Libro

Tomás Graves

Afinando al alba. Viaje musical al corazón de un paísLibros del Kultrum, 2025

Incomprensiblemente sin traducir hasta ahora, “Afinando al alba” (“Tuning Up At Dawn. A Memoir Of Music And Majorca”, 2004; Libros del Kultrum, 2025; traducción del autor y de Carmen García-Gutiérrez) es, como su título original indica, un libro de memorias donde Tomás Graves (Palma de Mallorca, 1953) rememora su vida en la isla que lo vio nacer centrándose mayormente en las músicas que han moldeado su existencia.

Hijo del ilustre Robert Graves (1895-1985) y de Beryl Pritchard (1915-2003), segunda esposa del autor de “Yo, Claudio” (1934), Tomás vivió rodeado desde su infancia de la efervescencia artística e intelectual asentada en Mallorca, concretamente en Deià, de la que su padre fue uno de los pioneros (llegó en 1929, por recomendación de Gertrude Stein, y salvo con el paréntesis de la Guerra Civil, ya nunca se marcharía).

Tras una introducción-disertación sobre los niveles de ruido por estos pagos (“En el Mediterráneo, el nivel de decibelios al que estamos expuestos y acostumbrados, de parecido modo a como nos abrasa el sol en estas latitudes, es mucho más elevado que el que se emite en el norte de Europa”), Graves entra en materia con recuerdos de infancia y adolescencia y la llegada de los primeros beatniks que se avistaban por el pueblo a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, sin que los lugareños se sintieran ni remotamente amenazados. Un mundo casi idílico que se iría enturbiando con la implantación del turismo masivo y la normalización de drogas cada vez más duras como modo de evasión.

Los sesenta y los setenta serían los años de la gran explosión hippy en Deià, un “Camelot bohemio” por donde pulularon, entre muchos otros y otras, Robert Wyatt, Kevin Ayers, Mike Oldfied, Mati Klarwein y, sobre todo, el australiano Daevid Allen (Soft Machine, Gong) y su inseparable Gilli Smyth; a ambos Graves les dedica algunas de las mejores páginas del libro. También, al malogrado Ollie Halsall, extraordinario guitarrista muerto en Madrid en 1992, a los 43 años, de una sobredosis de heroína.

Pero Graves no solo se detiene en los personajes más o menos ilustres que deambulaban bajo el sol balear: también recuerda a profesores, compañeros de juegos, tenderos, músicos autóctonos a menudo olvidados (Toni Morlà, Joan Bibiloni) y bandas de verbena y fiestas patronales con los que compartió escenario con la Pa Amb Oli Band, su grupo.

El nacimiento de la nova cançó, su descubrimiento de la rumba gracias a su amistad con una familia de gitanos asentados en Mallorca, los cambios sociales en las últimas décadas del franquismo y el advenimiento de la democracia tras la muerte del dictador o la movida madrileña también se cuelan en una obra en la que Graves se interroga a menudo sobre la naturaleza de su identidad: ¿es mallorquín o inglés?, ¿cómo manejar sin escisiones esta ambivalencia? Mención especial para el capítulo “La guitarra armada”, en el que desmenuza su estancia en la Nicaragua sandinista, entonces un destino soñado para cualquier joven con tendencias más o menos izquierdistas.

Escrito con un estilo claro y dinámico, “Afinando al alba” no ha perdido valor ni vigor a pesar de estar fechado en 2004. Es una crónica muy viva de un mundo definitivamente perdido, un mundo de ilusiones y utopías existenciales y de realidades creativas que, aunque dejó muchos cadáveres por el camino, mereció la pena vivir. Graves, testigo privilegiado, nos lo cuenta muy muy bien. Y, tal y como remata las 526 páginas, “que nos quiten lo bailao”. ∎

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