La actuación de Nick Cave en el Primavera Sound el pasado 4 de junio, menos de un mes después de la muerte de su hijo Jethro, abría un cierto debate: ¿cuánto tiempo es suficiente para el luto? ¿Hay solo una forma de sobrellevarlo, el silencio, el replegarse hacia dentro? ¿O seguir trabajando puede ser no solo una forma de distraerse sino, en el caso de un rockero pasional como Cave, exorcizar el dolor?
“Cada uno lo lleva como puede” sería una respuesta empática. Al parecer, hubo gente que le dijo a Angel Olsen que no era buena idea meterse en un estudio solo semanas después de morir su padre y, después, su madre. Pero para ella, trastear con canciones era su forma de llevarlo. “Big Time” iba a ser un disco producto del amor –de su primer buen amor queer–, pero acabó siendo también producto de la pérdida. Lejos de moverse entre extremos, Olsen abraza esos sentimientos con igual serenidad y plenitud, mostrando su cara, quizá, más distendida hasta la fecha.
Dejando atrás los espasmos orquestales de “All Mirrors” (2019), pero sin abandonar las cuerdas, Olsen se mueve aquí con emoción tranquila por paisajes country y americana en los que se nota el toque delicado de Jonathan Wilson como productor. Un poco como en sus inicios, Olsen vuelve a ser artista de raigambre folk, algo de lo que llevaba tiempo intentando alejarse; todavía recuerdo cuando, durante una entrevista para Rockdelux (abril 2014), reaccionó con poco entusiasmo a mi mera mención de Joni Mitchell o Joan Baez.
El disco arranca a lo grande con “All The Good Times”, balada de despedida (“supongo que es hora de despertar de este viaje”) que hace buena trilogía con “Ghost On” y “Right On”, ambas sobre su primera relación gay, que no acabó bien. “No sé si sabes amar a alguien más fuerte que tú”, dice en el estribillo de la primera. “¿Por qué tuviste que ir y hacer todo esto tan raro?”, canta en la segunda. Pero Olsen recrimina con dulzura, ensayando con la versión más suave posible de su voz, acariciando y alargando las sílabas.
La felicidad llega con “Big Time”, cocompuesta con su pareja, Beau Adele Thibodeaux, guionista de algún episodio de “High Maintenance”. Si quieren saber cómo se consolidó su romance, solo han de pegar el oído o leer las letras en Genius: realmente fueron a un lago, sonó “The Lady In Red” (Chris de Burgh), etcétera. También celebra el nuevo amor esa maravilla llamada “Chasing The Sun”, canción sobre “pasar el día / ahuyentando la tristeza / y no hay nada como / perder la noción del tiempo, ¿quién lleva la cuenta?”.
El duelo aparece, sobre todo, en “This Is How It Works”, aunque también está el corto de acompañamiento al álbum, “Big Time Film”, que incluye mensajes de voz de su madre. O la preciosa “Through The Fires”, por cuanto tiene de reflexión sobre lo pasajero del tiempo. Y según ha contado en ‘Pitchfork’, a su madre le encantaba el country, así que el disco al completo puede entenderse en realidad como un precioso homenaje a ella. Estar en silencio en casa no habría sido mejor homenaje. ∎