Serie

Oficina de infiltrados

Éric Rochant(T1 y T2, Movistar Series Xtra)
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Uno de los momentos más singulares del cine francés de los ochenta pertenece a “Un mundo sin piedad” (1989), debut de Éric Rochant: un hombre sabe a qué hora de la noche se ilumina la Torre Eiffel y se sirve de ello para impresionar a una mujer, haciendo ver que llama por teléfono para pedir que la enciendan cuando él quiere. Poco más de bueno ha hecho Rochant hasta la creación de la espléndida “Oficina de infiltrados” (Canal+, 2015 y 2016; Movistar Series Xtra, 2017).

La diferencia entre un espía y un infiltrado es que el segundo debe acercarse a la gente sin hacerse notar. Guillaume Debailly, apodado Malotru, es un especialista consumado en la infiltración. El mejor del departamento especial de la DGSE (Dirección General de Seguridad Exterior). Algo así como la CIA francesa, pero con algo de estoicismo (el que otorga a Malotru un excelente Mathieu Kassovitz) y de mística: el título original de la serie es “Le bureau des légendes” (La oficina de las leyendas).

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Las dos primeras temporadas giran alrededor de unos conceptos inamovibles a partir de diversas tramas y subtramas ubicadas en París, Damasco, Teherán o Argelia, con infiltrados franceses, agentes rusos, estadounidenses, sirios y argelinos, yihadistas y salafistas. Algunos de estos conceptos son la equiparación entre el infiltrado y quien ejerce una doble vida como adúltero; la idea de que un espía engaña y finge, mientras que un topo sublima el engaño; la diferencia entre seguridad y vigilancia; la mentira y el fingimiento permanente generan desconfianza en uno mismo; la información se produce, se vende, se compra y no tiene conciencia política. El superior del departamento, Duflot (Jean-Pierre Darroussin), que pasa de las corbatas muy llamativas a las más discretas a medida que se deteriora su relación con Malotru, argumenta que la deslealtad es como una bomba de fragmentación.

Pero Rochant se detiene también en la cotidianidad (las pausas fumando en el exterior de las dependencias, las charlas junto a la máquina del café) y escarba en la imposibilidad de volver a ser el que uno fue antes de infiltrarse. Tiene también toques ligeros: los nombres en clave (Malotru, Phénomène, Cyclone) están tomados de los insultos tintinescos del capitán Haddock. ∎

Mathieu Kassovitz, infiltrado en una trama de secretos y mentiras.
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