Cómic

Mariko Tamaki / Javier Rodríguez

Zatanna. Abajo la salaPanini, 2025

Dos de los títulos elegidos por Panini para inaugurar su nueva andadura como editora de DC Comics en España, “Superman. La Orden de la Lámpara Negra y otras historias” (2023; Panini, 2025) y Zatanna. Abajo la sala” (2024; Panini, 2025, traducción de Gonzalo Quesada), llevan la firma gráfica de Javier Rodríguez (Oviedo, 1972). No es casualidad. En la historia principal del primer título, el artista asturiano vuelve a mostrar su versatilidad para adaptarse a cualquier enfoque. En ese caso, una encantadora aventura de corte pulp ideada por el guionista Christopher Cantwell para resaltar la bonhomía del Hombre del Mañana. “Zatanna. Abajo la sala” va más allá. Es la prueba viviente de un cambio de paradigma en el género superheroico.

Mientras Marvel parece atrapada en su propia fórmula, con líneas argumentales recicladas en clave fan service y eventos que rara vez alteran el statu quo, DC se ha reinventado como un laboratorio de autor, con la irrupción de nuevas líneas como Absolute, que apuestan por la reinterpretación estética, emocional y narrativa de sus personajes icónicos. Rodríguez es uno de los nombres imprescindibles de esta nueva ola. El veterano artista español ha recogido recientemente unánimes elogios con la apoteosis de colores y formas abstractas que dan lustre a los primeros números de “Absolute Martian Manhunter” (2025, con guion de Deniz Camp; en España se publicará el próximo septiembre). Muchos de los hallazgos visuales de este aclamado cómic ya estaban presentes en “Zatanna. Abajo la sala”, cuyo guion corre a cargo de la canadiense Mariko Tamaki (Toronto, 1975).

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Esta miniserie de cinco números se publica en el sello Black Label de DC, lo que permite a Tamaki y Rodríguez juguetear con la continuidad del personaje, apostando por una flexible estructura de bildungsroman mágico de género fluido que tan pronto apela al thriller sobrenatural como al humor a ras de calle. La obra reinterpreta libremente el origen canónico de la maga más popular del Universo DC, creada en 1964 por Gardner Fox y Murphy Anderson, aquí convertida en una joven reprimida y traumatizada tras un incidente ocurrido en su infancia que provoca la desaparición de su padre. El suceso le hace renunciar a sus innatas habilidades mágicas y ganarse la vida con trucos de prestidigitador barato en un hotel de Las Vegas.

Mariko Tamaki, quien ya había explorado con lucidez costumbrista los conflictos adolescentes y familiares en obras como Aquel verano” (2014; La Cúpula, 2014, dibujado por Jillian Tamaki), propone una relectura emocional del mito superheroico, en la que la protagonista inicia un viaje emocional e interdimensional para reconciliarse con su pasado, su legado (un eje temático recurrente en la editorial) y su capacidad para transformar el mundo. Lo que convierte “Zatanna. Abajo la sala” en un cómic extraordinario es el trabajo visual de Rodríguez, quien se encarga del dibujo, entintado y color para redimensionar la historia de Tamaki, tanto secuencial como estilísticamente.

Rodríguez asigna a cada estado emocional y entorno narrativo en el que se mueve Zatanna una rica y específica gama cromática, que en las primeras páginas se mantiene cuidadosamente separada del resto. A medida que Zatanna se adentra en mundos oníricos y realidades fragmentadas en su viaje de descubrimiento personal –la magia aquí se convierte en una expresión de identidad, pero también en una metáfora de la confusión interna de la adolescente–, las estructuras armónicas ceden paso a un caos deliberado en el que las onomatopeyas invaden los cuadros de texto, los personajes mutan o se convierten en recursos tipográficos y se quiebran las mismas convenciones del cómic.

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En las páginas de “Zatanna. Abajo la sala” conviven –enmarcados en explosivas combinaciones de colores vivos que se acentúan con el paso de los números y las revelaciones sobre el pasado de la joven– pinceladas de surrealismo mágico, arte fractal, cubismo, expresionismo, ecos de la imaginería terrorífica japonesa y homenajes pop como el globo ocular de The Residents o la caída de la Alicia de Lewis Carrol en la madriguera. A veces, una misma página puede albergar distintos estilos, en la línea del Steranko más atrevido. Pero, a diferencia de la leyenda estadounidense del cómic, Rodríguez no está obsesionado por epatar, sino por coreografiar la abigarrada variedad de recursos gráficos del cómic al servicio de una narrativa fluida y de condición sinestésica. Valga como ejemplo esa deslumbrante doble splash-page que recrea el inicio de uno de los espectáculos de Zatanna, y en los que Rodríguez, sin salirse de las restricciones del papel impreso, consigue recrear la ilusión de movimientos tridimensionales, sonido en estéreo e iluminación digna de superproducción hollywoodense. Uno de tantos asombros que le han valido a esta obra hasta tres nominaciones a los Eisner Awards, que se otorgarán a finales de este julio: Mejor Dibujante, Mejor Colorista (ambos para Rodríguez) y Mejor Serie Limitada.

La publicación de “Zatanna. Abajo la sala” coincide en España con la nueva edición de “Miedo” (2003; Astiberri, 2025), obra en la que Rodríguez puso en imágenes la angustiosa historia de acoso escolar de David Muñoz y Antonio Trashorras. Publicada en su día como álbum en un contexto previo al triunfo de la novela gráfica en España, en “Miedo” la habilidad de Rodríguez para narrar recurriendo al fuera de campo, y para transmitir emociones a través de miradas, posturas y silencios, sigue intacta, aunque con el paso del tiempo se ha convertido en un alquimista capaz de convertir el color en lenguaje emocional, transformando las obras en las que participa en experiencias inmersivas. “Zatanna. Abajo la sala” no solo habla de magia: la invoca. ∎

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