Annelotte de Graaf, alias Amber Arcades, nos ha enseñado a esperar lo inesperado de cada nueva referencia suya. Si en un EP primerizo como “Patiently” (2015) hacía honor al título del mismo siguiendo las leyes de la Velvet más morosa, en su primer álbum, “Fading Lines” (2016), combinó un lado reflexivo con otro de nervudo jangle pop, bien acompañada por Shane Butler de Quilt a la guitarra y Jackson Pollis de Real Estate en la batería. “European Heartbreak” (2018) era otra historia: un tratado de pop sofisticado y europeísta con la tragedia del Brexit al fondo.
Por eso “Barefoot On Diamond Road” puede ser sorprendente y, a la vez, no lo es tanto. Ella se contradice, ella se transforma. Estamos ante otra Amber Arcades, esta vez envolvente, densa, cósmica y muy cinematográfica. Se nota la experiencia en bandas sonoras (“Mandy”, “Derribad al hombre”) del productor Ben Greenberg, artífice principal del sonido Sacred Bones y ya aliado de De Graaf en su primer álbum.
El viaje arranca con “Diamond Road”, magnífica torch song en la que se reúnen influencias de pop barroco (ese gran uso del arpa) y, como en su anterior disco, un country a la europea (esa steel guitar). Portishead, sobre todo los noventeros, seguramente en el corazón. El influjo del trip hop (pero más bien onda Mono o Daybehavior) se deja notar nuevamente en “True Love”, con un estribillo de absoluto vértigo emocional.
Otra maravilla es “Odd To Even”, un arrebato de pop de cámara que haría las delicias de Owen Pallett. Su letra es pura celebración del amor recién estrenado, ese que quiere hacerte fusionar con la otra persona a todos los niveles. Las inclinaciones conceptuales de “European Heartbreak” han dado paso a letras más directas sobre la belleza del día a día y la necesidad de vivir en el momento.
Sea como sea, De Graaf nunca ha sonado menos terrenal. Escúchese algo como “Contain”, con una subtrama de distorsión en la onda de los últimos Low, o “Water Stains”, que echa raíces en el folk pero se eleva hacia una atmósfera sintética extraña. La balada aislacionista “Life Is Coming Home” no requiere de percusión para entretener. Cuando quiere jugar al crescendo, De Graaf también acierta: las notables “Through” y “I’m Not There” subyugan con sus dinámicas e invitan a sacar a colación a Sharon Van Etten.
Según ha afirmado su autora en nota de prensa, “Barefoot On Diamond Road” nace como resultado de “darse cuenta de lo importante que es hacer las cosas por las razones correctas”. Y, ciertamente, suena de principio a fin (no, aquí no hay relleno) como un disco hecho solo por amor a la música, sin atender a las modas, sin escuchar nada más que a los ideales propios hasta las últimas consecuencias. En tiempos en que la conversación musical la dominan las celebrities, no tendrá ni un tercio de la atención que se merece, pero quienes lo encuentren y aprecien no querrán salir de él. ∎