Juan Díaz Canales / Jesús Alonso Iglesias

A la sombra del efímero éxito de plataforma de streaming “Todos quieren a Daisy Jones” (Scott Neustadter y Michael H. Weber, 2023) no sería descabellado ubicar a la cantautora folk Judee Sill (1944-1979) como otro personaje de ficción más construido a partir de modos y maneras de la escena musical estadounidense de finales de los sesenta y principios de los setenta. El folk, un cierto rock y la contracultura derivada del Verano del Amor son, quizá, un terreno con mucho que ofrecer en una época que no entiende los fenómenos de masas sin aplicar un prisma de posmoderno escepticismo, alejado de esa visceralidad rayana en la inocencia que sirvió de combustible a la última época de idealismo imparable.

La realidad, en este caso, supera a la ficción y Judee Sill resulta ser un personaje tan apasionante como real. Juan Díaz Canales (Madrid, 1972) convierte en oportunidad el hándicap que marcan las muchas lagunas alrededor de la biografía de esta cantautora de vida tan breve como intensa. “Judee Sill. Éxtasis y redención” es una demostración de que otro cómic europeo canónico es posible si cae en manos de autores con alma y amor por lo que hacen. Jesús Alonso Iglesias (Madrid, 1972) viene de dibujar un gran tebeo de vaqueros y de diseñar un Spiderman oscarizado –“Spider-Man, un nuevo universo” (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018)– y cuaja aquí un biopic exquisitamente ambientado en el que brillan la construcción de su personaje protagonista, los saltos temporales y la manera de solucionar los coqueteos psicodélicos.

Si en sus manos Judee sería un personaje de ficción memorable, el dibujante marca un hito al retratar tan vivamente a una artista real olvidada por el tiempo y las circunstancias. Pocas veces la narrativa secuencial ha transpirado una sensibilidad hacia lo musical tan palpable por parte de autores bregados anteriormente en géneros tan dispares. “Judee Sill. Éxtasis y redención” tiene las cualidades y la impronta que convirtió a “Searching For Sugar Man” (Malik Bendjelloul, 2012) en un fenómeno global. Todo ello, pese a carecer de la fanfarria del audiovisual y desde una perspectiva mucho más sincera. En el mejor de los casos, esta obra supondrá la puesta en valor de una artista que, como detalla Joan Pons en su acertada introducción, proyecta su sombra hasta nuestros días en la obra de Laura Veirs o Weyes Blood. Si no, seguirá permitiendo disfrutar de un cómic radiante en lo formal y lo intrínseco que dignifica en sí mismo el oficio de la viñeta. ∎