus 92 años, permanece empeñada en seguir siendo ella misma. ∎

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