Después de transicionar del dance pop a un sonido persistentemente experimental y redescubrirse varias veces a sí misma, a Aïsha Devi le ha llevado varios años dar con esta versión que encontramos en “Death Is Home”. Si en el pasado la deliberada rareza o la falta de foco terminaban por ensombrecer la propuesta estrictamente musical, ahora lo concreto se pone por delante. Y el resultado convence, incluso por momentos emociona, a base de equilibrar lo etéreo con la fisicidad de los subgraves, la rave y el R&B futurista, lo místico y lo profano.
Es, de hecho, el enfoque “antitrance” que marca ya el arranque de “Not Defined By The Visible” lo que va a definir todo el nuevo álbum de la artista suiza con ascendencia nepalí recientemente asentada en Barcelona. La idea de trance, precisamente, ha sido parte indisociable de su música casi desde siempre, un hilo conductor que, sin aparecer siempre de forma explícita, lo recorre todo, pero aquí se adentra en honduras subgraves y en oscuras ambientaciones de ciencia ficción tan ochenteras como futuristas, vehiculando un discurso mucho más cinematográfico.
Trance e IDM se fusionan sobre un landscape synthwave en “Immortelle”. La urgencia de las líneas de sintetizador, raveras y agudísimas, jugando a imitar la electrónica de los noventa, contrasta siempre con unos beats cannábicos, adormecidos por el Xanax, que someten bajo su yugo cualquier amago bailable. Para armar el músculo rítmico del álbum por momentos recurre a replicantes 808, logrando que las estructuras orbiten más cerca del hip hop y del future R&B, como sucede en “Unborn Yet Alive”, en la progresiva “Prophet Club” –que recuerda a la sensualidad gótica y futurista de Sevdaliza– o, de nuevo, en “Immortelle”, piedra angular de “Death Is Home”. “Dimensional Spin”, con Slickback, se acerca tangencialmente a los excesos asociados al hyperpop en una locura abstracta que incluye sintes en despresurización, arañazos de hard ambient… y sin embargo sigue siendo capaz de retener esa ambientación de banda sonora sci-fi –entre “Alien” y “Twin Peaks”– que se niega a retirarse en todo el trabajo.
Buscando invocar, además, una energía casi ritual, este “antitrance” que pasa por los apocalipsis fractales de Zola Jesus –en “Lick Your Wounds”– y que incluso cuenta con su propio manifiesto androide –“The Infinite Chemistry Of The Betwixt (Tool)”– también recurre a esos efectos vocales en la línea de Karin Dreijr (The Knife, Fever Ray). Su twist siniestro, vikingo y cinematográfico de la electrónica europea asoma evidentemente en “Mind Era” –seguramente el tema más genérico de la colección–, y de algún modo se culmina en el cierre que supone el purgatorio de “Azoth Eyes”, densa, oscura, amenazadora pero en cierta manera también trascendental. La muerte ceremonial de los principios abre la puerta para volver a casa. ∎