“No hay un redescubrimiento, porque nunca fue descubierta”, respondía Lili Anolik, biógrafa de Eve Babitz (1943-2021), a la prensa británica no hace demasiados meses, recién publicado “Hollywood’s Eve. Eve Babitz And The Secret History Of LA”. El descubrimiento en español de esta perspectiva femenina única de la ciudad de Los Ángeles, Hollywood, la fama, el poder y el deseo pasa por la primera traducción de “Slow Days, Fast Company. The World, The Flesh And L.A.” (1977) en el Colectivo Bruxista.
Una colección de diez relatos en los que Eve Babitz, fallecida en 2021 a los 78 años, evoca el Hollywood de los sesenta y los setenta. Diez historias que derrochan las ganas de contar lo que sucede en su mundo endémico y privilegiado, con una mirada irónica, repleta de sentido del humor y sarcasmo. Perlas como “la cocaína es la droga del divorcio y octubre es el mes de los divorcios porque la gente quiere tenerlo todo finiquitado para fiestas”.
Babitz juega con el género, como buena artista contracultural de su tiempo y desafía las limitaciones entre ficción y no ficción en esta crónica autorreferencial y cultural. También escribió en prensa y diseñó portadas de discos para los Byrds o Buffalo Springfield. “Días lentos, malas compañías. El mundo y la carne en L.A.”, traducido por Ane Guerra, celebra y satiriza a partes iguales la vida de la farándula, sus preocupaciones más trascendentales y las más triviales, sus excesos, la fugacidad de la juventud… “¿Significa que tenemos que ser melancólicos ahora que estamos a punto de cumplir los treinta?”, escribe. Historias que complementan la autobiográfica “El otro Hollywood” (“Eve’s Hollywood”, 1974), su primera obra, rescatada por Literatura Random House en 2018.
“En Los Ángeles es difícil discernir si estás lidiando con la ilusión real o falsa”, escribe Babitz. La ciudad sin historia, cien años recién cumplidos, nació como un lugar de ambiciones e ilusiones, muchas de las cuales han moldeado la identidad contemporánea de los Estados Unidos. Jean Stein hablaba de Los Ángeles como una ficción. Su mirada profundizaba en la vida detrás del mito de sus celebridades. Histórica y testimonial, su aproximación contrastaba con la visión más existencial y crítica de Jean Didion.
Los relatos de Babitz son como una forma de autoexpresión. Destilan la autoconfianza de quien se sabe poseedora de un alto poder de seducción –fue amante de Jim Morrison, Harrison Ford o Annie Leibovitz– y aquella seguridad que solo se obtiene al haber crecido en entornos acomodados. Procedente de una familia de artistas, exprimió al máximo su privilegio, pero sus historias nos llegan en una prosa plana, ligera, casi callejera, pero al mismo tiempo profunda y reflexiva.
Eve Babitz no consiguió ni por asomo la fama extendida de Didion. Ni siquiera se acercó al reconocimiento algo más selectivo de Stein. La suya es una exploración de Hollywood como un estado mental. Una forma de entender la vida a través de los excesos. Una vida que abrazó para sacarle el máximo jugo posible. ∎