Libro

Tiffany McDaniel

El verano que lo derritió todoHoja de Lata, 2023

El diablo llegó a Breathed, Ohio, en el verano de 1984. Breathed no existe. Aunque podría existir como el Knockemstiff de Donald Ray Pollock, es producto de la imaginación de Tiffany McDaniel. “Con el tiempo aprendería que, entre el cielo y la tierra, Breathed era un pedazo de tierra en medio de un dolor palpitante, donde las lagartijas morían aplastadas bajo las ruedas y la gente parecía como un trueno que choca con otro”, narraba en “Betty” (2020; Hoja de Lata, 2022), vía de entrada de la literatura de la autora en España.

En realidad, Tiffany McDaniel nació en Circleville (1985), también en Ohio. Al pie de los Apalaches, bastos y remotos. Pueblos que suelen ser violentos. La calma, que en realidad es tedio, de Breathed se ve truncada en el “El verano que lo derritió todo” (“The Summer That Melted Everything”, 2016; Hoja de Lata, 2023; traducción de Ignacio Gómez Calvo) ­–su debut editorial– por la llegada del joven Sal. Un extraño niño negro de 13 años, vestido con traje harapiento, que asegura responder a la llamada del padre del narrador de la historia, que a través del diario local hace una petición al diablo para que se persone en el pueblo.

La presunción inicial de novela gótica inspirada en lo que la joven McDaniel consumió compulsivamente deriva al noir rural con la serie de fatalidades que invaden el pueblo, cuyos habitantes comienzan a volverse violentamente contra el joven Sal en busca de responsable. Pero lo que en realidad hace la autora en la novela es volcar todas sus experiencias adolescentes: la discriminación racial, el fervor religioso, la homofobia, el estigma. El miedo a lo desconocido, al foráneo, a lo extraño.

La gran virtud de McDaniel es la facilidad con la que aparentemente convierte lo inhóspito en bello, lo salvaje en placentero. “Caer es terrible para un ángel porque no puedes sobrevivir gracias a tus alas. La capacidad de volar que antes tenías es una magia que no volverás a disfrutar”, escribe. Y sigue. “Dios no es tonto. Ha convertido la caída en una tortura desgarradora, pues en cada escalón hay una mano tendida hacia ti de una forma bondadosa, anticuada, como si te diera una segunda oportunidad”.

Y mientras el libro avanza implacable hacia la fatalidad, el destino manifiesto, la inevitabilidad del desastre turbio y sórdido, Tiffany McDaniel retrata con su decidida voluntad de mirada retrospectiva –aquí puesta en los ochenta, sus relaciones puras, directas, no marcadas por el influjo tecnológico– lo más extremo del mundo aldeano americano. La white trash, la marca reservada para los paletos más brutos y menos refinados, aquellos cuya miseria no hay fluctuación económica que pueda disminuir o agravar, y el futuro predeterminado de las clases negras, latinas y nativas, que tan bien conoce de primera mano por sus orígenes cheroquis.

Baudelaire escribió que mayor el truco del diablo es hacernos creer que no existe. Quizá porque reside en cada uno, o en el grupo, como enseña el salvaje y terrorífico acto de violencia pública y enajenación colectiva que acelerará el desenlace. Muy Harper Lee, presente en todo el libro, como también lo están Flannery O’Connor o Shirley Jackson en todo lo publicado por McDaniel hasta el momento.

Mientras “On The Savage Side”, editada en este año, espera traducción, Tiffany McDaniel ya se ha apropiado de su pedazo de tierra en la grit-lit, el noir rural, el hillbilly noir o la literatura del arroyo, como se prefiera llamar al género. Un lugar entre los autores surgidos del desguace americano, los clásicos: Jim Thompson, Harry Crews o Larry Brown, y los más recientes Pollock –otra vez–, Chris Offutt y Wiley Cash. Heredera de altura de Bonnie Jo Campbell. ∎

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