Peter Ames Carlin, autor del libro sobre R.E.M. Foto: Terry Allen
Peter Ames Carlin, autor del libro sobre R.E.M. Foto: Terry Allen

Entrevista

Peter Ames Carlin: hablando sobre la pasión (por R.E.M.)

Peter Ames Carlin es el autor de “Este grupo se llama R.E.M.”, la mejor biografía que se ha escrito, de momento, sobre el extraordinario cuarteto de Athens, posiblemente el grupo norteamericano surgido en los años ochenta que mejor barajó las cartas de la comercialidad y de la honestidad artísticas. Nacido en la ciudad de Siracusa, Mr. Carlin responde a todas nuestras cuestiones en algún punto entre Seattle y Honolulu.

La diferencia horaria de Madrid con Hawái, que es donde se encontraba Peter Ames Carlin en el momento de la solicitud, seguramente rodeado de bellezas nativas y guirnaldas lei como Marlon Brando, es de 11 horas intempestivas, por lo que convenimos intercambiar las palabras por escrito. Una forma civilizada de preservar el biorritmo, que ya somos mayores, y de favorecer la reflexión en las respuestas. Carlin tiene 63 años y es autor de biografías a lo grande: Brian Wilson, Paul McCartney, Bruce Springsteen, Paul Simon o ahora “Este grupo se llama R.E.M.” (“The Name Of This Band Is R.E.M. A Biography”, 2024; Contra, 2025; traducción de Tito Pintado), lo cual da una idea de la categoría que confiere el autor a los compositores de “It’s The End Of The World As We Know It”. Por esto mismo, procedemos ya con la entrevista.

La primera pregunta es obligada: ¿por qué R.E.M.?

Porque son una banda genial cuya música fue central en la narrativa cultural y política de los años ochenta, noventa y del siglo XXI. Busqué durante años un libro que contara la historia de R.E.M. en todas sus dimensiones y, como no pude encontrarlo, pensé que lo mejor era escribirlo yo mismo.

¿Te sentiste decepcionado al no poder entrevistarlos?

No es un escollo insalvable, especialmente si cuentas con tanto material previo y entrevistas, y ellos dieron muchas. Individualmente fueron muy cooperativos, animaron a familiares y amigos para que hablaran conmigo, por lo que obtuve mucha información sobre el lado de la ecuación que más me interesaba, que era el humano, saber qué se siente cuando eres una persona relativamente normal y te ves inmerso en la deshumanizante posición de la fama. No es fácil.

Como cuarteto fueron tan completos como The Beatles, The Doors o Joy Division, aunque duraron mucho más...

Fueron excepcionales por su madurez emocional y habilidad en resolver desacuerdos potenciales que pudiesen amenazar sus relaciones y la chispa creativa. La decisión que tomaron al inicio de su carrera de repartir los royalties a partes iguales fue particularmente astuta, ya que de esa manera todos contribuyeron en la composición. Tenía más sentido proteger la solidaridad de la banda que designar exactamente quién había escrito cuánto de cada canción. Ningún miembro individual quería dominar al grupo y esto marcó la diferencia.

En el libro haces hincapié en el caldo de cultivo de Athens, ¿crees que sería posible una escena similar hoy en día?

Internet ha cambiado las cosas. Hay más influencias al alcance de todos y cualquier música que la gente haga en su escena local seguramente se escuchará mucho antes y de forma más amplia que cuando R.E.M. empezaban. Pero es un arma de doble filo.

“Son una banda genial cuya música fue central en la narrativa cultural y política de los años ochenta, noventa y del siglo XXI. Busqué durante años un libro que contara la historia de R.E.M. en todas sus dimensiones y, como no pude encontrarlo, pensé que lo mejor era escribirlo yo mismo”

El libro triunfa especialmente cuando entras en el análisis de la música...

Gracias, dediqué mucho esfuerzo a ello. Siempre trato de ser franco, de explicar lo que amo de la música que me importa, o por qué la que no funciona en mis oídos parece quedarse corta… Pero siempre intento dejar espacio para que el lector saque sus propias conclusiones. Y, por supuesto, nadie está equivocado por amar lo que ama.

¿Fue Michael Stipe el factor clave de R.E.M.?

Fue fundamental en los directos porque era un cantante y líder talentoso, muy magnético a la hora de dar vida a las canciones. Pero estoy seguro de que Michael sería el primero en decir que no habría llegado muy lejos sin la música de Peter, Mike y Bill hicieron para sus letras. Y ellos se beneficiaron enormemente de tenerlo como colaborador. El factor clave fue la química que obtuvieron juntos.

Sus letras eran guturales, pero fue perdiendo esa visceralidad…

Se inclinó por la abstracción y mantuvo su voz entretejida con la música en los primeros discos. Pero a medida que se desarrollaba como escritor y cantante escribió narrativas más comprensibles que no se privó de cantar en voz alta y clara. El estilo anterior tenía su propio atractivo y un porcentaje de los fans de R.E.M. puede que prefirieran aquella forma de cantar. Es una cuestión de opinión personal…

¿Qué me dices de Mike Mills? Fue un “tercer hombre”, un poco como Brian Jones en Rolling Stones.

En el sentido de que ambos eran multinstrumentistas que agregaron texturas inesperadas al sonido de sus bandas, estoy de acuerdo contigo. Pero Jones se quemó muy rápido y los Stones acabaron desarrollando un sonido e identidad alejadas de él, mientras que Mike fue una parte esencial en toda la música de la banda.

Una cartografía de R.E.M.
Una cartografía de R.E.M.

Bill fue quien se quemó en R.E.M. marchándose seguramente antes de tiempo. En una reciente entrevista para CBS casi rompe a llorar por ese motivo delante de sus compañeros…

Fue su catalizador durante los primeros tiempos. Tenía experiencia en la industria por su trabajo de oficinista en una agencia de reservas en Macon, Georgia. Sabía qué hacer para dar el salto de las fiestas estudiantiles a banda profesional. Animó a Mike y Michael a abandonar la universidad mientras intentaban salir adelante y aportó su propia musicalidad. Podía tocar teclados, guitarra y bajo cuando necesitaban una mano extra. Y también aportó mucho como compositor. Escribió partes clave de canciones como “Perfect Circle”, “Driver 8”, “Everybody Hurts”…

¿Por qué se separaron?

Una colaboración artística entre tres, cuatro o más personas es una construcción frágil. Tiene que haber una estética compartida en términos de música, letras e identidad, y no siempre van a estar en la misma página, así que todo es una negociación. Si es difícil para la gente normal, lo es más para artistas creativos que canalizan sus propios sentimientos en algo que suena como arte popular. Es extremadamente difícil que lograran hacerlo durante treinta años a un nivel tan alto, soportando mientras tanto los lógicos desacuerdos y disgustos. ¿Cómo no iban a hacerlo? Pero seguían queriéndose cuando decidieron separarse en 2011 y aún irradian afecto cuando están juntos.

¿Les afectó esa famosa tensión entre comercialidad y buen arte?

El artista más comercial del mundo puede ser auténtico si se propone como un gran artista de pop. Una banda arty hace que fans y observadores se cuestionen su compromiso con el arte cuando atrae a oyentes más convencionales. Pero es un pensamiento un poco elitista. Los artistas pueden hacer trabajos estéticamente válidos y atractivos para el mainstream. Yo creo que eso hicieron R.E.M. en su época más popular entre finales de los ochenta y los noventa. Álbumes como “Out Of Time” (1991) y “Automatic For The People” (1992) fueron éxitos masivos, contenían singles de éxito, pero también canciones con ideas complicadas que se hacían preguntas difíciles sobre la vida, el amor, la política, la desigualdad y la muerte. El hecho de que también fueran muy populares es un testimonio del arte de R.E.M., no un argumento en su contra.

“El artista más comercial del mundo puede ser auténtico si se propone como un gran artista de pop. Una banda arty hace que fans y observadores se cuestionen su compromiso con el arte cuando atrae a oyentes más convencionales. Pero es un pensamiento un poco elitista”

Stipe se acercó mucho a Bill Clinton. ¿Se politizaron demasiado?

No creo que les importara que sus ideas políticas pudiesen alinear a algún fan potencial. Se sentían tan convencidos de sus valores e ideales que no les importaba ser descartados como izquierdistas, comunistas o lo que fuera. Es un mundo grande, ¡que florezcan mil flores!

No solo no tienen un disco malo sino que mejoraron después de fichar por una multinacional. Otra rareza de R.E.M.

Eran muy listos. Se cuidaron de firmar con una compañía que respetara su creatividad y no tratara de suavizarlos para el consumo masivo. Peter Buck sabía que Warner había sido un sello modélico, centrado en el artista, desde los años sesenta cuando Mo Ostin y Joe Smith comenzaron a fichar a gente “distinta” como Jimi Hendrix o Grateful Dead antes de que estos soñaran con salir en la radio. Cuando creían en sus artistas, músicos como Van Dyke Parks y Randy Newman, estuvieron dispuestos a continuar invirtiendo en su trabajo durante décadas, incluso sin retorno financiero… Por supuesto, R.E.M. nunca ficharon un contrato con nadie que no les diera el control artístico completo. Pero Warner les hubiese dado ese control sobre su música incluso sin haberlo exigido.

Que se nieguen a reunirse les hace ya esféricamente perfectos.

Como digo en la primera página del libro, R.E.M. fueron siempre impactantes por las cosas que se negaban a hacer pero que otras bandas veían como algo natural. No hacían playback en televisión, nunca teloneaban a bandas más grandes que ellos, no mezclaban las voces por encima de las guitarras, no salían en los vídeos... Con el tiempo cambiaron de opinión sobre alguna de aquellas negativas, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión. Cada año reciben ofertas de festivales y giras mundiales con cantidades astronómicas. Pero ya ganaron mucho dinero y, si no les apetece reunirse, no tiene sentido que lo hagan. ¿Cambiarán de opinión? Espero que sí, pero esto lo digo porque soy fan. ∎

Cuarenta mil razones para leer

“Este grupo se llama R.E.M.”
(Contra, 2025)

Peter Ames Carlin hace un esfuerzo considerable por reconstruir la historia de R.E.M. sin haber podido refrescar la información disponible con la fuente más directa que existe pero no siempre la más fiable: la de unos protagonistas que siguen vivos y en plena forma para un retorno glorioso aunque por ahora lo descarten radicalmente. Con estos mimbres, opta por elaborar un relato cercano a la narración novelesca recontando los hechos con pelos y señales, como si hubiese estado presente en la trama, una técnica bastante habitual en este tipo de biografías de forzada “segunda mano”. También lo es un poco el título del libro, ya que el primer directo de Talking Heads se titulaba “The Name Of This Band Is Talking Heads” (1982). Sumando todo lo anterior al entusiasmo literario de Carlin como fan confeso de la banda, actitud imprescindible a la hora de abordar este tipo de proyectos, se acaban nuestras reticencias de observador panóptico. Porque su labor de documentación ha sido un encaje de bolillos digno del mejor trenzado veneciano, tarea a la que dedicó el tiempo de pandemia.

Carlin distribuye el itinerario de R.E.M. en cinco capítulos que se leen como un relámpago, cediendo paulatinamente protagonismo a cada uno de los miembros de la banda. De ellos se vierten numerosos datos aunque siempre fueron reticentes a revelar sus correrías y demás material tomatero, como el falso contagio de sida de Michael Stipe que tanto lo angustió. Esto nos contesta Carlin respecto al lado menos confesable de R.E.M.: Ciertamente bebían, tomaban ‘speed’ y se entregaban a las diversas drogas disponibles para las estrellas del rock en los ochenta y tal vez en los noventa. Pero eran inteligentes al respecto y tenían cuidado de no pasarse de la raya. Además de aprender mucho sobre la banda, es casi un libro de texto, ya que el autor dedica muchos párrafos a explicar con finura crítica la música de R.E.M., rehabilitando de paso discos más olvidados o a los que este lector les prestó menos atención, como el sensacional “Up” (1998). Santos varones. ∎

Etiquetas
Compartir

Contenidos relacionados