Otro grupo de canciones puede estar conformado por
“Humo negro” y
“La sirena” (en este disco no podía faltar un tema en ternario), bastante separadas entre sí dentro del trabajo, lo que provoca una sensación zigzagueante. En estas, las andaluzas se desprenden de los recursos anteriormente mencionados: en una nueva narrativa en la que predomina la oscuridad, Adiós Amores asemejan la frialdad con el minimalismo, dotando a dichas canciones de una producción mucho más sobria.
Sin embargo, lo que hace de este disco una obra sugerente para el oyente curioso son los contrastes que se perciben durante su media hora de duración: este camino parece una carretera de montaña, aunque todo está cortado por el mismo patrón y en ningún momento se pierde la entidad del dúo.
“La culpa” emerge con una instrumental arabesca, propia de cualquier escala húngara o bizantina, que ni siquiera se percibe como andalucista por la falta de costumbre. La
“Cumbia de la serpiente” también se hace notar, por su narrativa de fábula que despunta en relación a sus letras habituales y por su ascendencia de cumbia andina más que de la tan de moda villera. El disco cierra con
“Canción de despedida” cuyo desarrollo asciende hasta convertirse en una canción propia de La Casa Azul.
El camino es largo y tiene curvas, pero Adiós Amores son unas copilotos impecables. ∎