Álbum

ANTIFAN

La caídaSonido Muchacho, 2023

El nuevo pop español, etiqueta tan socorrida como ambivalente (porque ni es tan nuevo ni tampoco tan español) que ya va cuajando para explicar toda una escena, se alimenta de una nueva gramática que viene a ser la suma de otras muchas. El tercer disco de ANTIFAN lo explicita, y al mismo tiempo ilustra el enorme trecho recorrido en poco más de un lustro, desde que Jerva e Isidro (I-Ace), dos de sus tres miembros (el trío lo completa Javi Harto, “Hartosopash”, productor del último Kiko Veneno), compartieran proyecto con el hoy célebre C. Tangana en las filas de Agorazein. Nada, o muy poco, es lo que parece a primera escucha, y tampoco lo que era hace unos años. Pero hay algo que se ha convertido en divisa: la supresión de diques estilísticos y la ausencia de prejuicios de quienes se acercan a determinados libros de estilo sin considerarlos misales porque no creen que nada sea sagrado. Y al igual que ocurre con Alizzz, Cupido, Shego, Sen Senra o Erik Urano, por poner solo algunos ejemplos, a ANTIFAN también es cada vez más complicado catalogarlos. Ni falta que les hace. En sus canciones hay pop, Auto-Tune, guitarras prendadas de una electricidad sucia, atmósferas oscuras, cadencias que delatan su pasado en el trap o el hip hop y unos textos que tienen tanto de frescura como de desencanto, en los que no cuesta advertir cierto paralelismo con la ética nihilista del punk.

Ese carácter híbrido se advierte más que nunca en la carrera de ANTIFAN en este “La caída”, título de resonancia existencialista que guiña un ojo al tercer vértice de la trilogía literaria de Albert Camus. Es el que mejor balance muestra entre lo pop y lo urbano, siempre que presumamos que uno de esos talantes no pueda a la vez participar del otro, lo cual es mucho suponer. Es también el que menos colaboraciones externas brinda: tan solo Fabianni en el oscuro tema titular, rematando la recta final de un disco que empieza mucho más lúgubre de como empieza: “Sísifo” parece un cruce doméstico entre The Cure y Nine Inch Nails, “Volver a empezar” emite radiaciones emo, y antes de ellas ya había acelerones de punk-pop tenebroso como “(No) sigas mis pies” y algo de ponzoña guitarrera, de esa que remite al universo de The Jesus & Mary Chain o Spacemen 3, en “Honestamente”. Se nota que en los últimos tiempos han ido buceando en cierta tradición pop y rock anglosajona independiente. El fiel que equilibra la balanza hacia el pop más diáfano se nota en “Chico, no es un buen negocio”, “Podemos ser igual” o “Retrocediendo”, rendijas por las que se cuela la luz de un modo tan impredecible y complicado de rastrear como en “Bar Los Imbéciles”, la peculiar y castiza sitcom rock de tres episodios que difundieron en su canal de YouTube, y con la que se han desmarcado de la dictadura del videoclip. A estos no hay quien les marque el camino. Se lo marcan ellos. ∎

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