Álbum

Babymorocco

AmourTrue Panther, 2024

“Really Hot”, la quinta canción de “Amour”, me trae a la cabeza la imagen mental de unas personitas muy concretas. Algunos de mis amigos les llaman los “techno gays”, término que se refiere a un tipo de chico que probablemente hayas visto a pie de la cabina del DJ de cualquier club de música electrónica, cuerpo mazado de gimnasio, espalda hipertrofiada, cintura minúscula, vello corporal abundante, ajustadísimo crop-top con transparencias (a lo NRD), ombligo al aire, gafas de sol negras de rave noventera, pasos de baile repetitivos y deportivos (véase el punto “4. Athletes” de este vídeo). Mullet opcional. Se mueven en grupo. Danzan como martillos hidráulicos conectados a una fuente de energía inagotable e infinita. Están pasando la mejor noche de sus vidas.

Y que conste que esta descripción no pretende ser irónica porque, si tuviera 20 años menos, no tengo pruebas pero tampoco dudas de que yo mismo sería un “techno gay”. Se toman tan en serio el techno, la electrónica, el clubbing y la fiesta en general que su actitud es altamente contagiosa y te dan ganas de unirte a ellos y olvidarte de que tienes más de 40 años y algunas articulaciones que ya han empezado a hacer cri-crí cuando te levantas por las mañanas… Pero, bueno, que me acabo de marcar todo este circunloquio para llegar a la idea de que, con su álbum de debut, Babymorocco se ha convertido en síntesis y epítome del “techno gay” por excelencia.

Porque, en su más pura esencia, este disco es como una noche de fiesta zillennial precisamente porque esa es la generación que representa Clayton Pettet, cantante, productor y performer nacido en Casablanca pero criado en Inglaterra. Es Babymorocco un artista que, pese a contar con 30 años recién cumplidos, ha vivido una larga carrera que le ha llevado desde unos inicios en el arte perfomático (algo tan de hace diez años) como twink aficionado a los floripondios (algo tan de hace cinco años) hasta lo que es a día de hoy: un himbo hipermusculado y pansexual (algo tan de aquí y ahora).

El rollo himbo es igual de importante que el rollo “techno gay” a la hora de hablar de “Amour”. Al fin y al cabo, un himbo es la versión masculina posmoderna de las bimbos de los noventa, aquellas mujeres que cultivaban un cuerpo destinado a la hipersexualización (para atraer la mirada masculina) y que bloqueaban cualquier tipo de intelectualidad (para no asustar a la fragilidad masculina). Mucho de culto al cuerpo, hedonismo sex-positive y desdén por los pajillerismos mentales hay en este disco en el que Pettet convierte a Babymorocco en un personaje (himbo y “techno gay”) de una forma similar a como Charli XCX decidió convertir el rollo “brat” en un personaje canalizado a través de un buen puñado de canciones.

El puñado de canciones de “Amour”, ya lo he dicho más arriba, es un verdadero recorrido por una noche de fiesta zillennial, con todo lo que esto tiene de esquizofrénica coctelera de moods, estados mentales y estilos diferentes. Aquí las letras no proponen reflexiones sesudas ni se disipan en poesías metafóricas, sino que van directas al hueso del zeitgeist fiestero con fraseados sin complicaciones que expresan la necesidad de amor que suele empapar toda pista de baile (“I try, but I’m falling apart, give me love” en “Give Me Luv”). También hay en el disco mucho de esos subidones de venirse arribísima y sentirse hiperbuenorrísimo (“Get out loser leave the club. I’m really really hot, sweating when I hit the spot” en “Really Hot”). Y, una vez superada la pérdida de la capacidad de montar frases con sentido que nos alcanza a todos en algún momento u otro de la noche (“Body, organic, disco, electronic” en, ehem, “Body Organic Disco Electronic”), bajo la lengua queda el saborcillo de haber sido el cabeza de cartel del festival erótico-festivo que ya queda atrás (“Feels so good when my body out, out. You’ll be leaving tonight with my name in your mouth” en “No Cameo”).

“Amour” combina dos idiomas (inglés y francés) tanto en sus canciones como en unos interludios a modo de notas de voz grabadas con el iPhone en la puerta del típico club en el que las pijas desubicadas confunden el prosecco con el champán. Estos dos idiomas son también los que encauzan un torrente de referencias entre las que se siente poderosamente la Gran Bretaña del electroclash, el drum’n’grime, el nu-rave (menudo flashazo acordarse de los Klaxons en canciones como “Bikinies And Trackies”, ¿no?) e incluso de cuando ese mismo nu-rave alcanzó a los Pet Shop Boys (en la final “No Cameo”, que precisamente nació en una sesión de escritura junto a Miranda Cooper de Xenomania). Aunque también hay que reconocer que, en este torrente de referencias, Francia lubrica el conjunto desde la cita casi directa a Daft Punk (“Babestation”) hasta la electrónica de banlieue de Ed Banger y Justice, pasando por la inevitable elegancia del french touch pervertida por el australian touch de vocación más masiva y gozosamente garrula (¿eso que se escucha en “Red Eye” son The Presets?).

Y es que, vale, nadie necesitaba un equivalente himbo al “brat” de Charli XCX… pero aquí lo tenemos. Puede que no sea tan redondo como el disco que marcó a fuego el año 2024, pero es que tampoco parece que Babymorocco pretenda ninguna revolución. Su única pretensión es hacerte bailar –compruébenlo el próximo día 8 en el Astin barcelonés– como un “techno-gay” en su club “Amour”. Y vamos si lo consigue. ∎

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