Uno de los problemas de las plataformas de streaming es la cantidad de contenidos que a menudo quedan sepultados: no hay parrilla ni anuncios que valgan, y si una serie no tiene detrás una campaña millonaria de marketing o no entra enseguida en el top 10 de las más vistas, cuyas cifras son siempre opacas y difíciles de verificar, puede que ni te enteres de que ha existido. Por suerte, la comedia parece haber encontrado últimamente un nuevo aglomerador: el pódcast de Amy Poehler para Spotify. “Good Hang With Amy Poehler” está sirviendo, entre otras cosas, para que sepamos qué están haciendo las que antaño fueron sus grandes voces (los alumni de su generación de ‘Saturday Night Live’). Mezclando nostalgia y actualidad, también sirve de escaparate para que podamos encontrar, en este panorama fragmentado, aquellos productos están intentando hacernos reír.
Tina Fey, que fue su primera invitada, presentó en el pódcast de Poehler su nueva serie, “Las cuatro estaciones” (2025-). Charló sobre su extensa carrera como guionista y sobre su maravillosa cabellera, asegurando que no hay ni extensiones ni efectos de foley en la secuencia en la que aparece cepillándose el pelo: todo natural 100%. Me hizo gracia la anécdota –y efectivamente impresiona la fuerza con la que se peina en mitad de una discusión con su marido, interpretado por Will Forte; no mucha gente en Hollywood estaría en disposición de hacer lo mismo–, pero sobre todo me hizo darme cuenta de cuánto la había echado de menos.
“Las cuatro estaciones” se desmarca del tono habitual que caracteriza la comedia de Tina Fey, una guionista rápida capaz de empaquetar un gran número de gags por segundo y que en el clásico “30 Rock” (2006-2013) o la posterior “Unbreakable Kimmy Schmidt” (2015-2019) se recreaba en el humor absurdo y exagerado. Su nuevo trabajo es una serie de corte mucho más naturalista e íntimo, podemos decir incluso maduro de vocación: su ambición es retratar con realismo las complejas relaciones entre adultos. Por supuesto que el humor irrumpe, pero lo hace de manera más sutil y siempre como apoyo al fondo de la historia que está intentando contar.
Basada en la película de Alan Alda del mismo nombre, estrenada en 1981, la serie cuenta las peripecias vitales de un grupo de amigos a lo largo de un año. Se nota, también, que es una comedia de amigos hecha exclusivamente entre amigos. En conversación con Poehler, Fey habla de los privilegios que vienen con la edad: no solo la certeza de saber quiénes somos, sino también la de elegir en qué (y sobre todo con quién) decidimos emplear el tiempo que nos queda.
Sus cocreadoras son Lang Fisher (con quien ya trabajó en “30 Rock”) y Tracey Wigfield (con quien coincidió en “30 Rock” y “Great News”), y su marido, Jeff Richmond, figura en los créditos como productor ejecutivo. En el elenco se encuentra su compañero de ‘Saturday Night Live’ Will Forte, que brillantemente da vida a su marido; su colega Steve Carell o Erika Henningsen, que actuó en el musical de Broadway “Chicas malas”. Completan el reparto Colman Domingo, Kerry Kenney-Silver o Marco Calvani.
Seguimos a un grupo de amigos, entrada su madurez, a lo largo de las cuatro estaciones de un año. Uno de ellos ha decidido dejar a su mujer, algo que tensiona la estructura de esta amistad de años, mientras cada pareja afronta sus propios retos relacionados con la rutina, la enfermedad, el duelo o las relaciones intergeneracionales. ¿Lograrán sobrevivir la amistad y el amor a todos estos cambios?
Mi cosa favorita es la pareja compuesta por Fey y Forte, no solo por su química sino por la precisión con que retratan los vaivenes de una larga relación. Hay una tensión entre la camaradería y el romanticismo, que debe luchar por abrirse camino a través del tiempo. El amor no está en la forma sino en los detalles; es maleable y no se rompe pese a las fricciones del día a día, aunque a veces no sea bonito y no se deje idealizar. La serie nos recuerda que Fey no es solo una fábrica de chistes que no tiene parangón: también es una observadora muy inteligente capaz de percibir y retratar las emociones que se esconden en los pequeños gestos del día a día, y que acaban destacando en el gran relato que es la vida. ∎