Ganador del Booker Prize 2023, “El cantar del profeta” (“Prophet’s Song”, 2023; Alfaguara, 2024; traducción de Eduardo Iriarte) es un retrato sobrecogedor del colapso de una sociedad contado a través de las vicisitudes íntimas de una familia. Claustrofóbica e inquietantemente plausible, la novela es una meditación sobre el poder, el temor y la resiliencia frente a la tiranía. Ambientada en un futuro cercano en Dublín, el libro imagina una Irlanda sometida al yugo de un régimen autoritario que promulga leyes de emergencia y moviliza una policía secreta para suprimir la disidencia.
Sin embargo, antes de acudir a la novela buscando el análisis de los maquiavélicos mecanismos de un estado totalitario, conviene advertir que Paul Lynch (Limerick, 1977) opta por lo personal y lo inmediato. El autor presenta un retrato devastador de cómo la vida de Eilish Stack, microbióloga y madre de cuatro hijos, se desmorona tras la desaparición de su esposo, activista sindical. “El cantar del profeta” tiene más de intimidad que de distopía: en lugar de centrarse en revoluciones o enfrentamientos épicos, la narrativa explora los silencios, las conversaciones en la cocina cargadas de miedo implícito y los frágiles rituales de una familia que lucha por permanecer unida mientras el mundo conspira para destruirla.
Desde sus líneas iniciales, Lynch sumerge al lector en la pesadilla in crescendo de Eilish. Su estilo es implacable, reflejo del colapso mental y emocional de la protagonista. La novela se destaca por su escritura poco convencional: oraciones largas, ausencia de saltos de párrafo y diálogos sin el formato tradicional. Esta estructura, aunque inicialmente puede resultar desconcertante, se revela como una herramienta poderosa que intensifica la tensión claustrofóbica y transmite la realidad fracturada de Eilish.
El corazón emocional de la novela es, sin duda, la protagonista. Lynch describe a Eilish con un detalle que revela su humanidad en cada acción. Ella se aferra a las rutinas de la vida diaria, incluso cuando el mundo más allá de su puerta se vuelve irreconocible. Limpia la cocina mientras las explosiones sacuden su vecindario, consuela a su bebé que está dentando mientras los toques de queda se endurecen, y miente a sus hijos sobre el destino de su padre. Estos momentos de negación y resiliencia son dolorosamente humanos, y Lynch los captura con una precisión que deja huella: el amor feroz de Eilish por su familia, su miedo a abandonar el único hogar que conocen y su obstinada negativa a aceptar la lógica del régimen autoritario.
La narrativa, sin embargo, no ofrece soluciones fáciles. Al final del camino no hay catarsis, ni actos heroicos de resistencia, sino una experiencia que confronta al lector con la lenta erosión de las libertades y el devastador impacto personal del colapso social. La desolación implacable de la novela puede desalentar a algunos lectores, pero es precisamente esta honestidad lo que convierte “La canción del profeta” en una obra tan poderosa. Lynch no ofrece un grito de guerra, sino un reflejo claro y perturbador de las vulnerabilidades humanas y de las complejidades inherentes a la supervivencia. ∎