En 1882, el escritor inglés Thomas Anstey Guthrie (1856-1934) publicó su primera novela, “Viceversa. Una lección para los padres” (editada en nuestro país por Funambulista en 2024). El libro, que fue un éxito notable en su momento, es una comedia disparatada donde un padre y un hijo intercambian sus cuerpos gracias a los efectos de una piedra mágica. Aquellos y aquellas que pertenezcan a mi generación, directos sin remedio hacia la cincuentena, puede que recuerden con cariño su adaptación cinematográfica de 1988 dirigida por Brian Gilbert, “Vice Versa”, todo un éxito de videoclub que situaba la acción en los Estados Unidos de Reagan y que, más de cien años después de la publicación de la novela original, certificaba que las ficciones sobre el (acudamos al término inglés) body swap reaparecerían como el Guadiana cada cierto tiempo, normalmente con intención (aunque ya sabemos que es lo que cuenta) de hacer reír.
Hacer reír no es lo que precisamente han tenido en mente los hermanos Harari (Lucas, dibujante, nacido en París en 1990; Arthur, guionista, también parisino de 1981) con “El caso David Zimmerman” (2024; Astiberri, 2025; traducción de Rubén Lardín), su acercamiento al body swap en clave de thriller existencialista. Vamos con el argumento: David Zimmerman es un fotógrafo parisino un poco cenizo que es arrastrado a una fiesta de fin de año por un amigo dicharachero. Allí se encuentra con su exnovia, algo que le alegra la noche a cualquiera, y cuando ya la cosa no puede ir peor, el asunto remonta, porque aparece una enigmática chica y termina acostándose con ella, eso sí, sin mediar palabra. El problema es que al día siguiente despierta en su casa sin tener ni idea de cómo ha llegado hasta allí y con su mente, recuerdos y alma atrapados en el cuerpo de la misteriosa mujer. En lugar de volverse tarumba y pedir que lo encierren, Zimmerman se pone en marcha para intentar dilucidar qué es lo que ha ocurrido con su cuerpo, con el de la chica y de qué manera puede revertir el proceso. Arranca así una peripecia de 360 páginas interminables llenas de misterios que no se resuelven, alusiones al judaísmo que no van a ningún lado, giros tramposillos que sobrevuelan sin pudor sobre la película “It Follows” (David Robert Mitchell, 2014; que a su vez bebía de los cómics de Charles Burns), dramas paternofiliales y un final predecible cercano conceptualmente al de otra obra firmada también por Arthur Harari, el guion del oscarizado film “Anatomía de una caída” (2023, coescrito junto a su directora Justine Triet).