“Mi madre fue mi primer país, el primer sitio en el que viví”. Con esta cita de Nayyirah Waheed comienza la californiana Tessa Hulls (1984) su ópera prima en la novela gráfica, cita que enreda al lector con los dos hilos que tejen este relato: la patria y los padres, y todo lo que ambos pueden llegar a acarrear. Especialmente cuando tu madre china emigra a Estados Unidos, crea su propia familia y acoge en ella a una madre con un trastorno psiquiátrico crónico.
Casi diez años de documentación, viajes, escritura, dibujo y mucho trabajo interior ha necesitado la autora para completar una obra sobre la historia de su familia que bascula entre lo poético, lo histórico y lo terapéutico. Recientemente confesaba que “cuando empecé este proyecto, no era dibujante. No era historiadora. No era escritora profesional. Ahora soy todo eso. Pero durante mucho tiempo, solo fui una nieta que no hablaba chino y que necesitaba entender por qué su madre y su abuela se habían roto”.
“Alimentar a los fantasmas. Autobiografía en viñetas” (2024; Reservoir Books, 2025, traducción de Juan Naranjo) atraviesa en casi 400 páginas tres arcos generacionales: la abuela Sun Yi, la madre Rose y la propia Tessa Hulls. La historia se inicia con Sun Yi, una conocida periodista en Shanghái que en 1957 escapa a Hong Kong huyendo de la China comunista, y lo hace con una hija pequeña y mestiza. Tras escribir unas memorias que se convertirán en un superventas, su salud mental se quiebra para siempre. Este trauma personal se presenta paralelo a la historia de la China del siglo XX, abarcando desde los conflictos coloniales y las invasiones japonesas a los desvaríos del régimen maoísta.
Una vez que la historia se adentra en Rose, madre de la autora, la trama se vuelve más personal. Rose abandona Hong Kong y emigra a Estados Unidos para ir a la universidad; allí se casará, formará una familia y llevará a su madre enferma para cuidarla hasta el final. Su sobreprotección y miedo a la herencia mental generan un abismo emocional entre Rose y su hija Tessa. Abismo que la autora tratará de salvar con esta obra monumental donde disecciona un trauma transgeneracional y da cuenta de su agitado periplo vital.
Sin duda, se trata de una obra muy ambiciosa que difícilmente podía tomar una forma ligera. Lectura densa y exigente en la que destaca una marcada dualidad entre la extensa prosa, ordenada y documentada con rigor, y un dibujo en blanco y negro áspero, de tradición underground y alejado del realismo, de escaso valor visual pero altamente simbólico y expresivo. Paisajes que se desvanecen, manchas o fondos surrealistas reflejan el trauma y la complejidad emocional en la que se encuentran atrapadas las protagonistas. Entre sus fuentes referenciales, el “Maus” (1980-1991) de Art Spiegelman, con el que según la autora dialoga a varios niveles, el “Persépolis” (2000-2003) de Marjane Satrapi o las novelas gráficas de Alison Bechdel.
Uno de los temas clave del libro es cómo los relatos políticos manipulan la realidad y destruyen la memoria personal y colectiva. “Primero, pasa algo de verdad, después los periódicos escriben sobre ello”, escribe Hulls en la página 83 para resumir cómo el comunismo chino empezó a usar la prensa para invertir el orden habitual de causa y efecto. Su autorretrato cambia algunas palabras de sitio en la siguiente viñeta: “Primero, los periódicos escriben sobre ello, después algo pasa de verdad”. Un asunto que abordó de manera muy consciente porque, ha declarado la autora, veía paralelismos aterradores entre las tácticas de manipulación del lenguaje del Partido Comunista en los años cincuenta y las que Trump estaba usando en Estados Unidos.
Este trabajo titánico ha sido reconocido en Estados Unidos como uno de los mejores cómics de 2024 (‘Time’, ‘The Guardian’, ‘NPR’). Además, en 2025 se ha convertido en el segundo cómic después de “Maus” en ganar un premio Pulitzer, en la categoría de memoria-autobiografía. Esta última noticia la recibió la autora en Juneau, Alaska, donde reside ahora –trabaja en el parlamento como cocinera–, y se enteró una vez publicada porque un congresista se la contó. Pero no todo han sido aplausos. En China continental el libro ha sido prohibido, al mismo tiempo que ha encontrado una especial acogida en comunidades de origen chino de otros países que han podido ver reflejadas heridas compartidas. Lo personal puede ser muy universal, tan universal como buscar la libertad lejos y encontrarla en el punto de partida. ∎