Del 17 al 21 de julio de 2021, organizados por la universidad de Oklahoma, tuvieron lugar los “Taylor Swift Study Days”. Dichas jornadas se celebraron online debido al COVID. En ellas, musicólogos y sociólogos de todo el mundo exponían sus principales tesis en torno a la cantante. Aquel hito reflejaba un cambio de paradigma en el interés científico que se ha ido acrecentando en los últimos años: Yeray S. Iborra (Barcelona, 1990) –colaborador de Rockdelux– explica que su interés por el fenómeno Taylor Swift data de un breve período de tiempo, pero el suficiente para ser merecedor de un ensayo.
De este modo, el libro parece insertarse dentro de las tendencias sobre investigación que se han venido dando en la escritura musicológica durante la última década. En primer lugar, la divulgación sobre la contemporaneidad o, lo que es lo mismo, analizar un fenómeno que aún no ha llegado a su fin. Por otra parte, aquello que popularmente se nombra como “yassificación de la academia”, porque en los últimos años la cultura pop ha desbancado en el plano científico (al menos en las disciplinas de humanidades) todas aquellas ramas del conocimiento historiográficamente más serias. Actualmente, es bastante común encontrar proyectos de fin de grado o incluso tesis doctorales sobre raxetas, “Drag Race” o la escisión entre Miley Cyrus y Hannah Montana. En definitiva, productos culturales coetáneos asociados al pop naif, lo femenino y lo ligero están encontrando un espacio divulgativo en una sociedad que, a nivel cultural, está cada vez menos jerarquizada. La respuesta inmediata a los años de silencio es el análisis de dicho producto como algo subversivo: ¿se puede encarar una revolución dentro del canon y los mecanismos de la industria? La cantautora de Pennsylvania se enfrentó a su discográfica hace unos años y su discurso calaba muy bien en la escena underground, pero no deja de ser la persona más contaminante del planeta.
El de Iborra, en cambio, es un análisis más autobiográfico que científico. El libro habla sobre Swift, pero ese discurso está envuelto en las vivencias del propio autor, igual de protagónicas que las del objeto de estudio: su metodología es la observación más que la participación y el trabajo de campo desde el exterior. Iborra nunca formó parte de la comunidad swiftie, no estableció relaciones parasociales con la cantante y, aunque comparten quinta, no pertenece a ninguna de las generaciones que se han criado con esta. Así, el trabajo es útil no solo para tener una voz diferente dentro de un análisis global, sino también para entender cómo confluyen los personajes masivos dentro de una rutina más íntima y menos fanática.
Quizá por eso el prólogo llama la atención, por esa búsqueda de objetividad tan probablemente imposible en la canción: “Claramente, la de Pennsylvania no tenía la mejor voz, ni las más logradas melodías, ni las historias contadas con más maestría, ni las coreografías más vistosas; definitivamente, ni siquiera tenía los mejores temas”. Definitivamente, el proyecto de Swift ha trascendido el plano sonoro; actualmente, crea y condiciona comunidades y su impacto en el mundo está condicionado a través de cuestiones de identidad. Sin embargo, ¿cuáles son esos parámetros de hit que los temas de la estadounidense no cumplen? ¿Dónde entra la objetividad en el nombramiento de un “temazo”? Por supuesto, la trascendencia de Swift va mucho más allá de la calidad de sus temas.
En definitiva, “Fenómeno Taylor Swift” es un documento entretenido a la par que detalladamente útil para entender los elementos que se articulan en torno a la construcción de un personaje pop: la incomprensión de la heroína, su auge y caída, la epicidad en su toma de decisiones, la brecha generacional o el fenómeno fan. Como las alumnas sobre las que habla Iborra, yo también hice la cola virtual para conseguirle entradas a mi prima adolescente. Sin embargo, también intenté acudir a su primer concierto en nuestro país, allá por 2011. Las entradas costaban 60 euros; las de su nueva gira, 190: ¿ha cambiado realmente las reglas del juego? A través de los puntos esenciales de la biografía de Swift, el autor narra su experiencia (fácilmente universalizable) tratando de comprender un contexto musical que cada vez nos parece más ajeno. ∎