Moa Romanova, que firma con ese apellido tan eslavo y que sin embargo se apellida Strinnholm, nació en 1992 y es una historietista e ilustradora sueca. Apa-Apa publica ahora en nuestro país “Todo mal. Un cómic goblin” –traducido por Alba Pagán–, editado por Fantagraphics para el mercado anglosajón como “Goblin Girl” en 2020 (ganador del premio Eisner a la mejor edición estadounidense de material internacional en 2021). Memoria gráfica de episodios juveniles que sirven para ilustrar los estados mentales de una generación millennial que empieza a perder el foco en el market war generacional en favor de la generación Z, merced al capital insaciable que nos tiene a todos sometidos/jodidos. La protagonista se enfrenta a una de esas relaciones-trampa donde la necesidad e inseguridad están muy por encima del deseo o del interés genuino, donde la edad entraña un desequilibrio de poder incompatible con lo que debería ser una relación justa y saludable.
El chica encuentra chico es, aquí, chica encuentra tipo maduro. Una cuestión que genera incomodidad máxima en la era donde el consentimiento está en el debate público, desbordando el feminismo para expandirse a la conversación general. La protagonista, trasunto de la veinteañera y ansiosa Moa, se topa con el gen X cincuentón “enrollado” que “solo quiere ayudarla”. Esta relación (tan digital, como queda patente en el guion) se explica más en los monólogos de la propia Moa que en las escenas con el sujeto en sí; también en sus encuentros con amigas y la terapeuta. La artista maneja muy bien esa verborrea concisa –parece un oxímoron, pero no lo es–, así como los diálogos propios de la gente que se busca a sí misma en la veintena. E intercala páginas donde multiplica las viñetas con otras mudas en las que la estética ochentera de colores pastel con ramalazos de manga (Romanova incrusta una historieta manga a modo de sueño, de hecho) acentúan la ansiedad de quien lee, incluso.
Este cómic aborda temas estrella de una generación para la que la salud mental y el animalismo importan, y mucho. La protagonista no se encuentra bien, y el mundo comienza a mostrar sus garras… La conversación de bañera con la amiga es, en este sentido, reveladora, con frases lapidarias como “no es el deber de una chavala de catorce años enseñarle a un señor adulto a no comportarse como un gilipollas”. En este sentido, la obra acierta de lleno como retrato generacional, así como en sus decisiones gráficas, que hacen de la historia un cómic entretenido que da para reflexionar, sin dramatismos innecesarios. ∎