Película

Solo para mí

Valérie Donzelli

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Dos hermanas gemelas: Blanche, introvertida; Rose, extravertida. Se diferencian por el corte de pelo, que es en el fondo la expresión de sus caracteres. La melena tradicional de Blanche frente al flequillo de Rose. Más tarde, ya instalados en el meollo del drama, Blanche se cortará el pelo como el de su hermana, y a su entonces amantísimo novio, apellidado Lamoureux, no le acabará de convencer el cambio de estilo. Parece un detalle fugaz que no va a ningún lado, pero en esencia explica lo que va a ocurrir: “Solo para mí” (2023; se estrena hoy) es una película sobre el demonio de los celos y la violencia doméstica.

La dirige Valérie Donzelli y la escribe a medias con Audrey Diwan, directora de “El acontecimiento” (2021) y “Emmanuelle” (2024), de modo que la película se aparta de otros filmes más o menos canónicos centrados en el proceso de los celos devastadores, tipo “El infierno” (1994), un proyecto de H. G. Clouzot que terminó rodando Claude Chabrol. Es distinta también por las características físicas de su protagonista femenina, allí Emmanuelle Béart, aquí Virginie Efira. Esta además se desdobla en las dos gemelas, y Rose, personaje aleatorio durante todo el metraje, adquiere algo más de relevancia en los pasajes finales. Efira encarna una cierta fragilidad. Su personaje está más a ras de tierra y sigue ciertas convenciones: es tímida, reencuentra en una fiesta a Lamoureux, se enamora, queda fascinada por él, se casan, tienen dos hijos, continúa con su trabajo de profesora y acepta, en primera instancia, los fogonazos celosos de él hasta que su actitud deriva en una obsesión y la vida en común queda reducida a las cenizas de una pesadilla cotidiana.

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Durante su primera parte, la película expone una situación reconocible de malos tratos psicológicos antes que físicos. De hecho, Lamoureux, a quien da vida un Melvil Poupaud bastante contenido exceptuando algún plano histriónico, se jacta de no haber pegado nunca a su mujer. Pero Donzelli y Diwan le dan otra vuelta de tuerca a la historia para apartarla de la ortodoxia dramática y apuntalar aún más el punto de vida de la mujer, es decir, las decisiones que toma como cuerpo liberado. En un momento que se antoja medular, Lamoureux le dice a Blanche: “Si me quisieras, nunca habrías dejado que te tratara así. Has dejado que me convirtiera en un monstruo”. A partir de esta escena, y en una estructura en ligero tiempo pasado, ya que el momento presente corresponde a la conversación entre la víctima y la que intuimos es su abogada, el filme bordea la culpa, la moral, los hechos y la ley. Blanche toma una decisión, y esta comporta el descenso a los infiernos, poco chabrolianos, en que se convierte su existencia. “Solo para mí” es una relectura de las películas sobre malos tratos y violencia de género, nada pactante ni demagógica, que rehúye los arquetipos con hechuras bien llevadas de thriller psicológico. Al final, el monstruo queda fuera de foco en un desenlace de extrema sobriedad. ∎

Jealous guy.
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