Cae la noche. Un taxista apatrulla la ciudad. ¿Su misión? Limpiar las calles de criminales indeseables. No suena Bernard Herrmann ni sale vapor de las alcantarillas, pero se conduce bajo la protección de San Cristóbal y la carrera se paga en pesetas. “Taxista. Edición definitiva”, la obra total de Martí Riera (Barcelona, 1956), nacida en las páginas de ‘El Víbora’ en 1982, se presenta ahora en un jugoso tomo que recopila los dos álbumes protagonizados por el personaje en 1984 y 1991, más una tercera venida, que quedó inconclusa, publicada en la revista ‘La Cruda’ en 2009-2010. Fue escogido entre los quince primeros cómics en la lista histórica de Rockdelux con los 100 mejores tebeos españoles.
Martí fue uno de los padres fundadores de ‘El Víbora’, una suerte de apóstoles del cómic adulto español. Sin embargo, se prodigó bastante menos que otros colegas y dejó de publicar tebeos con regularidad tras una carrera de apenas quince años, aunque sus trabajos aparecerían esporádicamente en todo tipo de cabeceras. De todas sus obras, “Taxista” fue la que obtuvo más reconocimiento, con varias ediciones internacionales. Autor inclasificable, cruce improbable entre Chester Gould, Charles Burns y José María Pemán, de tinta rotunda, clara y esforzada, Martí presenta aquí un retrato demente de la España invisible. El protagonista, Taxista Cuatroplazas (sic), es un honrado ciudadano, un trabajador comprometido con la sociedad democrática que se ve envuelto en una espiral de violencia, caos y niñas sin bragas metidas a putas solo por intentar hacer las cosas como Dios manda.
Partiendo de esa premisa, Martí ofrece un homenaje a las tiras de prensa norteamericanas con el acelerador pisado a fondo. Giros y más giros argumentales, cliffhangers locatis que quitan el aliento y dejan al lector turulato, todo a mil por hora y con un lenguaje verdaderamente propio. Parodia extrema que cree en sí misma a pies juntillas, “Taxista” es un auténtico perro verde del cómic estatal, una gema única que creó toda una escuela sin alumnos. Martí pertenece a esa categoría tan elástica de “dibujante para dibujantes”, pero su influencia es difícil de rastrear en el cómic español contemporáneo, algo que convierte este recopilatorio en imprescindible. Quizá su derivación más famosa esté en el cine español, pues la saga “Torrente” (Santiago Segura, 1998-2014) podría verse como una adaptación en clave Mariano Ozores del “Taxista” de Martí, dirigida además por un fan de ‘El Víbora’ como Santiago Segura (quien, de hecho, llegó a publicar historietas en la revista bajo el seudónimo de Bea).
La edición de La Cúpula ofrece un prólogo de Rubén Lardín (devoto admirador del autor) que toca las teclas justas para entender la obra. Sin embargo, como parece ser moneda de cambio habitual en este tipo de ediciones integrales, echamos de menos más material que ayude a contextualizar el trabajo de Martí en su momento, aunque lo que sí es imperdonable es no haber aprovechado la ocasión para incluir una entrevista con un autor esquivo que tiene muchas cosas que contar. ∎