Encajada la idea, “En fin” funciona a golpes de ingenio y de poco genio. La comicidad (dudosa) de la propuesta queda enunciada también por el concurso de “estrellas invitadas”: la cantante Chenoa, el futbolero Cristóbal Soria, el futbolista Borja Iglesias y el comediante Jorge Cadaval (Los Morancos). También aparecen Leonor Watling y Jorge Botet, pero estos tienen más recorrido –en el primero y quinto episodio, respectivamente– y protagonizan una escena de frikismo
a lo Cárdenas y otra de piscina regada de vodka. En cada episodio se cuenta una historia en sí misma: la de la cooperativa que cultiva marihuana en un cementerio para hacer más llevadero el fin del mundo o el que tiene como eje a Raúl Cimas, mezcla de conspiranoico y Noé, quien prepara la repoblación de las especies, incluida la humana, tras el holocausto. En el segundo, el de la cooperativa, impera el gore y después David Sainz mete en el mismo saco feminismo, machismo, veganos, barbacoas como celebración de la carne, un poco de canibalismo, toros, sectas, patrullas de vigilantes urbanos, karaokes, tinto de verano, pódcast, TikTok, payasos de internet y fiestas salvajes. Todo demasiado agitado, poco concentrado y menos destilado. Una buena idea que se desparrama por senderos trillados, humor tosco y un desquiciamiento generalizado. ∎