Serie

Megamix Brutal

Rafa de los Arcos (miniserie, 3Cat/RTVE Play)
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En 2007, mientras preparaba un guion cinematográfico para el trabajo de final de carrera de Comunicación Audiovisual, topé con la noticia de que, una década atrás, el propietario de Max Music, Miguel Degà, intentó secuestrar a su exsocio, Ricardo Campoy, contratando a unos sicarios mexicanos que, por una absurda cadena de errores, acabaron llevándose al pinchadiscos Josep Maria Castells. La historia lo tenía todo para mí, era como un thriller con toques de comedia negra a lo “Fargo” (Joel y Ethan Coen, 1996) a ritmo de música electrónica. Desde luego merecía un tratamiento cinematográfico –aunque, probablemente, no escrito por mí– y, ahora, 25 años después de aquellos sucesos, llega “Megamix Brutal” (2024), una serie documental de tres capítulos hecha a pachas entre 3Cat y RTVE Play. Dirige Rafa de los Arcos (“Salvados”, además de batería de Manos de Topo), produce precisamente Jordi Évole y cuenta con locución de la estrella de la radiofórmula Fernandisco.

Explico todo esto no para contaros mi vida, sino para incidir en el “la realidad supera a la ficción” de todo esto, en lo potente de la historia y lo necesario de ser contada. Y aunque en mi cabeza esto tenía más de cine negro de los hermanos Coen, los tiempos también han cambiado y el producto final ha sido otro. Pero aunque los tráiler sugirieron un tono más cercano a los true crime de Carles Porta, sus creadores van más allá y, en una imitación de esos Max-Mix a los que acaban rindiendo tributo, aportan frescura y desparpajo a la narración en un montaje nervioso en el que hay mucho de remezcla, reciclaje y corta y pega. Todo ello rematado por unas reconstrucciones rayanas en el delirio en el que los entrevistados hablan a sus personajes en escena como si la voz de su yo futuro se tratase y sin miedo a romper la cuarta pared.

MIke Platinas.
MIke Platinas.

No es el único logro de una serie documental que nos cuenta el albor de la música –electrónica– popular en nuestras tierras. Un fenómeno, en cualquier caso, intrínsecamente barcelonés, tal y como explica uno de los entrevistados, Félix Buget, capo de Blanco y Negro: “En Madrid, cuando pasaba un coche con la ventanilla abierta, oías guitarras; en Barcelona, electrónica”. “Megamix Brutal” es el retrato de toda una época, la que abarca desde los ochentas con los primeros discos de mix hasta la explosión de la pachanga, la fiebre latina y los “triunfitos”, pasando por la ruta del bakalao y el italo disco. La capacidad de vampirización era tal que ya no solo se apropiaban de corrientes musicales, sino también de modas y chascarrillos de la época: desde el atentado frustrado a Aznar (¡“Bombazo Mix”!) hasta el Rambo de Santiago Urrialde en “Esta noche cruzamos el Mississippi” (¡“Rambo Mix”!), pasando por la obsesión, gracias a Spielberg, por los dinosaurios (¡“Jurassic Mix”!). Fue, en fin, la representación musical de la llamada “España feliz”, pese a quien pese.

Todo ello mientras se pasaban por el arco del triunfo los derechos de autor de terceros (¡y hasta de artistas propios!) con unas prácticas gansteriles de aúpa. No hay mucho rubor en los entrevistados al reconocer que su interés comercial se anteponía al puramente musical, pero a la vez son capaces de tomarse en serio una música que, desde el placer culpable o no, solo una minoría es capaz de defender ante una crítica que siempre la ha –hemos– vilipendiado. Algunos verán, sí, un poco de blanqueamiento en todo esto, pero yo más bien veo un muy necesario ejercicio de expiación de pecados y honestidad en las declaraciones de los Campoy, Castells, Platinas, Peret… pero también Rebeca y David Lyme. ∎

Duro de pelar.
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