“WZ: ¿Qué era lo que, en tu opinión, fallaba cuando te dispusiste a volver a grabar las canciones en el estudio?
SPRINGSTEEN: Con cada paso que daba para mejorarlas, perdía el favor de los personajes.
WZ: ¿Como si los personajes de Nebraska tuvieran el cincuenta y uno por ciento de los votos? ¿Como si ellos fueran a decidir cómo sería ese álbum?
SPRINGSTEEN: Eso siempre es así, si haces las cosas bien.
WZ: Pero esos personajes en concreto eran unos marginados. Esos personajes tenían un sonido propio.
SPRINGSTEEN: Sí. Y mi trabajo consistía simplemente en aceptarlo y no joderlo todo”.
Este fragmento de entrevista, introducido por Warren Zanes al comienzo del capítulo 12 (“¿Y si paramos esto”?), es solo uno de los momentos reveladores que incluye “Deliver Me From Nowhere. La historia y creación de Nebraska de Bruce Springsteen” (“Deliver Me From Nowhere. The Making Of Bruce Springsteen’s Nebraska”, 2023; NeoPerson, 2025; traducción de Ainhoa Segura Alcalde), el libro sobre la elaboración de “Nebraska” (1982) del que partió la película del mismo título que se acaba de estrenar estos días. El autor es un todoterreno de largo recorrido en diversos campos de la industria musical –exguitarrista de la banda The Del Fuegos, vicepresidente del Salón de la Fama del Rock And Roll, biógrafo de Tom Petty y productor del documental “A 20 pasos de la fama” (Morgan Neville, 2023), entre otros hitos curriculares– y tuvo el privilegio de poder entrevistar al propio Springsteen para la ocasión (¡y de visitar la mismísima habitación de Colts Neck donde se compuso y grabó el disco!), además de a figuras fundamentales como el mánager Jon Landau y el productor e ingeniero de sonido Chuck Plotkin.
Con esas ventajas, el libro podría haber tomado la forma de una historia oral, con la entrevista con el boss como imponente segmento central. Sin embargo, Zanes utiliza una estructura mucho más libre, y va alternando esas declaraciones con su propia visión personal, citas a otros libros escritos sobre Bruce y documentación variada. En este sentido, tenemos que destacar la precisa traducción de Ainhoa Segura Alcalde, que referencia las diversas traducciones al español de cada una de las obras citadas. El autor, además, entrevista a otros músicos que han asumido la influencia de ese disco sobre su obra: desde Steve Earle, Richard Thompson o Matt Berninger a Patty Griffin y Rosanne Cash (quien aquí revela que ella era la verdadera fan del disco en su familia y se lo regaló a su padre, Johnny Cash, antes de que él grabase dos versiones del “Nebraska” en su álbum “Johnny 99”, de 1983).
Con un estilo llano y divulgativo, a la par que profundo y apasionado, el autor se marca la misión de convencer al lector de la importancia del disco que el de Nueva Jersey grabó entre “The River” (1980) y “Born In The U.S.A.” (1984) sin ser ni siquiera consciente de que estaba grabando un disco. No solo eso, quiere convencernos de que ese es el mejor álbum de su trayectoria. Y, diría, triunfa en su empeño, porque se ha escrito muchísimo sobre “Nebraska” en estas cuatro décadas y pico, se conoce casi todo sobre ese trabajo, pero Zanes te lo cuenta de tal manera que te invita a volver a descubrirlo otra vez. Ahonda muy bien, por ejemplo, en la exploración de sus influencias: Flannery O’ Connor, “Malas tierras” de Terrence Malick (1973), su relación con Suicide y “Frankie Teardrop”, el libro de fotografías “Los americanos” de Robert Frank… y también en el propio influjo de ese álbum desde el mismo momento de su publicación. Una onda expansiva que no solo se reduce al chute de credibilidad otorgado por una maniobra altamente arriesgada para Springsteen en aquel momento (aunque también descubrimos que el presunto suicidio comercial no lo fue tanto, ya que CBS lo aceptó y lo promocionó tal como él quería y el álbum se vendió bastante bien).
En plena eclosión del synthpop y los new romantics, del culto a la alta fidelidad y a la imagen vía MTV, en los albores de la revolución digital, no solo fue osado que una de las mayores estrellas del rock comercializase un disco despojado de toda ornamentación y grabado literalmente como si fuese una maqueta. También marcó un antes y un después por registrarlo completamente solo desde la más pura estética do it yourself (no figura ningún productor en los créditos, tan solo Mike Batlan como ingeniero), por romper con la era dorada de las bandas de rock’n’roll y convertirse, de modo completamente involuntario, en el primer cantautor de habitación, con todos los caminos que eso abrió hasta llevarnos a donde estamos ahora. Zanes, de hecho, hace especial hincapié en explicar qué tecnología se empleó para grabar esas canciones, en todo el complejo proceso de masterización y, en general, las dificultades a las que Springsteen se tuvo que enfrentar para darse cuenta de cómo esos temas (¡y esos personajes!) necesitaban la luz adecuada con que ser enfocados, hasta darse cuenta de que ese tono, entre sombrío y fantasmal, solo estaba en las primeras y desaliñadas tomas que había registrado en una cinta de casete. El disco estaba allí.
Tan solo echo de menos que el autor se adentre con más profundidad en la temática de cada canción del disco. Lo hace realmente bien con dos temas: “Nebraska” y “Mansion On The Hill”, pero no analiza tanto los ocho restantes. En realidad, tras leer el libro, uno ya tiene todas las herramientas necesarias para escucharlas, bajarse las letras e investigar por su cuenta hasta completar por sí mismo todos los misterios de un trabajo que parece imperfecto, sucio e inacabado y acabar comprendiendo que ahí radica precisamente su perfección y su grandeza. ∎