Libro

Juan Pablo Villalobos

El pasado anda atrás de nosotrosAnagrama, 2024

La comedia, en todas sus versiones, se basa sobre todo en el efecto bola de nieve. Un pequeño hecho genera una leve tracción que empieza a mover toda una serie de elementos hasta que mueva tantos, a tanta velocidad, que se cree una bola tan enorme que será imposible que nadie pueda escapar de ella. Eso es “El pasado anda atrás de nosotros”, la nueva novela del escritor mexicano residente en España Juan Pablo Villalobos. Una bola de nieve que nos engulle y arrastra hasta un violento final atronador.

La novela culmina el ciclo de su serie de autoficción iniciado con “No voy a pedirle a nadie que me crea” (2016) y “Peluquería y letras” (2022) y lo hace a lo grande, con este gran “¡splash!” que nos salpica a todos. Porque nos habla del pasado, y cómo se interfiere siempre, y cómo lo hemos de dejar atrás o nos engullirá hasta devorarnos del todo. La moraleja es clara. Chico, madurar es dejar de ser un niño, dejar de vivir como un niño, dejar de comportarse como un niño, porque ahora el padre eres tú y eres tú quien tienes que cuidar a tus padres, a tu pasado, y dejar de una vez de vivir en él.

El argumento es sencillo. El narrador protagonista, Juan Pablo, el propio Juan Pablo Villalobos, nos cuenta su accidentado regreso a Lagos, México, para cuidar a sus padres, lastrados por problemas de salud. Una simple noche con un amigo o enemigo de la infancia, que acabará con una pastilla, un puñetazo en la cara y la fotografía de una bala, bastará por convertir su experiencia de regreso al hogar, en este caso de regreso al pasado, en una aventura de descubrimiento y redención.

Si en “Regreso al futuro” (1985), Michael J. Fox volvía al pasado para asegurarse de que sus padres se conocieran y así él pudiera nacer, Villalobos nos habla de un regreso al pasado para poder asegurarse de que sus padres tienen el cuidado que necesitan y así conseguir que él pueda nacer como padre, como persona independiente y aseverativa. Pero esto no es fácil y, si no tiene cuidado, el México que abandonó y que ahora le mira con suspicacia puede atraparle para siempre.

Villalobos no es tan delirante y subversivo como en sus inicios y ahora es más comedido y tranquilo en su comicidad, dando mayor peso a los personajes y su trayectoria vital que a la anécdota que los mueve. Eso le hace perder frescura, pero le hace ganar peso y gravedad. Por eso esta es una comedia dramática. Porque toda ficción se basa en la narración de casualidades y la realidad se basa en la narración de causalidades. La ficción realista es la que intenta explicar casualidades como si fueran causalidades y esta falsedad provoca que la historia sea más creíble, sí, pero hacer casualidades creíbles es de lo más aburrido que hay. Sin embargo, Villalobos consigue que te preocupes tanto por el narrador que te interese saber cómo se resolverá su peripecia.

En “El pasado anda atrás de nosotros”, el autor explota las casualidades hasta la extenuación. La repetición de la anécdota de los tres ejes motores de la acción, la famosa pastilla, la bofetada y la fotografía de la bala, que no paran de salir incluso en fotografías reales, es tan constante que es como si cada vez que aparecen volviésemos a la casilla de inicio en una especie de raro juego de la oca. Una y otra vez. Vuelve a empezar, lector. Esto hace que la narración se mueva por el abrupto y exabrupto. Te mueves sí, avanzas, pero por empujones, sin naturalidad, y convierte la anécdota en un subrayado extremo. Por suerte, Villalobos tiene el don de la verbosidad zalamera y la escritura maravillosa y eso hace de la experiencia algo más fluido y agradable.

Es difícil de creer que esta novela cierre definitivamente su ciclo de autoficción. Supongo que simplemente significa que la próxima no será parte de este ciclo. Pero volverá. No en vano, Richard Ford ya decía después de “El Día de la Independencia” (1996) que no escribiría más historias sobre Frank Bascombe y no sé cuántas lleva ya. Juan Pablo Villalobos ha conseguido un gran personaje consigo mismo y los grandes personajes no se abandonan nunca. ∎

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