Jaime Gonzalo (Bilbao, 1957) es un veterano periodista musical que, afincado en Barcelona, empezó a trabajar en 1975 en publicaciones especializadas como ‘Popular 1’ o, después, ‘Vibraciones’. Más adelante, a principios de los ochenta, dirigió la revista que sucedió a la anterior, ‘Rock Espezial’, y, cuando esta pasó a denominarse Rockdelux, en 1985, cofundó ‘Ruta 66’, que continúa editándose en papel, aunque él se desligó de la cabecera rutera hace ya muchos años. Además, ha escrito diversos libros-ensayo, tanto relacionados con el pop y el rock internacional como con el estatal. Nos encontramos, pues, ante uno de los grandes conocedores de la historia contemporánea de la música, que en esta ocasión ha decidido profundizar en el estudio de los entresijos de los años pioneros de esta corriente estilística, que coincidieron con las dos últimas décadas de la dictadura franquista.
Vaya por delante que lo peor de “¡San Elvis y abre España! Desarrollismo pop nacionalcatólico y la premodernidad truncada (1956-1975)” es su título –¿es un homenaje al “Santiago y cierra España” de El Capitán Trueno?– y también su trasnochada portada. Tampoco es que su enrevesado subtítulo con sabor a erudita tesis doctoral invite a una lectura sosegada y placentera. Pero si superamos estas aparentes barreras que restan todo el atractivo al volumen, nos encontraremos con un estudio imprescindible para conocer el nacimiento de la música moderna en este dichoso país, luchando contra unas condiciones económicas, sociológicas y políticas del todo opuestas a su crecimiento.
El ensayo de Gonzalo apenas supera las 200 páginas. No obstante, hay que tomarse su lectura con mucha calma, ya que se trata de un estudio muy denso, con muchísima información, con todo tipo de datos expuestos con un lenguaje que siempre busca la palabra exacta, aunque a menudo peque de un cierto barroquismo. Pero gracias a ese complejo planteamiento literario se nos permite conocer las interioridades, no solo musicales, de una época difícil pero que también vivió su esplendor. Al fin y al cabo, el autor reconoce que “el balance de la industria pop española de los 60 y 70 estuvo a la altura de las circunstancias, si no por encima”.
Tampoco se trata, ni mucho menos, de que cualquier tiempo pasado fuera mejor, aunque eso no impide que Gonzalo eche más de un rapapolvo a la famosa movida madrileña, en el sentido de que aquel movimiento no representó la entrada de la España supuestamente democrática en la modernidad, entre otras cosas porque todo aquello ya venía trabajándose desde mucho antes. Y uno de los elementos que más ingredientes aportó a esa pretérita puesta al día fue el de los sufridos medios de comunicación de la época. A ellos y a sus protagonistas dedica el autor buena parte de esta obra, distinguiendo entre radio, prensa y, en menor medida, televisión, y remarcando la influencia que pudieron, quisieron y consiguieron ejercer las todavía bisoñas compañías discográficas en el desarrollo de estos medios, sobre todo en lo que respecta a los radiofónicos. El caso de Los 40 Principales y sus adalides es paradigmático, así como el de personajes tan influyentes como José María Íñigo.
En cuanto a la prensa escrita, después de diversos intentos de abordar el mercado de los –y, sobre todo, las– incipientes fans, Gonzalo destaca la aparición a principios de los setenta de tres revistas: ‘Disco Expres’, ‘Popular 1’ y ‘Vibraciones’, cada una con su estilo particular. El autor no escatima objeciones a cada una de ellas, aunque sabe distinguir con claridad: por ejemplo, no es lo mismo Diego A. Manrique que Jordi Sierra i Fabra. Y lo dejo ahí.
Para acabar de mostrar los que fueron los sesenta y los setenta en el mundo de la música popular y sus voceros, Gonzalo ha tenido la delicadeza de incluir junto a su libro una curiosa separata que reproduce con más ironía que veracidad una revista musical de aquella época, llena de fotos e ilustraciones y con unos textos breves que hay que leer con lupa. Se trata de un digno a la vez que divertido colofón a un estudio que desvela buena parte de lo que ocurrió de puertas adentro en el mundo del pop y el rock que se intentaba abrir camino en un Estado español regido por un autoritarismo feroz que en 1975 todavía fusilaba a la gente. ∎